Salud sin fronteras
La IA y la humanización
Hace unos días, me mandó una amiga un artículo con un mensaje adjunto que me animaba a estudiar el tema por interés personal en nuestra salud. Conocía alguna de las afirmaciones del documento, sin embargo, despertaron curiosidad otras por lo que le he dedicado un tiempo de estudio y un rato de escritura.
Tras encontrar bastante evidencia científica sobre el tema, me queda claro que hay muchos mitos desmentidos sobre el tamaño y la estructura cerebral, y que la variabilidad individual en el cerebro es mucho mayor que la diferencia media entre los géneros, es decir, que es falso el famoso mito de que el cerebro masculino es más grande y que las diferencias estructurales que aparecen entre ambos sexos son bastante pequeñas y no se correlacionan necesariamente con habilidades cognitivas específicas.
Bien, dicho esto, parece que sí que existen algunas diferencias a nivel funcional. Hay estudios que han demostrado que las mujeres tienen una mayor conectividad entre los hemisferios del cerebro, lo que podría explicar su mayor habilidad para integrar información emocional y analítica, y una mayor proporción de materia gris en áreas asociadas con el lenguaje y la memoria verbal. Por otro lado, parece que los hombres tienen un mayor volumen de materia blanca, lo que sugiere una mayor capacidad para procesar información rápidamente a través de largas distancias en el cerebro y una mayor proporción de materia gris en áreas asociadas con la coordinación motora y la percepción espacial. Desde luego tiene sentido, al menos para mí que siempre estoy hablando de las habilidades femeninas de la comunicación y las emociones, sin embargo, es incorrecto asumir que todas las mujeres o todos los hombres tienen ciertas habilidades cognitivas o rasgos de personalidad basados en estas diferencias cerebrales.
Entonces, ¿existen diferencias realmente en el cerebro en función del género?, pues lo que sí parece tener una influencia sobre nuestro cerebro es la carga hormonal que tengamos, porque influye en el comportamiento humano. También las experiencias que hayamos vivido en función de nuestro género: las preferencias por cosas masculinas o por cosas femeninas como los hobbies, la selección de carrera y los estilos de vida están más influenciados por el entorno que por lo biológico. Pero no solamente en el comportamiento humano y las experiencias, la carga hormonal también influye en el envejecimiento cerebral y esta parte resulta realmente interesante por lo innovador y lo trascendental a la hora de abordar una medicina personalizada.
La influencia hormonal en el cerebro femenino ha sido objeto de numerosas investigaciones en las últimas décadas. Las hormonas sexuales femeninas, los estrógenos y la progesterona, desempeñan un papel clave en el desarrollo y la función de nuestro cerebro afectando una amplia gama de procesos cognitivos y emocionales.
La progesterona afecta la neurotransmisión en el cerebro actuando a nivel de los receptores de membrana de la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, que son los tres neurotransmisores que junto con el receptor GABA, intervienen en la depresión y participan en los procesos de ansiedad e incluso es posible que esta hormona, ejerza sus acciones sobre esas estructuras cerebrales de manera similar a como lo hacen los antidepresivos. Siendo bien conocida la relación existente entre la ansiedad y la depresión, parece que la progesterona contribuye a la regulación de los trastornos afectivos y que juega un papel importante en ese equilibrio entre el estado de ánimo y la ansiedad, siendo la causante de los conocidos cambios en el estado anímico y la irritabilidad relacionados con el ciclo menstrual.
Los estrógenos, por otro lado, también tienen actividad sobre los receptores de serotonina y dopamina, claves en la regulación del estado de ánimo y la respuesta al estrés, y es por todo esto por lo que las mujeres somos más susceptibles a desarrollar trastornos del estado de ánimo como la depresión, durante las transiciones hormonales como la pubertad, el embarazo y la menopausia. Según la Organización Mundial de la Salud, a escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas sufren depresión y es aproximadamente un 50% más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. Y nos arroja un dato escalofriante cuando afirma que el 10% de las embarazadas y de las mujeres que acaban de dar a luz experimentan una depresión, algo que corrobora esta relación comentada.
Por otro lado, también los estrógenos han demostrado tener efectos positivos en la memoria, el aprendizaje y la atención en mujeres adultas, pues desempeña un papel clave en la regulación de la generación de neuronas, su conexión y la plasticidad neuronal, lo que significa que tiene un impacto significativo en el desarrollo y el mantenimiento del cerebro.
En la perimenopausia, el efecto de la disminución de los estrógenos en sangre por la caída en su producción por los ovarios, produce sobre el cerebro efectos contrarios a los descritos: a nivel de estructuras como el tronco encefálico y el hipocampo, hace que aparezcan síntomas de insomnio y de afectación de la memoria, y las alteraciones a nivel del centro regulador de la temperatura corporal nos provoca los famosos sofocos.
Es decir, cuando los estrógenos disminuyen en sangre porque los ovarios comienzan su deterioro funcional, no solo aparecen efectos sobre nuestro organismo sino también sobre nuestro cerebro, generando un proceso más acelerado de envejecimiento cerebral que el propio de la edad.
Es fácil pensar que dicho envejecimiento cerebral puede estar relacionado con la aparición de la demencia tipo Alzhéimer, de hecho, casi dos tercios de las personas afectadas con este deterioro son mujeres. No podemos relacionar directamente la menopausia con la demencia tipo Alzhéimer, pero sí que debemos señalar que puede ser el desencadenante en muchas mujeres. Y esto nos debe ayudar a cuidarnos mejor, con nuestra dieta mediterránea que es un factor protector, evitando el tabaco y haciendo ejercicio físico.
Ayudar a comprender el cerebro desde esta perspectiva de género, nos ayuda a tomar decisiones positivas para nuestra salud y como profesionales, a hacer recomendaciones personalizadas a nuestros pacientes. Eso es actualizar la salud, la medicina y los cuidados.
También te puede interesar
Lo último