La vida iluminada
'La filosofía del vino'. Béla Hamvas. Trad. Adan Kovacsics. Acantilado. Barcelona, 2014. 128 páginas. 12 euros.
En virtud de un movimiento inverso pero comparable al que llevó a tomar distancia de la religión a los opositores de las dictaduras, por ejemplo la franquista, que convirtieron al clero en uno de los pilares del Estado, muchos disidentes de las repúblicas del Este reaccionaron contra el ateísmo oficial, impuesto por la dominación soviética, abjurando del materialismo supuestamente científico que se enseñaba en las escuelas. Defensor de una religiosidad libre de moralina, el húngaro Béla Hamvas cultivó un pensamiento de corte espiritualista que tendía puentes con las tradiciones orientales y abordaba lo sagrado como una dimensión irrenunciable del ser humano, pero lo que distingue a su Filosofía del vino de otras celebraciones de la ebriedad no es tanto la insistencia, ya señalada por los antiguos, en este carácter sagrado como la marcada beligerancia del autor -censurado por las autoridades que lo expulsarían de la biblioteca donde trabajaba- contra los integristas que en todo tiempo han combatido el placer, la embriaguez o hasta la alegría.
Ese tono belicoso, que no sería excesivo calificar de panfletario, junto al humor, son las virtudes mayores de un "libro de plegarias para ateos" -así lo define el propio Hamvas- que hilvana argumentos, divagaciones, exabruptos y arbitrariedades. No se trata, por fortuna, del libro de un enólogo convencional, aunque contenga un esbozo de catálogo sobre los vinos húngaros y consejos muy precisos sobre la manera, el lugar o el mejor momento de trasegarlos. Más que en su peculiar metafísica o en sus pintorescas observaciones sobre, por ejemplo, la lubricidad femenina, Hamvas brilla cuando reivindica el conocimiento y el disfrute de los sentidos frente a la "enfermedad de la vida abstracta" que aqueja al terrible linaje de los puritanos, categoría en la que incluye a los ateos, los pietistas (exponentes de la mala religión) y los adeptos al cientifismo. Bebed vino, les dice, pues "la ebriedad no es otra cosa que la forma superior de sobriedad, la vida iluminada". Deliberadamente escandaloso, el opúsculo de Hamvas mantiene su fuerza provocadora ahora que ha rebrotado el puritanismo, de la mano de apóstoles redichos con aspiraciones vagamente justicieras. No sabemos si beben, pero una de las cosas que inspiran desconfianza es que parecen siempre enfadados.
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