Zarzuela para divertirse

EL TRUST DE LOS TENORIOS | CRÍTICA

Final del primer cuadro de 'El trust de los tenorios'.
Final del primer cuadro de 'El trust de los tenorios'. / Luis Ollero

La ficha

****Humorada cómico-lírica en un acto, con libreto de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez y música de José Serrano. Solista: Amando Martín, Javier Sánchez-Rivas, Marta García-Morales, Andrés Merino, Paula Ramírez, Lorena Ávila, Alicia Naranjo y Julia Rey. Coro y Orquesta de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Dirección de escena: Marta García-Morales. Dirección musical: Elena Martínez. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 11 de octubre. Aforo: Lleno.

A principios del siglo XX la zarzuela tuvo que afrontar el reto de competir con otras formas de teatro musical que por entonces atraían al público de forma mayoritaria frente a la vieja zarzuela. Así que los creadores zarzueleros no tuvieron más remedio que tomar nota e introducir el género ligero, sus nuevos ritmos y su nueva estética descocada si querían seguir manteniendo vivo el espectáculo.

A esta mutación estética responde El trust de los tenorios, de argumento disparatado y divertido que sirve de pretexto para el desfile de cuadros de ambientaciones variadas, vestuario de fantasía y ritmos y armonías imaginativas. Claro que, para que funcione más de un siglo después, hay que saber ponerla al día. Marta García-Morales y Alejandro Rull han hecho una muy buena labor de puesta al día del texto, con gags de buen gusto pero eficaces a la hora de arrancar la carcajada del público. García-Morales ha hecho milagros para mover con fluidez y naturalidad teatral a los personajes en el exiguo espacio del escenario. Sorprendentes los cambios del rico vestuario (¡seis!) y estupendos los telones. Con su maestría habitual, Elena Martínez, consiguió un notable empaste de la orquesta y un equilibrio siempre ajustado con las voces, mostrando que con coe los secretos de la acústica de la sala y las condiciones del no-foso. Llevó siempre la música con tempos vivos y con ritmos bien marcados. La orquesta sonó con brillo en todas las secciones, especialmente en las maderas (notable solo de flauta en el preludio). Además del espléndido coro de la Compañía, hay que destacar la voz cristalina y de fraseo mórbido de Ramírez, la gracia apicarada en el decir de García-Morales en su cuplé; la nobleza y prestancia de Merino, de timbre muy redondeado y dicción clara en la famosa jota; y la voz contundente y profunda de Naranjo. Todos fueron, además, estupendos actores. Divertido y gran actor, como siempre, Amando Martín, e impagable la actuación cómica de Javier Sánchez-Rivas, alma de la Compañía.

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