Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Gracias al joven Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) gestionado por BME, muchas empresas han podido financiarse y seguir funcionando, por lo que ha tenido un impacto beneficioso en términos de empleo, de rentabilidad y de fomento de la inversión de las empresas emisoras. Así, las empresas del MARF contribuyen a mantener 376.568 puestos de trabajo y a alcanzar una cifra de negocio de 77.601 millones de euros, lo que genera un impacto sobre la renta (valor añadido) de 20.949 millones de euros y un resultado de explotación (EBIT) de 4.283 millones de euros. Adicionalmente, el MARF colabora con las empresas emisoras en la financiación de un volumen de activos de 113.748 millones de euros.
Esta es la principal conclusión del estudio El MARF y su contribución al crecimiento empresarial, que se presentó ayer martes en la Bolsa de Madrid. El propósito que persigue este trabajo realizado en la Universidad de Sevilla es reflejar el papel que este mercado está jugando en la financiación de las empresas y, por tanto, en la economía española.
Este mercado inició su andadura en octubre de 2013 y ha venido a paliar la deficiencia puesta de manifiesto con la crisis de 2008: la excesiva dependencia de las empresas españolas de la financiación bancaria. No sólo ha contribuido el MARF, también otras alternativas financieras como BME Growth (anteriormente Mercado Alternativo Bursátil o MAB), los fondos de deuda, el crowdfunding (lending y equity), las redes de business angels, el capital riesgo o las sociedades de garantía recíproca. Todas ellas, con el protagonismo que han cogido estos últimos años, están consiguiendo establecer un ecosistema financiero más rico y diversificado y, por tanto, con mayor capacidad para dar respuestas eficientes y específicas a las necesidades financieras de las empresas.
Casi ocho años después de su creación, puede afirmarse que el MARF es ya un mercado consolidado, tanto por el número de empresas que lo han elegido para financiarse como por el alto dinamismo del que está disfrutando. El mercado acaba de alcanzar los 100 emisores, el volumen total de emisiones en 2020 ha superado los 9.634 millones de euros y el saldo vivo total al cierre de marzo de 2021 se sitúa próximo a los 6.000 millones de euros.
Pero más allá de las buenas cifras que está alcanzando, el éxito de este mercado también puede celebrarse porque está siendo capaz de acoger a cualquier tipo de emisor. El MARF adopta la estructura jurídica de un Sistema Multilateral de Negociación, por lo que los requisitos de acceso de los emisores son más flexibles que los existentes en los mercados oficiales regulados. Los perfiles de empresas que acuden son muy distintos: desde empresas más jóvenes hasta las más consolidadas, de muy diferentes tamaños y de todos los sectores que componen el PIB español. La inmensa mayoría son españolas, de casi todas las Comunidades Autónomas, con una representación importante de emisores portugueses.
El plazo necesario para poner en marcha una emisión suele estar en torno a un mes y los costes van en línea con los bancarios e incluso menores en el caso de los títulos a corto plazo. En todo caso, aunque la financiación se encareciera en las primeras emisiones, resulta lo suficientemente competitiva para permitir la diversificación y dotar así de mayor eficiencia a su estructura financiera. A la vez, la compañía que emite en el MARF consigue modernizarse y ganar en transparencia, dos características cada vez más exigidas en los ámbitos financieros.
Del mismo modo, el mercado también ha ido diversificando los productos emitidos y, además de las emisiones tradicionales de Obligaciones, Bonos y Pagarés, se han añadido emisiones de Cédulas Hipotecarias y de Bonos Contingentes Convertibles. También ha sido capaz de introducir dos importantes innovaciones: los Bonos de Titulización de préstamos a PYMES, que ofrece un importante potencial de cara a las compañías de menor tamaño que deseen obtener fondos en este mercado, y los Bonos de Proyecto (Project Bonds) que abren una nueva vía para aquellas empresas que apelen al mercado para la puesta en marcha o desarrollo de un determinado proyecto.
Además, en 2020, y ante las urgentes necesidades de liquidez de las empresas para sobrellevar los efectos adversos de la pandemia, el mercado ha sido capaz de amoldarse a las circunstancias y contribuir a canalizar las ayudas públicas a las empresas gracias a la intervención del ICO como avalista de las emisiones e, incluso, como inversor, generando una interesante y fructífera colaboración público-privada.
Para el futuro el MARF presenta ante sí dos importantes retos y oportunidades para su desarrollo. El primero es conseguir que la emisión de títulos de deuda se convierta en una fuente de financiación significativamente mayor para las empresas, y más aún para las PYMES que, a pesar de que son la columna vertebral de la economía, apenas se han atrevido todavía con los mercados. Y el segundo reto es continuar el proceso ya emprendido de ser un instrumento de canalización de la financiación sostenible, esto es, de emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles. Una financiación cada vez más solicitada por los inversores y potenciada por las prioridades políticas y económicas definidas tanto a nivel mundial, europeo y español.
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