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Un Vivaldi con guasa sevillana

Orquesta Barroca de Sevilla | Crítica

Ruibérriz y la Orquesta Barroca de Sevilla / Luis Ollero

La ficha

ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA

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Temporada 2024/25 de la OBS

Rafael Ruibérriz de Torres, flauta travesera barroca. Orquesta Barroca de Sevilla. Stefano Rossi, concertino-director.

Programa: Il Gardellino. Antonio Vivaldi (1678-1741): Seis conciertos para flauta, Op. 10, y conciertos para cuerdas en do mayor RV 114 y en sol menor RV 156.

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 16 de noviembre. Aforo: Lleno.

A un mundillo, el de la música barroca, que comienza a dar síntomas de agotamiento y estandarización, propuestas como la de anoche le vienen como refrescante agua de mayo. Rafael Ruibérriz regó de imaginación cada compás de los —bien conocidos— conciertas para flauta travesera de Vivaldi, convirtiendo así unas obras a punto de cumplir tres siglos en una orgía de sorpresas, improvisaciones, ornamentaciones, humor y golpes de efecto.

Semejante forma de actuar sería una blasfemia al tocar música de Bach, pero es lo más apropiado para la muy teatrera de Vivaldi, y más aún si se trata, como era el caso de la primera parte del concierto, de música programática. Para hacerle justicia Ruibérriz utilizó una enorme paleta de recursos sin salirse de la ortodoxia del estilo, desde creaciones melódicas improvisatorias a todo tipo de trinos, trémolos, vibratos y juegos de timbre (hubo jilgueros, pero también patos), al servicio de una lógica musical a veces dramática, muchas más cómica, y siempre apropiadamente efectista.

La segunda mitad del concierto, ya música pura sin referencias externas, dio ocasión a flautista y orquesta de lucir refinamiento musical y solidez técnica, especialmente en el asordinado quinto concierto, de delicados unísonos y conjunción casi milagrosa cuando se juega mucho con el tempo, lograda gracias a una cómplice dirección de Rossi. Fue un gusto también ver el Espacio Tnina lleno por fin a rebosar, y el público reaccionó con justo entusiasmo a la exhibición de sus artistas. Una adornadísima versión del célebre movimiento lento del concierto RV443 abrochó con brillantez una feliz noche musical.

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