Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Los orígenes de la economía circular aparecen formalmente en diversas disciplinas y corrientes de pensamiento como la economía ambiental y la ecología industrial, que han venido evolucionando desde los años setenta. El concepto se introduce formalmente por primera vez en 1991 en la obra Economics of Natural Resources and The Environment, de los economistas ambientales David W. Pearce y R. Kerry Turner, basándose en el principio de funcionamiento de la naturaleza, en donde todo es insumo para todo lo demás.
A partir de ahí, la economía circular se ha promovido a nivel global como un modelo de desarrollo sostenible, de gran importancia para ayudar a los países con las metas trazadas en la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De acuerdo con la ONU y la Fundación Ellen MacArthur, la aplicación de la economía circular tendrá un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, la prevención de residuos y la recuperación económica en el mundo PostCOVID-19.
Según la Fundación para la Economía Circular en España, el desarrollo de la Economía Circular deberá ayudar en la reorientación sostenible y productiva de los países. Además de los beneficios ambientales implícitos, es creadora de riqueza y empleo y su desarrollo debe permitir obtener una ventaja competitiva en el contexto de la globalización
Actualmente, la Unión Europea avanza como líder global en su implementación, impulsando nuevas regulaciones como el conjunto de iniciativas políticas de la Comisión Europea que persigue el ambicioso objetivo de hacer que la Unión Europea sea climáticamente neutral en 2050, denominado el Pacto Verde Europeo. Este nuevo paradigma promueve una economía que no sea lineal (evitando el modelo de extraer-producir-desechar) y que desacople el crecimiento económico del uso de recursos finitos, eliminando o reduciendo al máximo los residuos generados.
La transición hacia una Economía Circular, por lo tanto, requerirá el apoyo de los diferentes actores sociales (administraciones, empresas, ciudadanos, etc.) para promover diferentes conceptos como el ecodiseño, la funcionalidad, el segundo uso, la remanufactura, la reparación, la utilización de energías renovables, la valorización (material y energética) de los residuos que no se puedan reciclar ni reutilizar y la simbiosis industrial.
Estos dos últimos conceptos, valorización y simbiosis industrial, están considerados como factores claves para el sector cementero y vienen representando un papel de gran importancia para contribuir con la circularidad y sostenibilidad, tanto del modelo económico global, como del propio sector cementero. La Estrategia Española sobre Economía circular “España circular 2030” aprobada en junio del 2020 señala la necesidad de desarrollar plataformas de cooperación para alcanzar una mayor eficiencia en la utilización de los recursos materiales e impulsar inversiones de simbiosis industrial, que conecten a varias industrias, con objeto de reducir la necesidad de materias primas vírgenes y la eliminación de residuos, cerrando así los circuitos de los materiales.
¿Cuál es el papel de la industria cementera ante esta necesidad de evolucionar hacia un modelo económico en el que uno de sus pilares sea la simbiosis industrial?
El proceso de fabricación del cemento permite el empleo de una amplia gama de residuos que pueden sustituir tanto a las materias primas naturales como a los combustibles fósiles, convirtiendo esos residuos en recursos. Ello puede contribuir de manera decisiva al ahorro de recursos naturales y a la reducción de la huella de carbono de este producto, bajando significativamente las emisiones de CO2. En este sentido, la industria cementera lleva ya varias décadas valorizando material y energéticamente residuos y subproductos procedentes de otros sectores económicos. Solo en las fábricas de cemento andaluzas, desde 2005 hasta 2021 se han reintroducido en la cadena productiva más de 6 millones de toneladas de este tipo de materias primas y combustibles alternativos.
En el informe elaborado en 2021 por el Institut Cerdà para la Fundación CEMA, "la aportación del sector cementero a la simbiosis industrial", indica cómo la industria cementera está relacionada actualmente con más de 80 sectores económicos, siendo uno de los mayores recicladores de residuos minerales de nuestro país y la industria líder en valorización energética.
Como se ha señalado anteriormente, uno de los principios clave de una verdadera transición hacia una economía circular consiste en eliminar al máximo posible el desecho de materiales que sean aprovechables, por lo que uno de los principales retos que tenemos por delante en España y Andalucía sería alcanzar una adecuada gestión de los residuos que generamos.
En 2021 todavía un 52% de los residuos municipales gestionados en España se destinan a los vertederos, lo que supone una pérdida de recursos que podrían haberse recirculado en la economía (Datos de EUROSTAT). Resulta evidente que nuestro modelo actual mantiene asociado el vertido como forma más habitual de 'gestión' de los residuos.
Además los vertederos pueden producir graves impactos ambientales como son la contaminación de suelos, aire y acuíferos, generan malos olores y conllevan una problemática social y económica insostenible.
Resulta evidente que necesitamos sustituir este modelo de gestión por uno que sea más circular y que permita reducir, reutilizar, reciclar y aprovechar energéticamente los recursos contenidos en los residuos. Además, esta transición se debería de acometer con relativa urgencia, ya que la normativa de la Unión Europea en materia de residuos, ha fijado para 2035 un límite de vertido del 10% de los residuos municipales generados, por lo que con los datos actuales, España y Andalucía se encuentran bastante lejos de este objetivo.
¿Cómo puede contribuir el sector cementero a la consecución de este objetivo?
Pues transformando los residuos en valiosos recursos para la fabricación del cemento que producimos. El conjunto del sector cementero en Andalucía, durante los tres últimos ejercicios (2019, 2020 y 2021) ha empleado más de 1,5 millones de toneladas de residuos y subproductos, sustituyendo el empleo de materias primas naturales y combustibles fósiles tradicionales, contribuyendo así de una manera decidida con la economía circular.
En materia energética, el conjunto de las fábricas andaluzas aprovechó durante este mismo periodo 696.496 toneladas de combustibles alternativos. Adicionalmente, el contenido en biomasa de este tipo de materiales, nos ha permitido ahorrar la emisión de 579.291 toneladas de CO2. Estas emisiones equivalen a las emisiones anuales de 495.000 coches.
En 2021 Andalucía alcanzó un nivel de sustitución térmica en sus hornos del 39,2%, situándose por encima de la media española, pero muy por debajo de la media europea, que se sitúa en torno al 52%.
No obstante, el volumen potencial de residuos que podrían ser valorizados por las fábricas de cemento es muy elevado, ya que la cifra real de residuos valorizados energéticamente en las cementeras andaluzas representa todavía una proporción muy reducida del total de residuos valorizables. Un estudio elaborado por la Universidad de Sevilla, estima que actualmente el sector cementero andaluz solo emplea un 4,8 % del total de los residuos valorizables.
El hecho de que el porcentaje de residuos valorizados actualmente no llegue a alcanzar ni el 5% en la comunidad autónoma, como se ha puesto anteriormente de manifiesto, arroja un enorme potencial de crecimiento de la fracción combustible aprovechable a partir de residuos en las plantas cementeras, en beneficio de la economía circular.
En este mismo estudio, en un hipotético escenario más favorable en cuanto la capacidad de producción de las fábricas e incrementando la tasa de sustitución de combustibles fósiles por alternativos, se estima que se podría llegar a multiplicar por 4,5 el consumo de combustibles alternativos, por lo que el sector cementero llegaría a utilizar un 22% de la producción total de los residuos valorizables en nuestra comunidad autónoma. Ello supondría, a su vez, una reducción de hasta un 30% de los residuos que actualmente se destinan a vertedero.
¿Qué impide entonces que se multipliquen estos procesos de simbiosis industrial?
Por ejemplo, existen actualmente barreras legales como la ausencia de normativa específica que prohíba o limite el vertido de determinados residuos. Además, el bajo precio del vertido viene dificultando esta transición, ya que en España y Andalucía, hasta ahora, el importe medio de la tasa de vertido se ha situado muy lejos de la media de otros países europeos, en los que existen tasas muy altas, logrando reducir al mínimo el depósito de residuos en vertedero, por lo que automáticamente se incrementan los porcentajes de reutilización, reciclado y valorización.
Adicionalmente a las altas tasas al vertido, los países más avanzados de Europa en protección ambiental también aplican prohibiciones al envío a vertedero de residuos no reciclables o con alto poder calorífico.
Otras de las barreras consiste en las propias limitaciones que incluyen las autorizaciones ambientales integradas de las fábricas de cemento, que en muchos casos incorporan limitaciones con relación a cantidades recuperadas materialmente y a los porcentajes máximos de sustitución en la valorización energética.
A la hora de valorizar residuos, algunas empresas también se han encontrado con diversas trabas administrativas en relación al proceso de obtención de las autorizaciones, que se dilatan excesivamente en el tiempo. En algunos casos, existe falta de voluntad política, especialmente a nivel de administración local, para permitir el cumplimiento de la legislación comunitaria en materia de residuos. Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, a la hora de obtener y renovar las autorizaciones ambientales necesarias, para poder emplear residuos como materias primas y/o combustibles alternativos en las fábricas de cemento.
En algunas ocasiones, tanto la industria cementera como otras industrias se encuentran con la oposición al uso de materias primas secundarias y combustibles alternativos, procedente de distintos movimientos ecologistas, de determinados partidos políticos y/o movimientos vecinales. Hay que destacar que este debate en otros países europeos está superado desde hace ya más de 30 años y en ellos apuestan claramente por las fábricas de cemento, como instalaciones que pueden ayudar a recuperar material y energéticamente residuos no reciclables.
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