La voz de Inés
INÉS DE ULLOA / CRÍTICA DE TEATRO
La ficha
**** ‘Inés de Ulloa’. Jóvenes Clásicos. Autor: Sergio Rubio. Director: Pedro Hofhuis. Intérprete: Lorena Roncero. Voz en off: José Carlos Cuevas. Iluminación y sonido: Pedro Hofhuis. Vestuario: Isabel Alba. Vídeo y fotografías: Miguel Ángel Almanza. Ayudante de dirección y distribución: José Carlos Cuevas. Lugar: Teatro La Fundición. Fecha: Viernes, 4 de octubre de 2024. Aforo: Medio.
El patriarcado y el machismo han ido forjando una serie de mitos a los que la literatura les ha dado consistencia, belleza, profundidad y, sobre todo, divulgación. Si Shakespeare tiene a su Otelo, el hombre celoso capaz de matar a Desdémona con la única razón de que le pertenece. Los italianos a Casanova, los españoles hemos sentido siempre orgullo de nuestro Don Juan. Un personaje que ha contado con patente de corso para ser llevado a la escena todos los primeros de noviembre haciéndolo coincidir con el día de los Difuntos por la relación que la obra mantiene tanto con la visita del personaje al cementerio donde yacen sus víctimas como el propio argumento del convidado de piedra.
Este personaje que se hacía simpático, reivindicado por el romanticismo, gracias a José Zorrilla, como hombre que desafía la moral y la religión pero que, sobre todo, se vanagloria de haber burlado a un sinfín de mujeres creó un mito, el hombre seductor que, gracias a su presencia física y a un verbo arrollador conquistaba mujeres de todo tipo. El paso del tiempo, la necesaria evolución de nuestra sociedad le ha ido dando la razón a Gregorio Marañón que definió a don Juan como inmaduro biopsicosexual indicando que “ La conducta don juanesca no busca sexo sino el placer ocasionado por el sentimiento de autoafirmación gracias a la humillación femenina”.
Es en esta línea donde se enmarca esta preciosidad escénica que es Inés de Ulloa y que pudimos ver anoche en el Teatro La Fundición y que estará hasta el domingo. Un trabajo íntimo escrito por Sergio Rubio que ha tenido en cuenta los textos de Zorrilla y Claramonte, la dirección exquisita de Pedro Hofhuis y la interpretación soberbia de Lorena Roncero.
La compañía Jóvenes Clásicos, liderada por José Carlos Cuevas, se ha especializado en hacer teatro contemporáneo a través de nuestros clásicos y nos presenta a una doña Inés mayor, retirada en un convento que recibe la visita de un personaje con el que entabla una conversación en la que nos va descubriendo la verdad de Tenorio.
La fuerza de Lorena Roncero nos llega gracias a su voz preciosa y enérgica que modula con virtuosismo y su dominio corporal que nos sumerge en su universo de mujer maltratada y violada que ha sabido recomponerse ante la figura de su verdugo. Pedro Hofhuis la dirige con sabiduría en un espectáculo que no para de proponer ideas y que dialoga con el espectador sacándonos de nuestro estado de confort de una manera continua gracias al lirismo clásico que refleja la escritura de Sergio Rubio.
No todos los días uno percibe el acierto de todo lo que acontece en escena, en notar como cada uno de los elementos teatrales está en absoluta función de la obra y, como ocurre en esta ocasión lo consigue. Con una iluminación eficiente, el vestuario de Isabel Alba nos sirve para seguir la propia transformación de Inés, liberando a la mujer de su hábito de monja, cubierta como si fuera un burka, hasta dejarla vestida sin complejos dispuesta a enfrentarse a una nueva vida. La cama, como único escenario junto a una mesita, un humilde jergón que llena la celda de la monja es deconstruida y convertida en celosía, en ventana, en camino por el que escapar, en lienzo de textos, en puerta a otros mundos. Un acierto espectacular para esta obra que parece no tener pretensiones por su formato pero que consigue todas sus aspiraciones. Teatro clásico contemporáneo, interpretación de Lorena maravillosa y un mensaje que entronca con aquel don Juan de Blanca Portillo que nos maravilló a unos y encendió a otros pero que Jóvenes Clásicos parece tener muy claro. Darle la oportunidad de hablar a las víctimas, nada romantizadas, de los don juanes que campan todavía por nuestras calles. Por fin oímos la voz de Inés.
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