Cuando la Zarzuela se ríe de la Ópera
EL DÚO DE LA AFRICANA | CRÍTICA
La ficha
****Zarzuela con libreto de Miguel Echegaray y música de Manuel Fernández Caballero. Reparto: Amando Martín (Cherubini), Carmen Jiménez (Antonelli), Francisco Sánchez (Giuseppini), Marta García Morales (Amina), Julio Nomdedeu (el Bajo), Juan A. Ortiz (Regidor), Javier Sánchez-Rivas (Inspector), Alicia Naranjo (Doña Serafina). Coro y Orquesta de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Dirección de escena: Marta García Morales. Dirección musical: Elena Martínez Delgado. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 6 de diciembre. Aforo: Lleno.
¿La ficción imita a la realidad o la realidad imita a la ficción? En 1893 se estrenaba en el Teatro Apolo de Madrid esta desternillante zarzuela centrada en los avatares provincianos de una compañía de ópera barata. Y en diciembre de 1918 actuaba en Sevilla, en el Teatro Cervantes, la compañía de Ópera Baratta, dirigida por Arturo Baratta, por cierto que con una por entonces incipiente joven soprano llamada Mercedes Capsir que al poco haría una gloriosa carrera internacional.
De las abundantes versiones zarzueleras a lo cómico de óperas famosas, La corte de faraón y El dúo de La Africana son las más desternillantes, aunque esta última es la que mejor imbrica el mundo de la Zarzuela con el de la Ópera. Y así, desde la parodia, ha entendido Marta García Morales su dirección de escena, llena de gags, de situaciones embarulladas, de chascarrillos y comicidad perfecta. Hay que elogiarle el sacar partido escénico del reducido espacio disponible en el que aún así pudo lucir el nuevo telón que representa precisamente la sala del antiguo Teatro Álvarez Quintero vista desde el escenario. Tuvo a su disposición a muy buenos cantantes-actores, con un Amando Martín incansable y una Alicia Naranjo de rompe y rasga (y espléndida voz en su cameo de la canción de Paloma). Carmen Jiménez puso toda la sal sevillana en el personaje de la Antonelli, con bella voz y soltura escénica. Francisco Sánchez, por su parte, volvió a demostrar el gran actor cómico que es, además de un tenor lírico muy apropiado para la zarzuela, aunque algo apurado esta vez por estrangulamiento en la franja más aguda. Marta García también brilló como Amina actoral y vocalmente (sensual y divertida a la vez su canción babilónica). Fue un placer disfrutar de un bajo de verdad y de emisión clara como Nomdedeu en la romanza de Simpson intercalada. Estupendo también Juan A. Ortiz y descacharrante como siempre Sánchez Rivas. Sigue sorprendiendo la brillantez del coro, especialmente el femenino, así como el empaste de una orquesta llevada con mano firme y sentido del ritmo por Elena Martínez en los aires danzables, sobre todo en esos valses que tan bien se le daban a Fernández Caballero y que la directora llevó con elegancia y rubato muy vienés.
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