Salud sin fronteras
La IA y la humanización
He tenido jefes y jefas, algunos muy mediocres y otros brillantes. No ha sido cuestión de género sino de habilidades personales. Por eso esto no va de cuotas sino de profundizar en cómo se puede ayudar a mejorar la salud mental de la población en la rutina diaria. Así que hablo hoy del trabajo y de los jefes, jefecillos y jefazos…de todos ellos y ellas.
Parto de la premisa de que el legado mayor de una empresa no son sus clientes sino sus trabajadores, puesto que son estos quienes finalmente llegan al cliente con la filosofía de la empresa, pero engranada también con sus creencias, sus valores y las circunstancias que cada empleado esté viviendo, de forma que su satisfacción se transmita creando una relación empresa-trabajador-cliente potente y de un valor incalculable dependiendo de la materia a la que nos dediquemos.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como un estado de bienestar en el que la persona es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. Según los datos reales recogidos por WorkMeter, la media de horas de presencia que pasamos en el puesto de trabajo es de 9 horas y 19 minutos, de las cuales trabajamos un tiempo activo real de 7 horas y 12 minutos si excluimos tiempo dedicado a pausas e interrupciones, es decir, aproximadamente un 30% de nuestra vida. Sin duda tenemos que estar en un ambiente de trabajo que favorezca la productividad y a la vez nos genere bienestar.
Bien, pues aquí llega la enjundia de mi columna de hoy; después de revisar diferentes artículos y por supuesto analizar mi experiencia como profesional y como compañera, me atrevo a decir que la pieza más importante para crear un buen clima laboral es el líder del equipo: la jefa o el jefe.
Es sabido que un buen líder debe ser capaz de identificar las fortalezas y las debilidades del equipo para buscar oportunidades y áreas de mejora. También de localizar a esas personas capaces de motivar y de ayudar a tirar del carro, repartiendo el liderazgo y consiguiendo equipos triunfadores. Hay personas que además de su trabajo se sienten realizadas ayudando a los demás y es clave identificarlas porque tienen que estar en el lugar idóneo. Si se encuentran infrautilizadas, sufren de aburrimiento y se achicharran en su trabajo pudiendo resultar un lastre y hasta tóxicas. El sitio adecuado es clave para el triunfo, para la ilusión y la motivación diaria.
Quizá de lo que se habla menos es de que esas habilidades no solo ayudan a mejorar el trabajo del grupo, sino que también ayuda de forma indirecta a la salud de los profesionales que redundará en su vida también personal y por supuesto en los resultados de la empresa. Así seremos capaces de sobrellevar momentos de cargas excesivas de trabajo o trabajar en condiciones puntuales inadecuadas, que serán resueltas con una actitud constructiva. Un ambiente de calidez y buen trato hace que el trabajo se realice con ilusión, mejore nuestra productividad y nos sintamos útiles en la sociedad. Casi nada.
Por el contrario, la mala comunicación interna, la falta de apoyo por parte de los directivos o compañeros, las condiciones laborales indignas, la ausencia de reconocimiento del trabajo, exigencias contradictorias o falta de claridad son factores que favorecen un mal clima laboral y directamente afectan a la salud mental del trabajador.
Conocer las necesidades de cada profesional, y en ocasiones otros problemas que puedan interferir en el trabajo, crear un clima de apoyo y confianza, favorecer una escucha activa, si es posible flexibilizar el teletrabajo gracias a las nuevas tecnologías para conciliar la vida familiar y laboral, poder invertir en formación para que el trabajador se sienta motivado y comprometido con la organización, son habilidades necesarias para ser un buen líder.
Y claro, ahora la pregunta del millón: ¿cómo encontramos esos jefes y jefas? Bien, pues indagando en unos cuantos estudios buscando evidencias sobre la importancia del clima laboral y la salud mental, parece que efectivamente están relacionadas. Sin embargo, al revisar la existencia de diferencias en el estilo de liderazgo entre hombres y mujeres, en este detallado estudio sobre directivos españoles, concluye que no hay diferencias en la forma de liderar. Lo que sí parece es que competencias femeninas en comunicación y habilidades sociales pueden influir en la metodología, pero que también influye en la valoración el género del trabajador que evalúa y los estereotipos que tenga.
En este sentido, un interesante artículo sobre acoso laboral planteaba analizar la importancia que tiene el género a la hora de valorar la severidad atribuida a las conductas de acoso. Al analizar seis conductas diferentes, se encuentra desigualdad significativa entre la valoración que hacen hombres y mujeres solo en la categoría referida al aislamiento y abuso emocional, siendo las mujeres las que evalúan esta de forma más severa frente a los varones que le dan una gravedad inferior. Subyace que la necesidad relacional de la mujer, esa habilidad social desarrollada y necesaria, lo es también en nuestra vida laboral.
Es decir, necesitamos buenos líderes independientemente del género. Buenas personas que traten a los trabajadores como les gusta ser tratados cuidando su salud mental también en nuestro trabajo, y para ello es indispensable tener responsables o líderes con capacidad de motivar y de cuidar a sus profesionales. Esa es la clave del éxito. Hay una parte de nuestro Currículo que no es tangible, que sólo se puede demostrar a base de experiencia y de una evaluación seria y anónima a nuestros subordinados.
El liderazgo no tiene que estar identificado con la autoridad y menos con el autoritarismo. Las estructuras puramente jerarquizadas han quedado obsoletas. Las relaciones interpersonales actuales son más horizontales y no por eso carecen de autoridad. Tenemos que reilusionar y reilusionarnos con nuestro trabajo, valorar la inteligencia emocional y la complejidad del ser humano, y gestionar la información de nuestros profesionales para ayudar a quien lo necesita y mejorar el clima, sin que la mano derecha se entere de lo que hace la izquierda...
Quizás dependiendo del puesto de trabajo que desempeñemos, puede ser más interesante que lo ocupe un varón o una mujer. No es cuestión de cuadrar números, sino de personas, de habilidades innatas y adquiridas. Y de hacer grandes equipos. Ahí lo dejo.
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