La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Creo que la primera vez que tuve especial cercanía con ellos, que conservo, fue en nuestra juventud cofrade. Me descubrieron el mundo de las Glorias como aquel de la perla escondida en el patrimonio inmaterial y espiritual de la ciudad. Conocí una devoción e historia singular junto a una capilla, la de los Humeros, cuya preciosa silueta de su portada todavía miraba de espaldas al descubierto río, derribado posteriormente el muro de Torneo. En el enclave histórico del arrabal de Los Humeros, antiguo puerto de la ciudad.
En esta semana de Cuaresma, como grito penitencial, su varias veces centenaria hermandad ha emitido un comunicado alertando del peligro que supondría para la seguridad de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario la construcción de un edificio de tres plantas en el solar colindante. Escribo esta llamada, descubierto del antifaz, el día que se cumplen 262 años de la consagración de la capilla, solicitada su construcción en 1747. En este tiempo de vísperas, salgo del tramo de la espera gozosa de los días que están por venir para unir mi humilde voz a las de las hermandades de la collación que han empezado a sumarse a esta llamada de alerta.
Como cuando te sales de la contemplación de la cofradía y pasas por espacios desamparados si no fuera por el abrigo cálido de la cofradía. Porque la defensa del riquísimo patrimonio artístico y devocional de la ciudad debe tener una sola voz, más allá del carácter penitencial o de gloria. En la jornada de hoy en la cual mi hermandad entrega la promesa hecha luz a sus nazarenos de blanco, uno esa luz para poner a estos hermanos en las manos de la Virgen y en la conciencia ciudadana. Este contrasentido urbanístico no puede hacernos retroceder al desarrollismo salvaje de los 60 del siglo pasado. Ampliamente superados por sensibilidad y conservación. Que no tengamos que lamentarnos ante la Piedra Llorosa, tan cercana a este enclave singular.
También te puede interesar