El parqué
Jaime Sicilia
Siguen las caídas
ENTRE las distintas controversias habidas en los últimos años sobre el conjunto edificatorio de las Atarazanas, cabría destacar las referidas al uso, ya que se está acometiendo una rehabilitación material del edificio sin estar previstos los usos concretos a los que se destinará. El edificio es pieza fundamental de la secular historia naval de Sevilla, al tiempo que condensa la historia de la propia ciudad. Además de los valores históricos, deben añadirse los de carácter monumental y artístico, reconocidos mediante su declaración como Bien de Interés Cultural (DECRETO 518/1969, de 13 de marzo) en la categoría de monumento. Se quiere señalar en este escrito el necesario papel de la colaboración institucional para que la cultura sea la protagonista en la nueva vida del arsenal.
Tras las conocidas acciones de Ramón Bonifaz, la Sevilla alfonsí se erigió en centro de la Marina castellana al convertirse en doble sede: una industrial, con las propias Atarazanas para la construcción y mantenimiento de la flota; y otra administrativa, con la institución del Almirantazgo de Castilla. Durante el resto de la Edad Media, esta conjunción de barcos y hombres de mar procurará el protagonismo sevillano en la guerra naval: desde la prolongada Batalla del Estrecho, hasta las implicaciones de los Trastámara en conflictos europeos (que llevaron a las galeras sevillanas hasta Gravesend, a las puertas de Londres). La pacificación naval del paso entre Mediterráneo y Atlántico posibilitó la comunicación marítima entre las dos potencias comerciales de Europa: el norte de Italia y los Países Bajos, convirtiendo a Sevilla en el vértice de tan lucrativa ruta.
La caída en desuso de la galera como buque atlántico coincidió con el inicio del comercio indiano, que proporcionó nuevos usos a las Atarazanas, siempre relacionados con la Carrera de Indias: resulta muy ilustrativo el uso como almacén de los palos para reparar los buques de la Flota de Indias, como refleja en detalle la Vista de la ciudad de Sevilla de Alonso Sánchez Coello.
La obra de rehabilitación que se está llevando a cabo en las Atarazanas abre un amplio abanico de incógnitas y oportunidades. El entorno urbano en que se encuentra, entre el río, la Torre del Oro y el núcleo patrimonial más reconocible de Sevilla (Catedral, Archivo de Indias y Alcázar), convertirá a las viejas Atarazanas en un espacio con infinitas posibilidades; resulta llamativo que el propietario del edificio (Junta de Andalucía) no tenga claro el destino del mismo después de su rehabilitación, pero diversas voces locales, desde medios como Diario de Sevilla han reclamado con toda justicia su vinculación con la histórica relación entre Sevilla, América y el mar. Desde el mismo Decreto de declaración del monumento, se conminaba a que se instale allí un gran museo de carácter marítimo que pudiera dedicarse especialmente a la historia del río Guadalquivir y de las gestas marineras de Andalucía.
Desde estas líneas queremos ir un paso más allá, al entender que el principal problema que lastra la gestión del arsenal por parte de la Junta de Andalucía radica en cierto infortunio respecto al compañero de viaje escogido. La entidad bancaria a la que se había concedido la gestión del conjunto, ha sufrido diversos avatares que hemos podido seguir en prensa quedando claro que, actualmente, la asunción de un compromiso con la vocación cultural de las Atarazanas no se trata de una prioridad para dicha entidad. Han aportado fondos para la obra que se está ejecutando, pero no parece que la entidad financiera vaya a liderar de forma decidida la gestión cultural del espacio. Para que las Atarazanas vean cumplido su destino, es imprescindible buscar la colaboración de instituciones vinculadas a la cultura naval y marítima, así como a la historia de América. Y no hablamos de recursos económicos, sino de experiencia, afán de servir y amor por la cultura y la historia marítima de nuestra ciudad.
La Armada Española y la Universidad de Sevilla deben tener un papel protagonista en esta aventura. La Armada es la principal referencia para la gestión del patrimonio naval; cuenta con el Instituto de Historia y Cultura Naval, del que depende el Museo Naval y sus filiales, entre los que se cuenta nuestro modesto Museo Marítimo Torre del Oro; fue la misma Armada la que rescató dicha torre para el uso cultural que hoy recibe. Por otra parte, la Universidad de Sevilla depósito de una larga tradición científica, muy destacadamente en el campo americanista.
Suponemos que la Junta de Andalucía, responsable de las Atarazanas, estará abierta a la colaboración para un bien patrimonial cuya vocación principal no puede ser otra que servir a la cultura en su más amplio sentido.
Invitamos desde aquí a la búsqueda de la colaboración de la Armada Española y la Universidad, para llenar de vida un espacio extraordinario cuya vocación se vincula claramente a los usos culturales citados.
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