Plastilina inteligente

Se cumplen ahora 35 años de la primera aparición Wallace & Gromit en el catálogo de memorables creaciones animadas en plastilina y stop-motion de la factoría británica Aardman, y 32 desde aquellos Pantalones equivocados (1992) que lanzaron a la fama mundial a los personajes y a su animador Nick Park. Luego llegarían numerosos cortos y series en franquicia, los largos de Chicken Run, Ratonpolis, Cavernícola, Piratas o la Oveja Shaun, todos ellos fieles a una misma esencia artesanal, paródica, slapstick y de ambiente netamente british contra toda tentación tecnológica o globalizada a pesar de sus nuevas alianzas comerciales.

Y para celebrarlo, y coincidiendo siempre con las fechas navideñas, ya está disponible en Netflix una nueva aventura larga (lo justo: 72 minutos) de la entrañable y hogareña pareja que busca, después de algunos traspiés recientes que pecaban de cierta saturación de estímulos, retornar a los orígenes como la mejor fórmula para el éxito y el mantenimiento de los valores plásticos y culturales de la marca.

La venganza se sirve con plumas recupera como antagonista al astuto pingüino ladrón Feathers McGrath e integra los temores ante la Inteligencia Artificial en una historia también protagonizada por una banda de gnomos-robots que amenazan con desestabilizar la apacible vida de nuestra pareja y desvirtuar el alma de inventor del bueno de Wallace. Una vez más, el perfecto y detallado diseño de producción, personajes (¡esa pareja multicultural e intergeneracional de policías!) y gadgets se equilibra con la expresividad animada marca de la casa, un prodigioso sentido del montaje y las numerosas citas, homenajes y guiños al cine de género o al universo adulto (de Virginia Woolf a la saga Bond, de los gags de Jerry Lewis a la música de Bernard Herrmann o los inquietantes muñecos ventrílocuos) que hacen de esta aventura blanca un continuo disfrute para públicos de cualquier edad y condición.