Milagros Ciudad Suárez

Momentos de fe

19 de marzo 2024 - 01:00

Las hermandades tienen una serie de momentos espirituales únicos y realmente llenos de fe. En la hermandad de San José Obrero, viví uno de estos bellos cultos lleno de emociones y de devoción. La iglesia estaba en penumbra, Nuestra Señora de los Dolores iba a ser trasladada a su palio. Ella estaba guapísima como una novicia cubierta con una capa de raso blanco y un emotivo broche Yo me curo, regalo de amor de un hermano valiente. Fuimos entrando en el templo, todos guardando silencio, después accedieron catorce jóvenes con sus cirios encendidos en la nave central, formando un pasillo. El promotor sacramental comenzó una hermosa oración llamando a un momento íntimo de reflexión y de espiritualidad; las camareras y el prioste con mimo y mucho cuidado llevaban a la Virgen de cirio a cirio como si fuesen estaciones, meditando y contextualizando cada uno de los dolores que sufrió la Madre de Dios, tras el rezo del Ave María se producían unos minutos de silencio y posteriormente se pedía en voz alta de manera espontánea por algún, familiar o amigo de los asistentes. Fue una meditación ejemplar, con plegarias de todos los presentes en absoluto silencio sólo interrumpido por los cantos del coro de esta hermandad.

Posteriormente, se inició el besamanos de la Virgen, cuál fue mi asombro cuando el hermano mayor me dio un pañuelo de Nuestra Señora para que limpiase sus piadosas manos, me pareció que estaba viviendo un sueño, una ensoñación cuando veía los ojos de todos sus devotos y hermanos, sus expresiones y gestos de esperanza, de desolación, de cariño y de rogativas ante su Madre Celestial; en una eclosión de emociones y de amor.

Es difícil de explicar mis sentimientos, fue un honor tenerla a mi lado, rezarle tan cerca y, a su vez, poder sentir, el amor de sus hermanos y de su barrio. Fue un culto de auténtica espiritual, estos son los grandes momentos de catequesis, que hacen las hermandades como muestra del amor a María y a su Divino Hijo.

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