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La voz de la mujer medieval

ALIA MUSICA | CRÍTICA

Un momento del recital de Alia Musica en San Luis de los Franceses. / Lolo Vasco/Archivo Femás
Juan Ramón Lara

29 de marzo 2019 - 14:03

La ficha

*** Alia Musica. Femás 2019. Programa: Obras de Hildegard von Bingen, Beatriz de Día y anóonimas medievales de los manuscritos de Las Huelgas, Salamanca, París y Ripoll. Alia Musica (Vox Feminae): Carolina del Solar, Albina Cuadrado y Helia Martínez, canto. Esperanza García-Salmones, canto y órgano portativo. Director: Miguel Sánchez. Lugar: Iglesia de San Luis. Fecha: Jueves 28 de marzo. Aforo: Lleno.

Orillado durante siglos por la historiografía musical, el papel de la mujer en la música culta –inevitablemente relevante desde lugares como el importantísimo monasterio medieval de Las Huelgas– es reivindicado hoy por un justo revisionismo. El códice del siglo XIV del cenobio burgalés es uno de los más importantes del Ars Antiqua europea, y sus monjas hubieron de ser protagonistas de su ejecución y composición.

Para interpretarlo, Miguel Sánchez ha adaptado su ya veterano conjunto, Alia Musica, para convertirlo en un cuarteto exclusivamente femenino de notable homogeneidad tímbrica y amplitud de registro en las voces, dirigido por él exclusivamente en los ensayos (no en escena). Lo expuesto de un orgánico polifónico tan agudo hace admirable el buen empaste del conjunto, su estable afinación (bien sostenida por el buen legato general y una sólida Helia Martínez) y la belleza del sonido, apoyada en la muy apropiada acústica de San Luis. Esas virtudes, adecuadas para el repertorio religioso escogido y unidas a un latín pertinentemente pronunciado a la española, lucieron sobre todo en las obras más densas y animadas rítmicamente del programa, como los motetes politextuales o Sancta Mater/Dou way Robin.

Muy típica de la ortodoxia de la llamada música antigua, la forma de cantar de que disfrutamos anoche tiene también sus limitaciones; el oyente echa en falta una mayor gama de colores y dinámicas, y recursos vocales que vuelen más allá de lo textual: quién puede negar que ya los había en la Edad Media, que permitían contrastar un glorioso Amen con un introspectivo canto melismático, y que habrían enriquecido un programa (polifonía vocal sin descanso) muy para musicólogos y exigente para el oyente.

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