Salud sin fronteras
La IA y la humanización
Entre el estupor y la vergüenza contemplamos, aquel ahora lejano 23 de febrero, como el ejército ruso bombardeaba Kiev y otras ciudades, al tiempo que desplegaba sus tropas en territorio ucraniano, devolviendo la guerra al continente europeo.
Lo que parecía una guerra relámpago, en la que Rusia 'aplastaría' la resistencia de Ucrania se convirtió sin embargo en una guerra de larga duración, para la que los expertos no vislumbran un pronto final ni una fácil solución.
Lo que sí es definitivo son los miles de muertos entre los soldados rusos y los ucranianos, pero también entre la población civil. Unos ciudadanos que se han visto masacrados en varias ocasiones, sitiados, y hasta detenidos por las tropas invasoras de Putin.
Los que decidieron no quedarse conforman hoy el mayor contingente de refugiados visto en Europa desde hace décadas. Algunos, con la estabilización del frente de guerra lejos de sus lugares de orígenes, decidieron volver. Otros cientos de miles aguardan aún en países de toda Europa un posible regreso.
La vuelta que les espera no será tampoco fácil. En muchos casos lo habrán perdido todo bajo los bombardeos. Les quedará un país arrasado y lleno de campos de minas donde antes se cultivaba buena parte del grano europeo.
Los analistas dicen que la guerra se va a alargar sin que se atrevan a poner una fecha para un armisticio. Son los mismos que argumentaron que se acabaría pronto, o que se volvería un conflicto nuclear e incluso el germen de la Tercera Guerra Mundial. Pongámoslo en cuarentena.
En estos casos más bien parece que, como no debemos estar muy contentos con la sociedad que tenemos, teorizar sobre su más que posible destrucción es un básico del argumentario a plantear a los medios, que las audiencias compran a pies juntillas.
Como escribía hace ahora 100 días, quienes pierden son las personas. De Rusia y de Ucrania. La OTAN ya preveía una larga guerra de desgaste días antes de llegar a la centena de días de combates, con una única salida: volver a la mesa de negociaciones. Más vale pronto, porque ya es tarde.
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