La ventana
Luis Carlos Peris
La Navidad como pata de un trípode
Pocas veces puede un articulista cuaresmal escribir del Santo Rey, y como las circunstancias lo posibilitan, no dejo pasar la ocasión. Conmemoramos 775 años de la recristianización de la ciudad por mano de San Fernando. Sin él, sin su gesta, nada de lo que somos hoy sería igual. Nada de lo que celebramos estos días tendría la misma forma. ¿Quién sabe lo que seríamos sin el esfuerzo y sacrificio del monarca santo? No es que sea merecedor de un Santo Entierro Grande, sino de cientos, uno cada año si fuera preciso. Mucho hemos de hacer para estar a la altura de tan vital personaje de nuestra historia y de nuestra fe, en esta ciudad que se dice tierra de María Santísima.
Pero esa misma ciudad afanada en efemérides rimbombantes, guarda un silencio atronador en lo referente al despojo de la fiesta de nuestro santo patrón. Ningún paladín, ningún Bonifaz ha surgido para la defensa del 30 de mayo, cambiado por un día de Feria, sacrificado en el altar del nuevo dios Turismo, nuevo patrón de esta urbe. Curiosamente no ha sido nada incómodo para la autoridad eliminar esa fiesta. Ahora que estamos en campaña y vemos profusión de gobernantes y aspirantes que copan las presidencias de los actos cofrades, no estaría mal que, aunque bajito, al oído, les susurráramos, como hacían los esclavos a los generales triunfantes romanos: "acuérdate del Santo Rey". Sacamos todos los pasos que hagan falta para conmemorar lo que somos, eso está bien, pero no somos capaces de levantar la mano para defender la memoria de quien hizo posible que hoy, los sevillanos, nos llamemos cristianos y algunos sigamos practicando esta bendita religión.
Habrá que pedir a la Catedral que en el epitafio que mandó poner su hijo el rey Alfonso X el Sabio en su sepultura: "El más leal, el más verdadero, el más franco, el más esforzado, el más apuesto, el más humilde, el que más teme a Dios, el que más le hace servicio…" añadamos el menos festivo y el más olvidado.
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