Los usos inapropiados del Alcázar de Sevilla
Amaia y Alfred
Pantalla táctil
Ahora por fin es el momento de seguir sus prometedoras carreras musicales en solitario
Ahora ya sí. Ahora son Amaia y Alfred. Al fin dejan de ser Almaia (al menos en lo artístico) para comenzar sus caminos musicales por separado. Dejan atrás Eurovisión, ese arma de doble filo que ellos no escogieron y en el que en parte los que les votamos les involucramos. Y podemos estar muy orgullosos de su paso por el Festival. Este sábado nos transportaron a las mismas sensaciones que sentimos con aquel City of Stars con el que nos encandilaron en Operación Triunfo y a aquella primera vez que escuchamos Tu canción cuando el compositor Raúl Gómez acudió a la academia para presentarles el tema. Derrocharon amor. Él con los nervios propios de alguien que está empezando y que tiene claro que quiere dedicarse a la música. Ella con el aplomo de alguien que está en el escenario como si estuviera en su casa. Porque Amaia domina los escenarios como nadie, ya sea el de Lisboa, el de los programas de televisión u otros más pequeños. Estaban guapos, las luces de los móviles en el Altice Arena ayudaban a crear la magia que no tenía la puesta en escena y esa incertidumbre por si había beso o no al final nos mantuvo a todos pendientes hasta el final. Pero en el fondo nada de esto importó demasiado. Con verles a ellos y cómo se miraban fue suficiente. Con sus voces y su naturalidad hicieron que los que vemos Eurovisión cada año recobrásemos la ilusión y que los que no lo veían desde que Rosa nos representó volviesen a sucumbir ante el evento televisivo más importante de Europa. Lo de menos es la posición en la que han quedado. Ellos ya han ganado y nosotros hemos ganado con ellos.
Además de la actuación del sábado el catalán y la navarra han participado en multitud de eventos durante su estancia en Lisboa y lo han hecho con profesionalidad, respondiendo contundentes a las preguntas y mostrándose tal y como son. Ha sido un trabajo duro y la pareja ha estado a la altura. Que la puesta en escena y la realización no eran las mejores es un hecho. Pero no es momento de empañar la buena labor de estos dos jóvenes ni con eso, ni diciendo que hubiese sido mejor que otra canción nos representara. Ni con la que ha liado Brisa Fenoy. Ese es un caso aparte que no merece la pena ni explicar.
Ahora se cierra una etapa. De alguna forma ahora sí que sí termina Operación Triunfo 2017. Pero no hay que dejar de seguir la pista a Amaia y Alfred. Ellos necesitan la música para vivir y la música les necesita a ellos. Fuera la nostalgia. Ahora es el momento de disfrutar de ellos en su esencia y de sus prometedoras carreras en solitario.
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