La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Canal Sur cuesta 383.000 euros al día, una cifra que hay que asumir con responsabilidad y buen criterio. Si no lo hicieron como debían los gestores que nombró Susana Díaz, con esa programación de tatarachán, allá ellos. El nuevo presidente de la Junta tiene ahora el deber, y sobre todo la oportunidad, de darle sentido a la RTVA, de permitir que la radio y televisión de todos los andaluces sean un medio de proximidad, de prestigio, de calidad. Incluso de orgullo para sus ciudadanos. Mostrar desdén por una herramienta que puede seguir siendo útil y necesaria para nuestro pueblo no es la mejor opción.
Puede ser que entre los 1.500 trabajadores de la RTVA haya profesionales que no estén a la altura de su nómina, pero hay un cúmulo de entrega y creatividad que no corresponde con ese foso de desmotivación del que habló el presidente Moreno Bonilla en La Sexta. Precisamente quien a día de hoy no debería hablar así de Canal Sur es su máximo responsable.
Canal Sur cuesta 383.000 euros al día y eso supone que cada andaluz paga algo más de 16 euros al año por tener una cadena que hable de su tierra y de los asuntos que nos interesan y preocupan. No es una cifra descabellada para hablar de despidos y argumentos que suenan más a revancha que a otra cosa. Si ha habido algo inútil en Canal Sur ha sido el consejo de administración, donde había una representación sobredimensionada del PP. El PSOE de Andalucía pagó en las elecciones, entre otros errores, haber dejado a su aire coplero a Canal Sur.
La RTVA es la que a día de hoy nos puede desmotivar a los espectadores andaluces. Pero hay presupuesto para hacer algo mejor y una plantilla para respetar y aprovechar. Canal Sur no es un enemigo de nadie. Es un organismo con potencial para volver a ser lo que fuimos. Para ser, tal vez, lo que nunca ha sido: una corporación audiovisual pública comprometida, plural y viva. No valen las coartadas de Madrid y Valencia y echar a paladas el personal tras haber dejado aquellas cadenas en el desprestigio del partidismo.
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