El parqué
José Ángel García
Retroceso del Íbex
La incertidumbre seguirá siendo la protagonista del año 2020. Tras cinco años de fuerte crecimiento, a finales del 2018 la economía mundial ,y también la española, inició un proceso de desaceleración ,que fue haciéndose más intenso en el transcurso de 2019. Aunque España ha seguido creciendo por encima de la media de la Eurozona, la desaceleración ha sido más fuerte. La previsión es que acabe el año 2019 con una tasa de crecimiento del 1,9%, casi la mitad del crecimiento alcanzado en los seis últimos años. A partir de la segunda mitad de 2018, la desaceleración económica se propagó por todo el mundo. En tan sólo unos meses se pasó de un crecimiento global sincrónico a una desaceleración mundial a distintos ritmos. Esta vez son factores políticos los que sumergen a la economía mundial en una gran incertidumbre que acaba deteriorando las expectativas de consumidores y empresarios. La guerra arancelaria global iniciada por Trump con el epicentro en China, el Brexit, la explosión de los populismos, la radicalización y fragmentación política mundial, los múltiples conflictos geopolíticos de Asia y Oriente Medio, son factores que introducen gran incertidumbre y que agravan la desaceleración de un final de ciclo económico de más de 10 años.
Esta vez es la política, no la economía, la que siembra la inquietud en todo el mundo. El epicentro de todas las amenazas era la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China. Durante todo el 2019 el miedo a una nueva recesión fue creciendo entre analistas, inversores y ciudadanos. En Estados Unidos, en una encuesta a empresarios, el 98% opinaba que una nueva recesión era muy probable en 2020. El balance de riesgos económicos y geopolíticos era de tal potencia y magnitud que, incluso con una baja probabilidad de cada uno de ellos, la recesión se percibía como inevitable. La sensibilidad frente a una nueva recesión era intensa como consecuencia de la huella y las heridas ,aún no cicatrizadas, de la reciente gran recesión. Lo que más preocupaba es que las autoridades públicas, fiscales y monetarias, habían agotado gran parte de la munición necesaria para defenderse de una nueva crisis. La deuda pública estaba en máximos y los tipos de interés en mínimos. El ciclo económico más largo de la historia reciente se había agotado. La desaceleración económica era normal como en otros anteriores ciclos. Lo extraordinario, pero probable, era que los riesgos geopolíticos fueran creciendo en intensidad hasta convertir la desaceleración en recesión. Todo iba depender de la evolución de las amenazas geopolíticas y económicas.
Sin embargo, en los últimos meses las expectativas están cambiando. Son muchos los analistas que opinan que la desaceleración está tocando fondo, y que en la segunda mitad de 2020 puede iniciarse una suave recuperación global. La razón sería que los riesgos geopolíticos más preocupantes empiezan a declinar. Trump se enfrenta a unas nuevas elecciones en 2020 y no le interesa llegar a ellas con una economía en declive. Como consecuencia de la guerra arancelaria el comercio internacional está decreciendo y afectando negativamente a los países emergentes y desarrollados, incluido Estados Unidos. Es lógico que Trump Intente recoger parte de la cosecha antes de las elecciones. Y así ha sido, en esta misma semana se ha llegado a un acuerdo con China de suspensión temporal y parcial de los aranceles. El temor al Brexit duro se ha ido diluyendo y tras la victoria de Johnson en las últimas elecciones, la salida ordenada de la UE está garantizada. Los bancos centrales han detenido la subida de los tipos de interés y han afirmado que están dispuestos a seguir apoyando la economía el tiempo que sea necesario, invitando a los gobiernos a que les acompañen con políticas fiscales expansivas y reformas estructurales. En la Eurozona cada vez es menor la resistencia de Alemania y los países nórdicos a la expansión del gasto público en infraestructuras, tecnologías y medio ambiente. El relevo en la presidencia de la Comisión Económica Europea y del Banco Central Europeo facilitará un giro expansivo de la política europea. Según las últimas previsiones la Eurozona alcanzará en 2020 un crecimiento entre el 1,1% y el 1,4%. China ha anunciado nuevas medidas expansivas del gasto público, bajadas de los tipos de interés y depreciación del yuan para mantener el crecimiento en torno al 6%. La previsión es que acabe con un crecimiento del 5,8% en 2020. La Reserva Federal de Estados Unidos ha detenido la subida de tipos de interés y ha vuelto a inyectar dinero en la economía. Las previsiones son que Estados unidos acabe con un crecimiento del 2’1% en 2020. Países emergentes como India, Brasil o Turquía también podrían mejorar su crecimiento en 2020. Son estimaciones antes de las elecciones de Inglaterra y del acuerdo parcial entre Estados Unidos y China. Las bolsas mundiales han reaccionado con notables subidas. De continuar descendiendo el conjunto de amenazas globales tanto el FMI como la OCDE podían revisar al alza sus previsiones de crecimiento para 2020.
¿Quiere decir esto que la amenaza de recesión ha desaparecido?. No. La guerra entre EEUU y China va a continuar tras las elecciones americanas y todavía está pendiente la negociación de la relación comercial entre el Reino unido y la Eurozona. Tampoco sabemos cómo van a normalizar sus políticas monetarias los bancos centrales sin provocar una crisis en los países emergentes, una vez que empiecen a subir los tipos de interés. El origen de la anterior crisis sigue vigente: la deuda global ha seguido aumentando, tanto la privada como la pública, afectando especialmente a los países emergentes que han incrementado su endeudamiento en dólares. Las ganancias de las empresas están reduciéndose y su endeudamiento ha seguido creciendo en todo el mundo. Existe el temor de que un empeoramiento de las condiciones financieras por el aumento de los tipos de interés y la restricción crediticia de la banca pueda desencadenar una ola de suspensiones y quiebras de empresas, que acabarían impactando en la liquidez y solvencia de los bancos. Los fondos de inversión están llenos de deuda corporativa y titulaciones (CLOs) de préstamos de empresas de reducida solvencia, lo que podría provocar, si las condiciones financieras se endurecen, problemas de liquidez y solvencia en los fondos de inversión. Son advertencias tanto del FMI como del Banco Internacional de Pagos de Basilea. Salvado el 2020 los riesgos a medio plazo permanecen.
En España los desequilibrios financieros de endeudamiento privado han disminuido. La deuda privada y la deuda externa se han corregido sustancialmente y la balanza en cuenta corriente, expresión de las necesidades de financiación externa, ha mejorado hasta ser positiva. No obstante el endeudamiento externo sigue siendo alto y la deuda pública se ha disparado hasta el 96,7% del PIB. La productividad de España sigue siendo baja y la reformas estructurales necesarias para su mejora no se han acometido. España sigue siendo muy vulnerable a un shock externo . La inestabilidad y fragmentación política no da esperanzas de que estas reformas se acometan. Sólo un gobierno moderado daría tranquilidad a nuestros financiadores internacionales y posibilitaría acometer las reformas necesarias para hacer frente a la próxima recesión, que afortunadamente se está consiguiendo retrasar. Un tiempo que no podemos desaprovechar.
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