Visto y Oído
SoniaSonia
La exposición In nomine Dei probablemente es la mejor sobre temática cofradiera que se ha organizado en los últimos años. Me refiero al siglo XXI. En el anterior, en 1983, pudimos ver la exposición Sevilla en el siglo XVII en el Pabellón Mudéjar de la Plaza de América, donde admiramos por primera vez en Sevilla el Cristo de la Agonía, de Vergara, obra de Juan de Mesa. A la exposición organizada por el Consejo en la sede de la Fundación Cajasol sólo le faltan imágenes titulares, que en Sevilla no se ceden para exposiciones, al considerarse pecado mortal que no estén recibiendo culto. No obstante, incluyen algunas imágenes de santos, como la Magdalena, de las Aguas, que talló Luis Álvarez Duarte, y que está junto a otras secundarias espléndidas como el Cirineo de las Tres Caídas de San Isidoro, los ladrones de la Exaltación o los Santos Varones de la Carretería.
Quizá lo más valioso sean los bordados y la orfebrería. En el patio encontramos bordados emblemáticos, con el paso de palio de la Virgen del Patrocinio y el manto camaronero de la Macarena, como lo más llamativo, y con un conjunto excelente, que no incluye sólo espléndidos mantos y palios, sino también simpecados, estandartes y otras insignias. Por supuesto, si se habla de bordados, la parte del shock llega cuando se ve el manto de Patrocinio López que perteneció a la Virgen del Valle, y que actualmente luce la Virgen de los Dolores, de Huelva. Es una de las maravillas perdidas en la Semana Santa sevillana.
Ver las coronas de oro de la Amargura y la Esperanza de Triana, en unas vitrinas donde también están las de los Gitanos, Regla, Palma o los Negritos, y las diademas de la Soledad de San Lorenzo, Aguas del Museo, o la Piedad de la Mortaja, entre otros enseres. Túnicas bordadas y una antología de insignias. Documentos que forman parte de la historia de las cofradías sevillanas y hasta de la Iglesia… Todo eso y mucho más lo pueden admirar hasta el Domingo de Resurrección en la Gran Manzana de Cajasol.
Sin el coronavirus, esta exposición sería imposible, ya que esas obras de arte sirven para los cultos externos e internos de las hermandades. En condiciones normales, no hubieran sido cedidas. Además del trabajo del comisario Antonio Garduño, se nota la mano selectiva del profesor José Roda Peña, que es vicepresidente del Consejo, y el impulso del presidente, Francisco Vélez, para llevarla adelante.
A mi modo de ver, esta exposición minimiza a las demás, que son más sectoriales. Alguna puede ser redundante o servirá para ampliar, como la de los misterios en el Casino de la Exposición, y otras son más técnicas, como la musical en el Antiquarium de las setas. Quizás han querido apostar por la cantidad, además de la calidad, como si todo pareciera poco, al faltarnos tanto: la Semana Santa en las calles de Sevilla.
No la podrán ver todas las personas que quisieran, por los confinamientos perimetrales, las restricciones, los cupos de aforo y tantas dificultades. Es una gran exposición, que convierte en privilegiados a sus visitantes.
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