Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
No es broma, Homer Simpson ha descubierto la paella valenciana. Y lo hace con toda seriedad, intentado cuidar sus ingredientes como si fuera un chef en la Albufera. Tuesta las hebras de azafrán, lo que sorprende a los demás, porque el patriarca de la familia amarilla es capaz de freír cualquier cosa y su gran devoción era sólo por la barbacoa grasienta.
La temporada 34 de Los Simpson se estrenó esta semana en Disney + y se irán incorporando nuevos episodios. Ya van por el 736.
En esta nueva andadura Homer ha arrancado con vocación española. Ya en otras ocasiones ha habido alusiones a las paellas y también a las tapas y aunque en el doblaje español Lisa estaba encantada con la receta vasca de la humilde sopa de la purrusalda (en el memorable episodio de Hank Scorpio, temporada 8, Sólo se muda dos veces) en la versión original la pequeña vegetariana sólo habla de "apio".
La paella animada de Springfield es de las que va a irritar a los defensores puristas del plato. Homer le echa mejillones, guisantes... tiene más vinculación al "arroz con cosas" del que se lamentan los que entienden que con el nombre de paella se perpetran muchas afrentas contra la gastronomía levantina. Pero en este caso, con sus libertades culinarias, la promoción de la paella, y la gastronomía españoal, viene bien. Pero atentos, que Homer añade además el ingrediente maldito.
Es tal la veneración de Homer que se enfunda un delantal dedicado a la paella con la pirámide de su elaboración: la base es el arroz, en la siguiente escala está el tomate y el marisco, y en el siguiente escalón, el pollo que es uno de los animales favoritos del padre de Bart. Rematando la pirámide, el ojo divino, tal como aparece en el reverso de los dólares. Ese delantal puede convertirse en un icono pop a poco que lo repliquen las firmas de camisetas. Con esta refinada afición a las paellas Homer se convierte en un imán para reunir a amistades. En uno de esos foros habrá curiosidad por el misterio de una tortuga, que da el nombre al capítulo Habeas Totuga. Pero, ay, de nuevo chirriará para el espectador español una de las frases. A un personaje el plato tan bien preparado le hará sentir que "está en Barcelona". Esperemos que esa evocación no sea por un arroz precocinado en alguna terraza de Las Ramblas.
El capítulo paellero concluye con Homer a modo de chef de Instagram. Un chef televisivo a lo Karlos Arguiñano, detallando confidente a sus seguidores cómo hace su plato favorito: "la paella reunión conspirativa", la comida para una reunión de conspiradores. Y esto va a doler en España: Homer le echa chorizo y deja margen para agregar insectos o "cualquier pequeño mamífero que vaya bien con el arroz de Calasparra". Todo es un desvarío para tomarse a guasa, pero la paella va tomando sitio. Gracias, entre otros, a José Andrés.
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