Inquebrantable fe en el CIS de Tezanos

SÓLO que mayoritariamente los medios de comunicación lo llamemos así, el CIS de Tezanos, es indicativo de una anomalía en el organismo oficial que debería darnos datos demoscópicos fiables y neutrales. Llegados a esta innecesaria –e insoportable– repetición electoral, hay un deseo general de que pase cuanto antes esta campaña recortada y los españoles que votan –o que voten el día 10, para ser preciso– alumbren una representación parlamentaria que nos saque del forzado bloqueo institucional que nos trae de nuevo al pie de las urnas. Forzado. Sí. Porque en el resultado del 28 de abril sólo había una alternativa: que Pedro Sánchez mantuviera el poder. Y con al menos dos variantes: la supuestamente deseada por el presidente en aquella campaña –un Gobierno de coalición con el aliado preferente: Podemos– y luego desdeñada, y una coalición con Cs que, además, aseguraba no sólo una mayoría absoluta sino un Gobierno moderado, de ahí que fuese reclamada desde ámbitos sociales y económicos.

Pero volvamos al presente, que nada cambia ya que estemos llamados a votar en ocho días. Sánchez demostró este viernes una inquebrantable fe en el CIS de Tezanos. Descartar una gran coalición con el PP significa que el presidente en funciones –que nunca ha sido investido pues accedió al cargo por una moción de censura y ha tenido dos fallidas– sólo confía en la encuesta del CIS, que es la única del universo demoscópico actual que le otorga una clara mejora de su resultado de abril y la opción de pactar a diestra y siniestra, con Cs y Podemos, y sin el PP. Todos los demás sondeos coinciden: le dicen que los españoles ven en él al principal artífice de que haya que votar otra vez, le aminoran su representación y dan opción a una alternativa de derechas. Tezanos acertó en abril. Pero también falló de largo en Andalucía en diciembre. Veremos.