Visto y Oído
SoniaSonia
ENFILAMOS con el freno de mano tascado el que siempre fue puente de puentes, que empezaba con el día de esa Constitución que anda en tenguerengue y acababa con el de la Inmaculada. Un puente de afluencia multitudinaria con los movimientos migratorios en ebullición, con su muestra de dulces conventuales, sus rondallas de tunos bien pasaditos de edad, sus colas y su canesú. Eran días de rosas y mucho vino, días en los que se producía una explosión de vida y que era como el pórtico de esa gloria que es la Navidad. Pues nada de esto vamos a tener, pero lo peor es que no sabemos si lo vamos a revivir, pues nadie negará que las perspectivas son de aquí te espero. Y en eso andamos, que ni siquiera se ponen de acuerdo en las alturas sobre cuándo hay que darle al botoncito que llene nuestras calles de la deseada luz, pero también de temibles bullas, qué miedo.
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