Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
SOMBRA SOSEGADA
El verano es un tiempo que despierta afectos, pero también antipatías. Se podría hacer una división entre aquellos que son simpatizantes de esta época y aquellos que prefieren ser opositores a la causa. Las razones de tal o cual elección –si nos ponemos sesudos nos iríamos a análisis de envergadura- dependen de multitud de factores. Yolanda Morató, que nació en Huelva, en una provincia de connotaciones veraniegas, está adscrita a ese movimiento de personas que disfrutan más de otras estaciones. "El verano no es santo de mi devoción. Lo paso mal con el calor", declara la traductora y poeta, profesora titular en el departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Sevilla y disidente del verano sureño. De niña pasó los meses de vacaciones en La Antilla, y también en Punta Umbría, pero pronto cambió estos lugares de playa por otras costas más lejanas, como la de Brighton, o por ciudades como Manchester o Hale.
Para Yolanda Morató, los veranos de su adolescencia y primera juventud –que son los veranos que cuentan- están ligados a la formación, al estudio, a la lectura. Y al país cuya cultura marcó la profesión y la vocación: Inglaterra. Primeros poemas de Emily Dickinson, también de Jaime Gil de Biedma, y una serie de escapadas que poco a poco hicieron a la investigadora de hoy –con su extraordinario currículum-. "El recuerdo que tengo del verano como adolescente fue la primera vez que fui a Inglaterra. Como sabía lo que quería estudiar y no tenía buen nivel, como todos los que estudiamos idiomas en los años ochenta, me empeñé y me marché. Mis veranos están unidos a pasar tiempo en Reino Unido", apunta Morató. Y continúa diciendo: "Al llegar allí, a Reino Unido, en uno de estos veranos, compré un libro de Emily Dickinson. Supongo que entendí que me iba a ser más fácil comprender lo que me decía, cosa que como hoy día sabemos tú y yo no es verdad. Pero en apariencia la sintaxis parecía más simple. Fue mi primer libro de poemas, y de alguien que escribe en inglés".
Yolanda Morató tiene esa capacidad que admiramos en los poetas: crear nuevas imágenes –nuevas definiciones- con las palabras de siempre. Así, tras pensar pocos segundos, concluye entre risas que "el verano es un sitio donde la luz nubla la razón". Sin embargo, es en verano, es este 17 de julio, cuando llega a las librerías su último libro –sin razones nubladas-: Manuel Chaves Nogales. Los años perdidos (1940-1944) (Renacimiento). Un trabajo de investigación en el que Morató reconstruye la etapa londinense del periodista sevillano. Una etapa como el tiempo en la capital de Reino Unido: con nubes y claros. No mucho se ha contado acerca de la vida de Chaves Nogales en aquellos años de la Segunda Guerra Mundial, cuando huye de París para instalarse en Londres, ejerciendo como redactor de la agencia AFI, es decir, trabajando para el Ministerio de Información británico. "Lo que me lleva a esta investigación es dar a conocer que lo que nos han contado sobre Chaves no tiene fundamento para alguien que conozca la época", añade la autora.
Cuenta Yolanda Morató que "lo primero que me lleva a investigar la vida de Chaves Nogales fue la traducción que me encomendó el editor David González Romero con el libro La España de Franco". La autora entiende que no se sostiene cómo Chaves
Nogales "puede llegar a un país que desconoce [Inglaterra], comenzar a vivir en un sitio de manera instantánea y tener un trabajo de la noche a la mañana en un edificio que es uno de los más importantes de la capital. Como trama argumental es poco sólida", asegura.
Esta "gran laguna de los años de Londres" –en palabras de Yolanda Morató– es lo que se ha pretendido aclarar en esta biografía. Además, se corrigen datos erróneos sobre la vida Chaves Nogales. Por ejemplo, cómo se desarrolla el viaje que lo lleva de Burdeos hasta Londres. O cómo se desenvuelve en el oficio de periodista en la ciudad británica. Se ha afirmado que Chaves montó su propia agenda de prensa, hecho que en esta biografía se demuestra que no es cierto. "No es creíble que alguien que ha sido director de periódicos, que ha viajado por toda Europa, de repente monte una agencia para ver si alguien le da trabajo de traducciones. Es poco consistente", sostiene Morató. "Por otra parte, he descubierto quinientas crónicas no publicadas. Lo digo con humor: la obra completa que se conoce hasta ahora es media obra… Pues hay el mismo número de artículos sin recopilar que recopilados".
Lo que está claro es que Chaves Nogales "trabaja para un engranaje bien engrasado, la agencia AFI" y que colabora con el Ministerio de Información británico. Llegados a este punto asoman las dudas: ¿es el periodista un espía en la guerra? ¿Su labor consistió en la propaganda, en lugar del periodismo? ¿Cómo si no el gobierno de Reino Unido concede tantas facilidades, un trabajo y un techo? Yolanda Morató descarta el espionaje –aunque esta fuese una práctica constante en la guerra y en gente cercana a Chaves– e igualmente declina la idea del periodista adscrito a la propaganda. Si bien es cierto que cree que "no sería justo decir que Chaves Nogales se entrega ciegamente al bando aliado, pero tampoco debemos construir una imagen del autor como periodista independiente". El periodista entiende este oficio como lo que es, un trabajo. Un trabajo con el que "le da dinero a su familia, con una hija recién nacida", apostilla Morató.
Otro relato –aunque a la autora de la biografía no le guste este término, tan de moda hoy– que se desmonta en el libro es el que asegura que Chaves partió de Francia sin contactos, sin nadie que lo ayudara en Londres. "Chaves se va de París como se fue de Madrid, en un coche. Ya sale con un grupo de gente. Chaves toma decisiones apoyado, no es un lobo solitario, y sale de París con la gente de la embajada". Entre esa gente se encontraba George Orwell. "Cuando el periodista sevillano llega a Londres con la gente de la embajada tiene alojamiento durante unos días y después es el Ministerio el que coloca a todas esas personas", prosigue la autora.
La traductora y poeta Yolanda Morató recordará este verano como aquel en el que publicó su biografía de Manuel Chaves Nogales. Sobre los años más desconocidos del periodista. Con una trama por la que discurren nombres que aún nos resultan una incógnita. Y demostrando que la vida y obra de Chaves no es un asunto cerrado. Y que aún queda mucho por descubrir.
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