Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Salvando estilos y escalas el Paseo de la Palmera es como Les Champs Elysées de Sevilla o nuestro Park Avenue. No hay otra vía urbana fuera del Casco Histórico que represente más genuinamente la ciudad, su encanto, imagen y prestigio.
Este legado de la Exposición del 29, se conformó como extensión del Paseo de las Delicias en una vía amplia y sosegada con generosos paseos peatonales que disfrutaban tanto de sus propios árboles y jardinería públicos como de la vista y la sombra de los jardines privados de las villas y pabellones que lo flanqueaban. La variada arquitectura, tradicional, historicista, regionalista o ecléctica, completaba el conjunto lineal urbano.
Fue suntuoso umbral y acogedor acceso directo a las zonas nobles de la ciudad, al rio, el Parque, el Paseo Colón o la Avenida de la Constitución.
Pero lo que permanece de la Palmera ya no coincide con lo que la memoria de muchos sevillanos retiene. Las funciones y los usos cambian y las ciudades han de evolucionar adaptándose, pero eso no requiere dilapidar su fortuna. Para los que apreciamos esta ciudad, su vida, su historia y sus símbolos, lo que está ocurriendo en la Palmera es una catástrofe.
Volvemos a enfrentarnos a operaciones especulativas como las que en el Centro Histórico de Sevilla supusieron la desaparición de los edificios de valor de las plazas de la Magdalena o la del Duque y de otros que albergaban colegios religiosos y casas señoriales que todavía añoramos.
Paralizados por la pandemia, al volver a circular por la Palmera descubrimos sorprendidos que edificios que ya merecieron reproches en su momento, como el colegio mayor Guadaira o las oficinas del nº 21 (Wintenthur), ahora parecen modélicos al estar apreciablemente retranqueados de fachada y semiocultos tras frondosa vegetación. En estos momentos nos encontramos con dos masivas residencias de estudiantes en el número 17 y en la esquina de la Botella más la ampliación de la clínica de Fátima, que nos extrañan por su altura y ocupación, que apenas se separan del espacio público y de los colindantes, sin posibilidad de jardines que amortigüen su presencia y que rompen la medida y proporción de las edificaciones catalogadas vecinas. Y con el anuncio de nuevas residencias universitarias.
Cierto es que para que se desencadene una transformación urbanística como esta en una ciudad, tiene que darse la conjunción de una serie de factores. Desde la voluntad de promotores y el apoyo de los controles municipales hasta el dejar hacer de organismos superiores de la Junta y de la misma la sociedad civil. Así, los medios vienen facilitando informaciones diversas, desde las que recogen opiniones interesadas de sus promotores en apoyo de la generación de estos equipamientos, alabando el estilo y forma de las nuevas edificaciones y citando valores como sostenibilidad o progreso (llegandose a decir, lo que parece una broma, que los promotores han cuidado especialmente las zonas ajardinadas de la parcela), hasta otras que lamentan la transformación innecesaria que ello produce, con la consiguiente desaparición de paisajes y la creación de “edificios fuera de escala que destruyen la armonía entre arquitectura y verdor”.
Las ordenanzas urbanísticas de la zona la definen como suelos colmatados con edificaciones residenciales unifamiliares cuyo espacio libre ajardinado constituye uno de los elementos característicos de la trama urbana en la que se encuentran. El objetivo fundamental es el mantenimiento de estas tramas, y para ello son muy restrictivas imponiendo muy baja densidad y altura, restringiendo usos o que llegan a impedir razonables transformaciones del uso unifamiliar que para las dimensiones de las casas y parcelas existentes resulta en la actualidad obsoleto e inviable provocando el deterioro de edificaciones y jardines.
Hay una excepción presentada como legal por la que se puede, como está visto, con la aquiescencia municipal y de la Consejería de Cultura, saltarse las reglas contra toda razonabilidad urbanística y que altera el paisaje urbano protegido. Se trata de los usos considerados de Equipamientos y Servicios Públicos entre los que están los colegios mayores, residencias de estudiantes, clínicas o hasta tanatorios que aunque sean negocios privados gozan de esa ordenanza alternativa que admite sin mucho control mejores condiciones de ocupación, retranqueos, altura o aprovechamiento bajo cubierta y en semisótano, aumentando así notablemente la edificabilidad resultante; con patios ingleses y sótanos que al ocupar toda la parcela eliminan esa vegetación interior que siempre ha colaborado con la exterior en la conformación de su paisaje característico. Surgen de esta forma esos edificios que ahora contemplamos estupefactos, hostiles al medio y el patrimonio arquitectónico y que dañan la convivencia entre vecinos.
Por la vía de urgencia que proceda proponemos que se suspenda la ordenanza o interpretación de la misma que admite estas actuaciones ajenas al espíritu y la letra de la ordenación urbanística vigente. Queremos creer que se trata de un error que surgió en la última fase de la elaboración del Plan General de 2006. Tanto que su aplicación podría considerarse un fraude de ley por la flagrante contradicción respecto a los objetivos declarados en el Plan y el agravio comparativo para los propietarios del sector. En todo caso la excepción contemplada debería considerarse limitada y ya saturada en este caso para evitar la extensión del problema, convirtiendo La Palmera en una calle vulgar formada por un continuum masivo edificado, en el que aún subsisten antiguas mansiones muchas de ellas abandonadas.
Además, la destrucción de La Palmera avanza por otros factores que también dependen de la gestión municipal. La calzada de seis carriles más dos bandas de aparcamientos funciona como una carretera ruidosa de tráfico rápido y contaminante muchas veces colapsada que impermeabiliza la relación y conexión entre los antiguos y nuevos barrios a uno y otro lado o al Sur. Las zonas peatonales, donde se han insertado los carriles bici, ya son escasas para la población atendida, la parte ajardinada insuficiente, mal cuidada y algunos tramos con pocos árboles, diezmados por plagas o deteriorados por distintas instalaciones subterráneas que afectan sus raíces, apenas hay sombra ni bancos ni fuentes. Ya no es un paseo agradable de transitar.
Por todo ello esperamos la revisión integral del planeamiento del sector. Nos preguntamos ¿qué está ganando la ciudad manteniéndolo?
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