Visto y Oído
SoniaSonia
Según los jugosos datos del documento del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva suscrito por la CEOE y los sindicatos, en el ranking europeo de bajas por incapacidad laboral España (con un 4.1%) sólo es superada por Francia. Dentro de España, el norte “coge” más bajas que el resto del país, bien pudiera ser porque es la zona más envejecida. En gasto público por la cobertura de estas situaciones, medido en porcentaje del PIB, España es la cuarta. Quienes van por delante probablemente cubren las bajas con mayor generosidad para la empresa, dado que el pódium es para tres países más ricos y con mayores niveles de protección social que el nuestro: Países Bajos, Alemania y Suecia.
Las bajas son un fenómeno en auge, cuyas consecuencias son un mayor gasto para el Estado y las propias empresas, así como una merma de la productividad de estas, cuyas causas no sólo provienen de la salud –al menos, la física, no sólo la traumatológica–, sino que tienen que ver con el estado de la economía, con el desempleo, con la oferta y demanda de trabajo y con los desajustes entre ambas variables en puestos concretos. Pero también tiene que ver cada vez más con un fenómeno post pandémico, el del desafecto por el trabajo como absorbente central del tiempo de las personas y eje central de sus vidas, a veces muy por encima de la familia o el ocio. Una tendencia que entronca con el abandono voluntario del trabajo propio y por cuenta ajena que eclosionó en Estados Unidos tras la pandemia Covid-19, sobre julio de 2020: la Gran Renuncia (Big Quit en inglés).
Hay muchos otros datos de interés. Las incapacidades laborales por contingencias comunes, que generan una baja laboral por causas no laborales o que no ocurren en el ámbito del trabajo, han alcanzado en 2023 datos máximos desde que se computan de forma homogénea. Y, sorpresa, es la categoría de los autónomos en la que el salto se da de forma más drástica. ¿Cuánto tiene de peso en este dato el llamado “falso autónomo”? ¿Y cuánto que el autónomo está muy expuesto a estrés y peligro físico? Y por fin, ¿cuánto que los autónomos se autopractican una reducción de marcha o downshifting, y prefieren ganar menos y vivir más allá de su oficio o profesión, y, puestos a conjeturar, de ahí vienen las fatigas que pasamos para conseguir una reforma o trabajo en el hogar, y además suele ser carísima para el bolsillo medio? En cualquier caso, y disculpen que no les dé aquí respuesta, cabe hacerse la gran pregunta: ¿por qué suben como la espuma las bajas laborales, sean profesionales o comunes?
Hay más jugo en el informe. Es evidente que el mercado laboral, como buen mercado o solamente como mercado real, es imperfecto: por poner un ejemplo, en la construcción, las empresas se las ven y se las desean para dotarse de personal propio, e incluso para contar con él de forma subcontratada con cierta garantía; en Andalucía se cifra en 150.000 ese déficit de mano de obra, y no digamos se hablamos de jefes de obra en sectores de cierto auge como el de las aguas y la ingeniería medioambiental. Estos desajustes tiran para arriba de los costes laborales... y para abajo, como es ley, de los márgenes o beneficios. Aun así, el mercado laboral español es “fuerte”, o al menos estamos en una fase de fortaleza del ciclo de su ciclo. Si durante las crisis la gente empleada tiende a pedir menos bajas, durante las vacas (relativamente) gordas sucede al contrario, y en ese paquete va el mayor absentismo. España, en el primer trimestre de este año ha arrojado la menor tasa de paro desde hace 16 años. Huelga decir que esta ensalada de datos, siendo significativa en cuanto a las tendencias, debe ser analizada con mayor profundidad teniendo en cuenta sectores, edades, profesiogramas y perfiles, experiencia, etc.
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