La primera música global

JOVEN CORO DE ANDALUCÍA | CRÍTICA

García de Paz y el Joven Coro de Andalucía en la catedral.
García de Paz y el Joven Coro de Andalucía en la catedral. / Federico Mantecón

La ficha

****Polifonías de ida y vuelta. Programa: Obras de Juan Gutiérrez de Padilla, Francisco López Capillas, Francisco Guerrero, Alonso Lobo y Tomás Luis de Victoria. Director: Marco A. García de Paz. Lugar: Catedral de Sevilla. Fecha: Lunes, 30 de diciembre. Aforo: Lleno.

En los galeones españoles no sólo llegaron a América conquistadores, colonos o religiosos. También llegaron allí músicos y músicas, libros de coro, instrumentos, compositores, ministriles y cantores para las capillas musicales de las catedrales erigidas al otro lado del Atántico. Y más allá, porque desde Filipinas hasta la Península Ibérica, con todo el Nuevo Mundo de por medio, desde mediados del siglo XVI se escuchaba el mismo tipo de música, se componía en el mismo estilo, en un juego de espejos sonoros realmente fascinante.

Y como muestra este concierto que sentaba a dialogar y a cantar a compositores peninsulares de los siglos XVI y XVII con sus homólogos en México, en la Puebla y el México capital de Juan Gutiérrez de Padilla y Francisco López Capillas en comunidad musical con la Sevilla de Guerrero o Lobo y el Madrid de Victoria.

Arrancó el programa con el tono festivo de los bellos diálogos entre dos coros de de Padilla, pieza en la que ya se pudo apreciar el sólido empaste y el brillo del coro sustentado sobre voces con colores propios pero unificadas en materia de articulación y fraseo. Destaca la solidez de las voces graves (contundentes bajos en In horrore) y la precisión en las entradas, así como la ductilidad para seguir algunos cambios de dinámicas de gran efecto retórico (Tristis est de Gutiérrez de Padilla y Versa est in luctum de Victoria, por ejemplo). No se recrea en exceso García de Paz en tempos demasiado solemnes. Por el contrario, imprime un pulso vivo no exento de delicadezas como los ataques en piano de las letras hebreas en la lamentación de Guerrero, para ir creciendo el sonido paulatinamente, igual que en el Jerusalem convertere final. Fue un acierto situar una a continuación de otra las tres versiones de Versa est in luctum, comenzando por la más famosa, la escrita por Alonso Lobo para las exequias sevillanas de Felipe II y seguida de las de Gutiérrez de Padilla y de Victoria: diversas expresiones musicales para un mismo estado de ánimo luctuoso, todas igualmente bellas y cerradas a la perfección con un sonido aterciopelado por el coro. García de Paz jugó con eficacia con los cambios de ritmo en Cui luna de López Capillas, con una respuesta precisa y unánime por parte de las voces. Sólo se apreciaron pasajeros desencuentros de afinación en el inicio de la Salve Regina de Victoria, rápidamente solventados en una pieza en la que las voces lucieron definición del sonido y seguridad en la articulación en los ataques en piano.

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