Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Monchi vuelve a ser historia en el Sevilla y es así por expreso deseo del mago nacido en San Fernando y por nada más. Todo lo que pueda oírse por ahí respecto a razones pertenecientes a las oscuridades carece de verosimilitud. No me creo que dos dirigentes del nivel, del escaso nivel quiero decir, de José Castro y José María del Nido Carrasco, aunque quien pretende sustituirlos tampoco tenga mucho más, sean capaces de hostigar a un director deportivo que siempre hizo lo que creyó oportuno, incluido cambiar a Ocampos, como cedido, no como traspasado con el chuleo por parte del CEO del Ajax, por esa reencarnación de Maradona que responde por Januzaj.
Negarle los múltiples méritos a Monchi sería correr el riesgo de ser ingresado en un siquiátrico. El técnico nacido en San Fernando, y que llegó a superar en su sevillismo a Ramón Sánchez-Pizjuán, tuvo infinidad de aciertos, pero también conviene anotarle un gran número de errores y, sobre todo, que éstos le han costado mucho dinero en los últimos tiempos a la entidad. Aún no se sabe, por ejemplo, dónde jugarán los Rony Lopes, Óscar Rodríguez y una infinidad de cedidos que quedarán como dura losa para su sucesor. Y, ojo, que tener que pagar a dos plantillas fue lo que condujo al Deportivo y al Valencia a la más absoluta de las ruinas.
El Sevilla de José Castro, José María del Nido Carrasco y Monchi, también de Monchi, se ha salvado esta temporada de puro milagro, por la aparición propia de la taumaturgia de Mendilibar, pero que nadie pretenda ahora quitarle su amplia cuota de deméritos, igual que de los méritos, a quien ha decidido marcharse por voluntad propia, sin que nadie lo obligara a ello. Monchi no tenía siete letras, se quedó a una de ese concepto que se puso de moda con la séptima y al que apelaron muchos en la celebración. Adiós y toda la buena suerte del mundo para él, que pase el siguiente.
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