La ventana
Luis Carlos Peris
La Corona es la cara de la moneda
Salud sin fronteras
En la actualidad hay una gran cantidad de personas mayores y con discapacidad que viven en residencias en las que reciben cuidados y servicios de apoyo y atención social, constituyendo el domicilio permanente de estas personas hasta el fin de sus días. La evolución demográfica de la sociedad española arroja unas expectativas de mayor envejecimiento y esperanza de vida y es totalmente previsible que, en los próximos diez años, el número de personas que van a necesitar cuidados en residencias puede incrementarse de manera muy significativa superando ampliamente un crecimiento mayor del 50%.
Hay que priorizar las acciones que contribuyan a dotar de las infraestructuras necesarias para dar respuesta a la situación que tendremos que afrontar, al tiempo que asegurar la mejor dotación de recursos humanos y materiales para ofrecer calidad y calidez en los servicios sociales y sanitarios que se van a requerir. La asistencia sanitaria en las residencias es un área claramente mejorable dado que escasean los recursos sanitarios, abunda la falta de coordinación con los servicios de salud y (al tiempo), es un problema sistémico la falta de continuidad asistencial para la gestión de la cronicidad. Ello no quiere decir que no haya honrosas excepciones ni que los profesionales no atiendan las necesidades de las personas con absoluta profesionalidad y dedicación.
Desconozco cuál es la fórmula organizativa que debe implantarse para asegurar una repuesta sanitaria de calidad a las personas que residen en estas instituciones; esta fórmula debería salir de un debate profesional y político hecho en profundidad. Pero creo que el modelo organizativo que se implante puede incorporar diferentes modalidades que sean capaces de adaptarse a la realidad de cada escenario concreto. Lo que si es cierto es que los modelos aplicados se beneficiarían de las herramientas digitales y la inteligencia artificial.
En cualquier caso, la asistencia sanitaria de las personas que viven en las residencias debiera ser una responsabilidad real y continua de los equipos de atención primaria del área geográfica en la que estén ubicadas. Con una coordinación real con los servicios hospitalarios, con un papel relevante de la enfermería para los cuidados a los pacientes y con una incorporación real y efectiva de la farmacia comunitaria y la hospitalaria.
El seguimiento fármacoterapéutico debe ser un servicio que se realice de manera sistemática para asegurar la máxima efectividad de los tratamientos y la máxima eficiencia en el uso de estos recursos. Hacerlo desde programas liderados por la Atención Primaria y contando con la farmacia comunitaria aportará calidad a la respuesta y dará el protagonismo que necesita Primaria. Y, finalmente, los cuidados ligados a la fisioterapia y la salud mental deben formar parte de la cartera de servicios que se ofrezca de manera universal.
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