Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Decía el escritor y periodista Eugenio D'ors que "en Madrid a las ocho de la tarde das una conferencia o te la dan". Ahora, a las ocho, lo que te dan es una teoría política en cada esquina. Las conferencias están en declive, pero la teórica política es asunto emergente, con considerable share en las mejores mesas de la Corte y con prestigio en los más conspicuos canales de televisión. Así está el Madrid DC, como le llama Juliana: hecho un hervidero de rumores, que siempre son la antesala de la nueva teoría política. Los cielos velazqueños en esta avanzadilla terrible de la canícula no apaciguan el debate político. Sales de la M-30 y parece que entras en otro país. En el Madrid de los amplificadores se hacen apuestas componiendo la figura, engolando la voz y administrando los silencios. En este mercado, el análisis más extendido sobre las encuestas de las elecciones europeas indica que el PP habría dilapidado hasta diez puntos de ventaja sobre el PSOE y que a una semana de abrir las urnas le sacaría muy poco margen. Quizás dos o tres puntos, quizás menos. Resultado muy slim fit. Esos clarines sobre lo que se cuece en Liguria, capital Génova, llegan desde la Puerta del Sol, donde reina Ayuso y maquina Rodríguez. Desde Ferraz se lanzan otras teorías: la línea que se acercaba mucho ya se ha cruzado y el PSOE va dominando las encuestas. Lo dicho, a las 20:00 horas en punto en todos los relojes, le dan una teoría. Y si no le gustan las teorías oficializadas, le ofrecen análisis estructuralistas, opiniones fundadas de campañólogos insignes, intoxicaciones a medida, opiniones de tertulianos pluriempleados o datos de sesudos estudios de opinión. Siempre le queda, claro está, la opción de la conferencia.
Las europeas vienen grises oscuras y muy cargadas de agua, como los cumulonimbos. En el Madrid de las muchas opiniones y los pocos consensos, los teóricos de la cosa no se ponen de acuerdo sobre si Pedro Sánchez está esperando a un buen resultado de las europeas para coserlo con el triunfo en Cataluña y anticipar elecciones o lo contrario. Como hay tantos análisis, circulan a lo loco y colisionan entre sí, incluso dentro del Madrid central de Carmena, donde hay serias limitaciones para los coches y los análisis. Los defensores de la idea de la disolución de las cámaras –"porque Sánchez no va a tener un momento mejor en lo que queda de legislatura"– se enfrentan a quienes manejan otra verdad revelada: la aprobación de la ley de amnistía el jueves pasado trae unos presupuestos debajo del brazo. Sostienen que ese era el pacto de Sánchez y Puigdemont. Si fuera así y si Junts cumpliera con lo pactado, dos condiciones que han de ayuntarse en armonía, tendríamos al menos otro año y medio de legislatura más la prórroga con las cuentas de 2025 para el 2026 siempre que hubieran sido aprobadas, como se confía en distintos ámbitos.
Lo que no explica la primera teoría es qué tipo de éxito alcanzaría Sánchez convocando anticipadamente si, con independencia de los escaños que obtuviera el PSOE, el resultado de los partidos a su izquierda fueran malos de solemnidad y no le permitiera sumar, con minúscula, una mayoría parlamentaria. Una geometría variable que le exigiría además –con el reparto actual– meter en el mismo cesto a Sumar o lo que vaya quedando, a los dos partidos independentistas catalanes, a Bildu, al PNV, a Podemos –que se supone que ya no irá con Sumar– y al BNG.
Lo que no explican los impulsores de la segunda teoría es si aún en el caso de que Junts cumpliera apoyando unos presupuestos el PSOE iba a sumar el resto de votos necesarios para sacar las cuentas. Conjeturar es gratis, sumar votos se está poniendo más difícil. Veremos qué ocurre en Cataluña y cómo salen de allí el PSC, Junts y ERC. La única opción posible para que Illa sea presidente pasa por la abstención de ERC a cambio de muchas cosas, entre ellas el compromiso del PSC con el referéndum de independencia, una financiación "singular" para Cataluña y otra bagatelas de similar cuantía. Nada fácil, nada imposible. Pacto difícil de tragar o elecciones. Se verá, pero lo que ocurra, tendrá trascendencia en Madrid, esa sinécdoque de país.
Dicen teóricos cercanos al PP y otros teóricos lejanos que a Feijóo le quedan las europeas y poco más. Que si le van mal con un Pedro Sánchez sometido a crisis permanentes, con una amnistía a los políticos indepes recién aprobada y seis o siete mil polémicas más, la presidenta de Madrid sacará definitivamente la faca. Que las polémicas sean reales o ficticias da igual porque son gasolina para el electorado antisanchista. Dice medio Madrid que el PP debe naturalizar sin complejos su relación con los ultras. El otro medio apuesta por la sutileza y/o el cinismo y sostiene que no ha sido una buena idea naturalizar a Meloni, aunque lo haya hecho Von der Leyen primero, y aunque sea posible establecer un mayor europeísmo que en el caso de Le Pen. Porque sea cierto o no, es gasolina electoral para la izquierda, que contra la ultraderecha vota estupendamente.
Coquetear con la extrema derecha –como ya lo hace en España con Vox– pringa. Deja marca. Si encima justifica a Milei y es incapaz de decirle a Netanyahu que haría bien en dejar de seguir borrando del mapa lo que queda de Palestina, le añade verosimilitud al discurso que ya afila la izquierda. A esto sumen a Abascal rindiendo pleitesía al primer ministro israelí y animándolo a seguir con el trabajo. En contraposición, la izquierda se reconcilia con los movimientos en política internacional –tras el abandono de las posiciones históricas respecto al Sahara a favor de Marruecos– con el reconocimiento del Estado de Palestina, en una decisión enmarcada con la de otros países europeos y de tendencia creciente. Se va a tirar Feijóo la campaña diciendo que Sánchez es "una estafa", que la amnistía es la defunción del PSOE y aventando cualquier cosa que pueda respecto a la esposa del presidente. Pero, sobre todo, defendiéndose de un ultraderechismo que si le es ajeno, tácticamente ya no lo es y políticamente tampoco porque ya empieza a rozarse demasiado con ellos en España y en la UE. El líder popular encaraba la campaña como si fueran un acelerador: confiado en que un golpe duro a Sánchez en las urnas lo colocaría en situación crítica y obligado a convocar. Las encuestas dicen hoy que ese sueño quizás se haya disipado.
Las europeas van a dejar además otras pistas muy sabrosas para la política. Si Podemos con Irene Montero a la cabeza saca mejores resultados que el Sumar de Yolanda Díaz o se le queda muy cerca, la izquierda entera se va a agitar. Desde los dos partidos enfrentados hasta el PSOE, que cuenta votos a su izquierda con ansiedad. El fracaso de Sumar sería atronador y quedaría evidenciado el dislate producido por la división de ese bloque.
Y puede haber sorpresas favorecidas por unas elecciones con circunscripción única y sin barreras de entrada: "Se acabó la fiesta", el partido del tal Alvise Pérez, un comunicador ultra, un epifenómeno alumbrado por las redes sociales, puede sacar hasta dos eurodiputados según diferentes encuestas, castigándole el hígado electoral a Vox. También está buscando un escaño europeo Guillermo del Valle, un abogado madrileño que manejaba El Jacobino, un think tank de izquierdas. Reclaman desde la izquierda políticas antinacionalistas, un estado centralizado y una España simétrica y confederal. El partido se llama Izquierda española. Dicen los teóricos de la Corte que están subiendo, aunque de momento no aparece en los radares demoscópicos.
La ley de amnistía ha quedado finalmente aprobada. 177 votos a favor y 172 en contra. El poderoso poder de la aritmética. Fue un pleno al que el presidente sólo asistió para votar, en el que un desconocido diputado del PSOE se comió el atril por decreto y en el que los socialistas, cumplido el trámite, aplaudieron sin entusiasmo –palmitas sordas–, como si no fuera su fiesta. Quienes lo celebraban de verdad eran los presos indultados que estaban en la zona de invitados, con Junqueras a la cabeza.
Muchos teóricos del Madrid-Madrid aseguraban que eso nunca ocurriría. Pues ha ocurrido. Y una vez que ha ocurrido algunos que no se hartan de ruido y que viven de eso ya están mirando al Rey, invitándolo a no firmar la ley; tensionando, aunque saben que Felipe VI está obligado constitucionalmente a refrendar todas las leyes aprobadas por las Cortes. Incluso sale a colación estos días el caso del muy católico Balduino de Bélgica, quien en 1990 renunció tres días a la Corona alegando incapacidad temporal para no firmar la ley del aborto de su país. Más fuego, así se desestabiliza mejor.
Una ley polémica y que marca un antes y un después. Es el resultado de una necesidad. De la necesidad de votos, aunque el PSOE quiera hacer de esa necesidad virtud. Pedro Sánchez ha afirmado tras aprobar la ley que "España es más próspera y está más unida que en 2017" y que "la convivencia" se abre camino. ¿Pero la convivencia con quién? Porque la ley se ha aprobado sin que la parte contratante y beneficiaria haya hecho el más mínimo ejercicio de corrección de líneas o de contrición y mucho menos haya mostrado un deseo de "convivir" con el resto de españoles. Al revés: el mismo jueves, Puigdemont, con la autoridad moral que da hablar en calidad de fugado de la justicia, interpretó la ley como "la corrección de un error" y vaticinó que vendrán otras correcciones, por ejemplo la sentencia "contra" el Estatut. Míriam Nogueras, la portavoz de Junts en el Congreso, esa política que envían en Madrid para que caiga todo lo mal que pueda, amplió la tesis: "Es una victoria democrática y colectiva, no es perdón ni clemencia sino reparación". Y Rufián, de ERC, fue más allá: "Es la primera derrota del régimen del 78". Es decir, los amnistiados y corifeos sostienen que ha sido el Estado el que se ha corregido a sí mismo. El que se ha derrotado a sí mismo y el que ha reparado el daño que él mismo Estado había causado. En efecto, ya sólo falta pedir perdón a los independentistas que quebrantaron el orden constitucional. Pero ¿y dónde la convivencia?
Vox epató boicoteando el pleno y tratando de forzar su expulsión, una coreografía demostrativa de su pasión democrática. Feijóo, en cambio, institucionalmente impecable, consideró que la ley es "el acta de defunción del PSOE". De momento, los muertos que mata Feijóo gozan de buena salud, pero veremos el mismo nueve de junio si el efecto amnistía está amortizado o si, en términos de amortización coyuntural, está amortizado el PSOE o el PP. Y veremos dos cosas más. La aplicación sinuosa de la ley por la Justicia: los fiscales del 1-O han remitido ya un informe al fiscal general del Estado avisando de que los delitos de malversación que afectan a los condenados, entre ellos Puigdemont y Junqueras, no son amnistiables y posicionándose contra la ley porque "está viciada de arbitrariedad". Lo segundo que veremos algún día es el regreso de Puigdemont. Volverá a Cataluña en tren, a lo Tarradellas, proclamando: "Ja soc aquí i indultat". Tiene que calibrar el fugat cuándo es el momento en el que no puede ser detenido. Pero lo hará. Si el Gobierno retrasa un poco la aplicación de la ley en el BOE igual se libra de la llegada de ese tren de los escobazos antes de las europeas.
Francisco Camps, el ex presidente de Valencia, del PP, ha cantado esta semana el pleno al diez. La Audiencia Nacional ha dictado su décima absolución. Queda exonerado de la decena de casos en los que se ha visto inmerso y ya no tiene más pendientes. La sentencia es aún recurrible ante el TS. Pero a estas alturas, Camps puede decir que es inocente. Y el PP, exigir a la izquierda y a "España", así en abstracto, que se disculpe con Camps. Diez absoluciones son muchas absoluciones y para el afectado queda lo que habrán supuesto diez juicios y 16 años en la picota. Los condenados de la Gürtel, como Correa, Álvaro Pérez, el Bigotes, o Pablo Crespo reconocieron los hechos de los que se acusaba a Camps. Los magistrados consideran probado que la Generalitat que él presidía manipuló contratos a favor de la red y que el PP valenciano se financió de forma irregular. Lo que no encuentra es la conexión de esos hechos con una presunta intervención de Camps, que ya ha pedido cita a Feijóo para volver a la política, que ya hay que tener ganas.
En otro juzgado, Pablo Iglesias e Irene Montero declararon esta semana contra un individuo acusado de acoso e injurias al matrimonio. Durante meses, siendo vicepresidente del Gobierno y ministra, los acosó a las puertas de su domicilio montando una circo de gente muy rara, exacerbada e insultona. A las puertas del juzgado los esperaban otros de la misma camada que entre otra retahíla de insultos en asonante los amenazaron. El matrimonio aguantó el chaparrón tras la valla de la sede judicial mirando a quienes los amenazaban e insultaban. Finalmente, también han denunciado a estos espontáneos. Lo curioso es el titular de un periodico de tirada nacional al día siguiente: "Pablo Iglesias e Irene Montero se encaran con los simpatizantes de su presunto acosador a su llegada al juzgado". Imposible no citar la anécdota que contaba Luis Buñuel en sus memorias (Mi último suspiro), cuando explicaba cómo comprendió el surrealismo y la objetividad al mismo tiempo cuando era joven y leyó en un periódico anarquista una noticia sobre la agresión a un sacerdote por parte de unos huelguistas: "En la tarde de ayer caminaban tranquilamente por la Gran Vía de Madrid unos doscientos obreros cuando vieron venir en dirección contraria a un sacerdote. Ante tamaña provocación...".
El gran José Antonio Pérez, de Mi Mesa cojea, proponía irónicamente ser español como deporte de riesgo. El tiempo ha carcomido la ironía: "Si crees que tienes problemas, prueba a ser español". Este podría ser el nuevo lema de la Marca España, pensado para atraer turistas amantes del riesgo: "Olvídate del puenting y empadrónate en Madrid".
Armas y opacidad política
Para que los ciudadanos asuman los intereses de la Defensa y la complejidad geoestratégica del mundo en que vivimos, la opacidad política es el peor camino. Los 1.000 millones que destinará España a armamento para que Ucrania se defienda de los rusos no van a pasar por el Parlamento. Se tramitan, con cargo a los PGE y dentro de una partida más amplia aprobada ya por el Consejo de Ministros, como un memorándum de entendimiento que legalmente no requiere pasar por las Cortes al ser más una declaración de intenciones que un acuerdo con vinculación jurídica. Sánchez habría tenido el rechazo de sus socios y el apoyo del PP. En este caso la pedagogía es tan importante como las refriegas parlamentarias. Luz y taquígrafos y explicaciones sobre los compromisos internacionales de España, que sin duda ha de cumplir. Aunque haga mucho ruido, el debate es mejor que el silencio espeso del oscurantismo en una materia tan sensible.
Piqué, investigado como Rubiales
Gerard Piqué, el ex jugador del Barcelona y empresario, sigue los pasos de Luis Rubiales, el ex de la RFEF, y ha pasado a la categoría de investigado por los presuntos contratos irregulares de la decisión de disputar la Supercopa de España en Arabia Saudí. Pedro Rocha, actual presidente y entonces vicepresidente de la comisión económica de la Federación, lo acompaña en el lote, además de otros 15 investigados, entre ellos contratistas de obras y algún cuate de Rubiales. La jueza Delia Rodrigo ha puesto su mirada en la cláusula que le garantizaba al ex jugador –que entonces estaba en activo y con el Barcelona disputando la competición de marras– 4 millones de euros anuales en comisiones, además de beneficios por valor de 40 millones para su empresa, Kosmos. El presidente de la Liga, Javier Tebas, con gran sutileza, ha dicho que la Federación es "una organización criminal". El boquete se ahonda en torno al fútbol español. Espanto y sonrojo.
Multas supersónicas
A Ryanair, Volotea, Easy Jet y Vueling no les va salir a cuenta cobrar a los pasajeros por facturar maletas o elegir asiento cuando viajan con personas dependientes. 150 millones de multa les ha impuesto el Ministerio de Consumo a consecuencia de las denuncias de varias asociaciones. Es la sanción más alta impuesta nunca por una autoridad española en el ámbito de la protección de los derechos de los consumidores. Ryanair lleva la peor parte. La Asociación de Líneas Aéreas considera que las cuantías son desproporcionadas y que suprime la opción de los pasajeros de "contratar exactamente lo que necesiten". Hay 50 millones de pasajeros anuales que viajan sin maleta de cabina, que según el colectivo no podrán beneficiarse de "pagar sólo por los servicios indispensables". Aún cabe recurso de alzada, pero esto acabará con los precios de los billetes al alza y con el final del numerito de comprobar si la maleta cabe o no en cabina. A lo que deberían meterle mano es a esa bochornosa práctica del overbooking (vender más billetes que plazas tiene el avión), por la cual te puedes quedar en tierra aunque hayas comprado tu billete. Será legal, pero es un atraco a mano armada a los consumidores /clientes.
También te puede interesar
Lo último