"Me voy con alegría y sin resentimientos"
Recuperamos la entrevista que el actor concedió en 2007 al Grupo Joly, en la que anunciaba su retirada.
Prefiere que le llamen cómico a que le consideren actor. Alfredo Landa (Pamplona, 1933) debutó como extra en La vuelta al mundo en 80 días de Michael Todd en 1956. Desde entonces ha participado en unas 140 películas. Ayer, el Festival de Málaga le rindió tributo con un monolito en el Paseo Marítimo y su Biznaga de Plata; el protagonista de El crack, premiado en Cannes por Los santos inocentes, anunció su definitiva despedida del mundo del cine.
-¿Mantiene en firme su decisión de retirarse?
-Absolutamente. Cuando esta tarde reciba el premio, anunciaré mi adiós tajante y rotundo. Soy un hombre de palabra. Me gusta cerrar los negocios con un apretón de manos. Luz de domingo, de José Luis Garci, que se estrenará próximamente, será mi última película.
-Algo habrá que podría hacerle cambiar de opinión...
-Nada, nada. No es un capricho ni nada negativo, es una decisión adoptada después de una reflexión muy profunda. Si hoy mismo me llamaran Steven Spielberg o Martin Scorsese, les diría "lo siento, no tenéis nada que hacer conmigo".
-¿Ha hecho justicia el cine español con Alfredo Landa?
-El cine español me ha dado mucho, más de lo que yo habría sido capaz de pensar. Ha sido generoso. Me ha dado toda suerte de satisfacciones. Lo bonito de esto es irse con alegría y la satisfacción en el cuerpo. Lo jodido de una retirada es que haya algo de resentimiento, pero no es mi caso. He hecho buenos amigos, he hecho buenos compañeros y buenas y malas películas, aunque todo lo que he hecho es digno. Ésa es la palabra que lo resume todo, dignidad.
-¿A qué se habría dedicado de no haber sido actor?
-No lo sé. Me hacen esa pregunta muchas veces. A lo mejor te parece una estupidez, pero pienso que habría sido un vagabundo, porque es lo más bonito que se puede ser en la vida. Un espectador sin obligaciones, sin nada que le concierna, capaz de ver la vida con amor y respeto. Es más, también me preguntan a menudo qué papel me habría gustado hacer en el cine y siempre me decanto por el de vagabundo.
-¿No preferiría un personaje histórico, como la mayoría de los actores de su generación?
-No, no. Insisto en el vagabundo, alguien que viva bajo las estrellas, sin obligaciones. Yo haría oposiciones para vagabundo.
-¿Y qué hará a partir de ahora?
-Nada. Ése es mi gran hobbie, no hacer nada. Nada que te obligue a hacer algo distinto a lo que te apetezca. Esta profesión es maravillosa, pero es muy absorbente. Me he dado cuenta de que, además del cine, hay muchas cosas y ahora tendré tiempo para ellas, pero si no me apetece hacer nada, pues no lo haré.
-Querría remontarme a sus comienzos, cuando compartía piso en Madrid con Elías Querejeta...
-Calle Antonio Acuña, número 13. Por el año 1959, más o menos. Fue una buena época. Cada noche, después de cenar, Elías y yo discutíamos sobre cine hasta altas horas de la madrugada.
-¿Es hoy el Alfredo Landa que quería ser entonces?
-Hombre, entonces no podía imaginarme nada de esto. Si alguien me hubiera dicho que en 2007 me iban a hacer un homenaje en Málaga por toda mi carrera, no lo habría creído. Lo que sí puedo decir, a boca llena, es que la vida me ha sonreído. Llevo 46 años casado con la misma mujer y estamos mejor que el primer día. Es verdad que hay que saber escoger, pero lo cierto es que he tenido mucha suerte y que soy un hombre de estrella. Todo me ha salido bien.
-¿Alguna vez lo habría mandado todo a hacer puñetas?
-Mira, cada mañana me levanto, me limpio los dientes y me miro al espejo, y siempre estoy de acuerdo con quien se refleja. Uno no puede estar harto del oficio que ha escogido.
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