Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Tribuna Económica
El Banco de España ha publicado este lunes unas estadísticas que confirman lo que todos ya sabemos: cada vez utilizamos más las tarjetas para pagar y hacemos menos uso del efectivo. El dinero físico parece tener sus días contados. Todo parece converger para este cambio. La tecnología lo posibilita, incorporando mayores facilidades para realizar las operaciones. Para las instituciones públicas supone disponer de mayor control para combatir la economía sumergida y las actividades ilícitas. Por su parte, las entidades financieras lo llevan propiciando desde numerosos frentes, y ahora han desarrollado Bizum, la mejor innovación financiera desde el invento del cajero automático. Y, por último, los ciudadanos, que por comodidad lo aceptamos.
El crecimiento de las operaciones de compras realizadas en terminales de punto de venta (TPV) es imparable. Más de 160 mil millones de euros se compraron pagando con tarjetas en los establecimientos en el pasado año. Las compras con tarjetas crecieron con muchísima fuerza en los años de tanta bonanza -y de formación de la burbuja- previos a la crisis de 2008. Con la depresión posterior se estabilizaron, pero desde 2016 -y salvo en el atípico año 2020- retomaron el ascenso, con un incremento medio anual del 14%.
En nuestro país se utilizan hoy en día 86 millones de tarjetas: 37 de crédito y 49 de débito. El número de TPV ha evolucionado en consonancia. Actualmente funcionan 2 millones, más del doble que en 2000. Este trasvase de los clientes hacia el pago digital ha venido posibilitado también por la disminución radical de las comisiones que tiene que pagar el establecimiento por este servicio bancario: si en el 2000 la comisión media era del 1,59%, a finales de 2020 se situaba en el 0,34%.
Por otra parte, también se puede concluir que desde el 2000 el número de operaciones de retirada de dinero en los cajeros ha ido disminuyendo, aunque cada vez sacamos importes más elevados. La caída ha sido continua pero suave. Sin embargo, esta tendencia se ha radicalizado en 2020: en número ha descendido un 31%, y el 18% si atendemos al importe. El año pasado se realizaron 624 millones de retiradas de efectivo en los cajeros de todo el país; en 2008 se superó el millón de operaciones. Actualmente hay 49.000 cajeros, casi los niveles de principios de siglo, cuando llegó a haber casi 62.000 funcionando en 2008.
Más allá de los datos, cada uno de nosotros está viendo cómo diariamente propicia este cambio con sus propios actos. Sin duda, un mundo sin efectivo conlleva indudables ventajas, aunque tampoco está exento de inconvenientes. Para los gobiernos la lucha por el control se desplazará hacia otros territorios, como las criptomonedas. También supone darles a las entidades financieras un poder excesivo respecto a la creación y a la soberanía del dinero. Son dos nuevos frentes que están empujando a los bancos centrales a emitir dinero digital soberano. Y en medio de estos cambios, estamos los ciudadanos, que podemos ver cómo desaparece la privacidad disponible con los billetes y monedas. "La moneda es libertad acuñada", decía Fiodor Dostoievski. Así que, como reivindicación, mejor utilizar el dinero de cuando en cuando.
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