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‘Visillo’ y el gozo libre de culpa

Danza

La compañía de Baldo Ruiz y Paloma Calderón presenta en el Central una obra sobre el placer de las mujeres y el tabú que lo rodea

Un invierno con Manolo Summers

Entrevista con Sara Socas

Sonia Astacio, coautora de la dramaturgia, y el director y coreógrafo Baldo Ruiz, fotografiados ayer en el Teatro Central. / Salvador Gil

Con Cortejo, una indagación en las tensiones y los desencuentros de una pareja más allá del ímpetu del amor romántico, Baldo Ruiz y Paloma Calderón confirmaban que, más allá de su talento para la danza, poseían una rara intuición para retratar las turbulencias del corazón humano. Tras aquel espectáculo, que estuvo entre los finalistas de los Premios Max y fue reconocido en los Premios Lorca, el tándem vuelve con Visillo, una pieza estrenada en octubre en los Teatros del Canal de Madrid y que este fin de semana llega al Teatro Central con las entradas agotadas.

Esta vez, la compañía emprende una investigación sobre "el placer íntimo de las mujeres" y explora cómo la búsqueda del gozo ha ido acompañada de una punzada de remordimiento, un componente de extrañeza. En esta ocasión Baldo Ruiz se coloca "fuera", y el director y coreógrafo no participa como intérprete: junto a Paloma Calderón toman el escenario las bailarinas Sara Canet y Cristina Maestre, quienes emprenden un viaje sobre el aprendizaje que supone para toda mujer convivir con el propio cuerpo, despojarse de la herencia de la culpabilidad y comprender que elegir ser libres es el único camino hacia la plenitud. Las protagonistas de Visillo, anticipan las notas del montaje, han roto esa reserva que trata el sexo como tabú, persiguen la satisfacción "sin sentirse extrañas mi juzgadas", "habitando sus cuerpos como brujas que invocan una libertad salvaje".

Un singular aquelarre en el que las tres protagonistas encarnan un sentimiento colectivo: Visillo se inspira en el testimonio de otras muchas mujeres. Sonia Astacio, que firma la dramaturgia con Eloína Marcos y Baldo Ruiz, cuenta que realizaron encuestas con participantes "de generaciones, procedencias, orientaciones sexuales distintas, pero todas habían vivido lo mismo: ese proceso de conectar con el placer pero sentir culpa, no querer reconocer ante las otras esa parte de ti. Una vez superado eso te das cuenta de que las demás han tenido una evolución similar", analiza Astacio. Por eso la obra se divide en cuatro capítulos, aparte de un prólogo y un epílogo, concernientes a la culpa, la soledad, la hermandad y el placer, e incorpora en un pasaje los audios de esas mujeres. "Cuando escuchamos esos testimonios nos dijimos: Esto es oro. Teníamos que utilizar ese material", recuerda Ruiz.

La obra se inspira en el testimonio de mujeres que percibían su placer con culpa y con reserva

El sevillano, que ha colaborado a lo largo de su trayectoria con otros creadores como Wim Vandekeybus, Isabel Vázquez o Chevi Muraday, admira la valentía con la que su reparto se ha entregado a la causa. "Ellas se exponen no sólo físicamente, también interiormente, comparten su sentir a través de los cuerpos", señala Ruiz, que desdice "ese tópico que cree que los bailarines no tenemos pudor, porque lo cierto es que la mayoría somos tímidos y nos cuesta expresarnos de una manera íntima ante el público".

Visillo, un título que han elegido por su simbolismo –"descorremos la cortina y enseñamos qué hay detrás"–, generó muchas dudas a Ruiz "porque en escena estaban tres mujeres y tenía que coreografiar para el cuerpo de ellas. Pero investigando caí en que el placer femenino, que una mujer se muestre más sensual o sexual, siempre ha sido contemplado con recelo, como algo políticamente incorrecto, y era desde ahí desde donde debía trabajar. Digamos que la incorrección política es la esencia de la coreografía. Se suele pensar en la danza como un despliegue acrobático, pero aquí hay mucho movimiento que parte de lo orgánico, de la naturalidad de los cuerpos".

Fotografía de un ensayo de ‘Visillo’ con las tres intérpretes, Paloma Calderón, Sara Canet y Cristina Maestre.

Aunque Visillo, para la que se han aliado GNP Producciones y el Centro Coreográfico Canal, ya tuvo su estreno en Madrid, Ruiz observa las funciones de Sevilla con el nerviosismo de las citas importantes. "Aquí está la gente que forma parte de nuestra vida, de nuestro círculo artístico, y esta es una obra que hemos hecho con sinceridad y amor. Independientemente de lo que digan las críticas o del gusto de cada uno, mi deseo es que los espectadores reciban este trabajo con el mismo cariño que hemos volcado en él".

Visillo coincide este fin de semana en el Central con Las niñas zombi, la primera creación de Celso Giménez en solitario al margen de La Tristura, que se verá en la chácena del teatro, y en la que el autor se pregunta "cómo afectan a nuestras vidas la herencia y las genealogías".

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