Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
UNO de los pioneros de la descarbonización de la economía, el francés Thierry Lepercq, ha afirmado recientemente en su libro Hidrógeno: el nuevo petróleo que este es el arma decisiva en la lucha contra el cambio climático y que bien pronto la nuestra será conocida como la “sociedad del hidrógeno”. En su libro, Lepercq nos explica que el hidrógeno es, en potencia, “mucho más que una energía abundante y barata”. Lo define como “un arma decisiva en la lucha contra el cambio climático”, representando un tremendo paso adelante hacia un “nuevo orden energético y climático”.
En un momento en que los términos “descarbonización”, “transición energética” o “cambio climático” están en todos los debates públicos y en las hojas de ruta de las principales instituciones mundiales y de los países desarrollados, parece claro que es necesario buscar soluciones para el funcionamiento sostenible de nuestra economía y hacerlo bien pronto.
En este sentido, el Plan Nacional de Energía y Clima otorga un papel muy importante al “hidrógeno verde”, llamado a sustituir al denominado “hidrógeno gris” – el que se obtiene del gas natural y es empleado principalmente en la industria del refino, química y metalúrgica –.
Cumplirá una función de almacenamiento energético, absorbiendo los excedentes que produzcan las energías renovables que no se puedan integrar en la red eléctrica, y no menos importante será su papel en la movilidad.
Parece evidente, por tanto, que el hidrógeno ha de tener un papel central en el sistema energético español a partir de 2030 y, ante esa evidencia, debemos hacernos algunas preguntas: ¿Tendremos todo el hidrógeno que necesitaremos?, ¿producimos en estos momentos hidrógeno verde en cantidad suficiente para sustituir ya, en un primer momento, al hidrógeno gris? La respuesta es clara: No.
En breve debieran de poderse producir en España los primeros kilógramos de hidrógeno verde. Es el caso del Proyecto Green Hysland, en la isla de Mallorca, que demostrará que se puede producir hidrógeno y que se puede integrar en la cadena de consumo. Un electrolizador, alimentado con la energía de una planta solar de 14 MW, producirá hasta un total de 330 toneladas anuales para impulsar autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Palma e inyectar hidrógeno en la red de gas natural, que llegará tanto a consumidores particulares como empresas. El proyecto también promoverá el uso del hidrógeno en la industria hotelera y en vehículos de alquiler, que necesitan imperiosamente reducir su huella de carbono.
Sin embargo, ¿existe un entorno favorable para asegurar que cumpliremos objetivos en la producción de hidrógeno verde? Nuevamente, la respuesta es negativa. El hidrógeno verde necesita energía renovable para alimentar los electrolizadores de nueva construcción, instalaciones que se están viendo frenadas en algunos casos, lo que constituye una seria amenaza al despliegue del hidrógeno y, por tanto, a una descarbonización plena.
Se necesita asimismo un enfoque regulatorio integral, cuestión que está siendo abordada por Bruselas, aunque vamos ya con retraso. Entre otros aspectos, se debe diseñar el modelo de transporte del hidrógeno – y, por tanto, de mercado –, bien a través de infraestructuras gestionadas por un transportista como es el caso de la electricidad y el gas, bien a través de plantas de producción cercanas a los grandes centros de consumo.
Y, sobre todo, hace falta producción. En España se producen actualmente unas 500.000 toneladas de hidrógeno gris, consumiéndose también en 2021 un total de casi 380 TWh de gas natural en la industria, la generación eléctrica y el sector residencial. Gran parte de esta demanda no podrá electrificarse y deberá ser cubierta, a largo plazo, con gases renovables. A corto plazo, la inyección de hasta un 10% de hidrógeno en la red de gas presenta una oportunidad inmediata para reducir emisiones y para escalar la producción.
La necesidad de hidrógeno verde para descarbonizar y reverdecer nuestra economía es evidente. Por ello, es urgente que empresas y administraciones nos impliquemos con todo nuestro empeño en la tarea. El hidrógeno será parte de nuestra sociedad y lo necesitamos de manera urgente para cumplir los objetivos en la lucha contra el cambio climático.
Andalucía, nuestra tierra, fue pionera en la Revolución Industrial, pero luego sufrió un parón que nos dejó en el vagón trasero de España. También lo fue en el despliegue de las energías renovables, aunque más tarde otros territorios nos adelantaron, desprovistos como estamos de los principales actores empresariales que hace bien poco lo lideraban desde Andalucía a nivel mundial. ¿Qué nos pasará con el hidrógeno verde, la energía del futuro? Humildemente, pienso que estas son las cuestiones que de verdad importa debatir y promover, aunque nuestra sociedad tienda a postergarlas, tan ofuscados como estamos por el cainismo y el cortoplacismo.
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