Francisco Andrés Gallardo

Explota...

Visto y Oído

27 de febrero 2021 - 02:47

La simpática comedia con las canciones de Rafaella Carrá, Explota, Explota, vino a animar la cartelera y a día de hoy, en estas semanas tristes, es un salvavidas televisivo que se puede encontrar en Amazon Prime Video. Un largometraje entretenido se convierte en una colchoneta suave para un toque de queda. El debut de Nacho Álvarez es una historia sencilla con una carga de nostalgia para varias generaciones que igual desata el ritmo de los pies como incluso nos traiciona con alguna lagrimilla traicionera cuando evocamos las felicidades simples a través de una canción.

La película donde sobre todo desborda la vis cómica de Verónica Echegui (desaprovechada en la serie 3 Caminos) rescata detalles de la intrahistoria de la TVE del tardofranquismo y convierte a Prado del Rey en nuestro Hollywood infantil, con unas bailarinas que nos recuerdan a los desconyuntados miembros del ballet Zoom y una Natalia Millán que suple con gracia a la propia Carrá. Pedro Casablanc es el trasunto de Paco Ortiz, el auténtico censor que tenían por entonces los programas musicales de la única cadena y que miraba por debajo de la pantalla por si alguna minifalda dejaba entrever algo más, anécdota real a la que también alude la película. Con un aire a Los paraguas de Cherburgo y respirando el espíritu de Valerio Lazarov (sería un gag retorcido que el papel de Fernando Tejero se hubiera aproximado de verdad al realizado rumano) el cuento de Explota Explota mordisquea en los recuerdos del propio espectador veterano. Y a las nuevas generaciones les entrega una revisión de temas optimistas y algunos mensajes sutiles que convierten a la Carrá en la más inteligente gurú del divertimento que tuvimos nunca en la pantalla del monopolio de TVE.

Ingrid García Jonsson y Fernando Guallar son el hilo conductor a través de su historia de amor y que es sólo la excusa para todo lo demás. Entre tantos estrenos de series que se desinflan esta evocación de tiempos de lentejuelas con censores da para unas cuantas risas y alguna que otra emoción tontorrona.

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