Salir al cine
Artistas bajo la carpa: perplejos
Con todas las de perder | Poemario
Había escrito algunas soleares y otros poemas con intención de copla, que aparecieron espigados en algunos de sus mejores libros como Las cosas por su sombra, Taberna inglesa o La mesa italiana. Pero fue a raíz de fallecer su madre cuando Víctor Jiménez (Sevilla, 1957) comenzó a componer soleares específicas sobre el tema de la muerte que se prestaban bien a ser cantadas y compartidas. La soleá es, según la definición de la RAE, un palo flamenco de carácter melancólico, en compás de tres por ocho, que suele versar sobre los temas de la soledad y el desengaño. De los tres versos (generalmente octosílabos o hexasílabos) que componen esta estrofa, el central siempre queda suelto y riman el primero y el tercero. "La habitación de su muerte/ y en la puerta el mismo número/ del cupón que jugó siempre".
El nexo entre el óbito y la suerte, el paso del tiempo, las mudanzas de la fortuna, los amores difíciles, fueron algunos de los asuntos con los que Víctor Jiménez comenzó a emborronar sus cuartillas en un proceso personal de búsqueda y de reflexión que lo llevó a expresarse íntegramente en soleares por primera vez. "Cuando me di cuenta tenía muchas escritas y vi que podían relacionarse muy bien con los grandes temas que he abordado en mi obra: la infancia, la vida, el amor, el paso del tiempo y la muerte. Pero aquí también he incluido una sección dedicada a la propia poesía. Nunca había divagado en mis libros sobre la condición de poeta pero tenía mis propias ideas y me resultó interesante expresarlas de esta forma", explica el también codirector de la colección Ángaro de poesía.
En su nuevo poemario Con todas las de perder el lector encontrará aforismos sentenciosos frente a otras soleares más sugerentes que se prestan a interpretaciones personales. "He intentado que haya soleares clásicas y rotundas junto a otras abiertas que cada uno pueda leer a su antojo", expresa Jiménez, que incluye aquí ciento dos soleares inéditas y recupera diez procedentes de sus anteriores obras, como unos ya célebres versos asociados con su infancia en el que fue un barrio torero y artillero separado por las vías del centro de Sevilla. "Puente aquel de San Bernardo,/ todavía pasa el tren/ de mi infancia por debajo".
Con todas las de perder es el resultado de un feliz encuentro entre tres reconocidos poetas andaluces: el propio Víctor Jiménez, el también sevillano Juan Lamillar, autor de los diez collages o poemas visuales que ilustran este hermoso volumen, y el jerezano José Mateos, director editorial de Canto y Cuento donde el libro conoce ya su segunda edición.
El también poeta y periodista Antonio García Barbeito aporta al conjunto un excelente prólogo donde reflexiona sobre ese "latigazo de tres versos que suenen como el restallar de una soleá". Barbeito defiende el carácter mayor de la copla y de esos versos que suenan como tal en los libros de poetas andaluces como Bécquer, García Lorca, los Machado, Juan Ramón Jiménez, Alberti, Pemán, Cernuda, Montesinos y ahora Víctor Jiménez, "poeta culto, enorme en el arte mayor, que tiene dentro sonidos de copla".
La selección de los versos que el lector encontrará en este libro la ha realizado José Luis Rodríguez Ojeda, un reconocido flamencólogo y escritor cuya poesía han grabado más de 20 cantaores. Fue él quien además sugirió a Jiménez que contara con el veterano guitarrista Eduardo Rebollar y con el joven cantaor Edu Hidalgo para interpretar por primera vez ante el público estas soleares o coplas. El prodigio se produjo semanas atrás en el Ateneo de Sevilla, en un acto multitudinario para el que se agotó el aforo, y donde el público descubrió que Jiménez escribe estrofas muy hermosas y otras que parecen más sencillas sobre el papel pero se tornan sobrecogedoras cuando se cantan por estilos como la soleá de Triana o la de Alcalá. "Un minuto de silencio, y cuando pasa el minuto, nadie se acuerda del muerto", resonó en el Ateneo en la garganta de Edu Hidalgo, profesor de Telecomunicaciones y que apunta maneras de gran figura.
Víctor Jiménez no ha perdido la curiosidad infantil ante los prodigios cotidianos ni la capacidad de anudar su memoria al tiempo histórico. "Supo el niño con los años/ que las riadas de la vida/ lo arrastran todo a su paso". Por su carácter melancólico, ocupa un lugar esencial en el libro la tercera sección, Fuegos de azar, dedicada al amor y donde indaga en las grietas del alma. "En el amor siempre hay besos/ que ni diste ni darás./ Y que te queman por dentro". O este otro: "Si no fuera por mis años,/ me metería contigo/otra vez en aquel charco".
La fidelidad al oficio de escribir y a una concepción de la amistad que aporta consuelo y alegría inspira también páginas memorables. "Cuando te vienen mal dadas/ las cartas que da la vida/ mejor que un amigo, nada".
La última copla que incluye este libro tiene su origen en unas palabras que Víctor Jiménez le escuchó al poeta Carlos Murciano una noche en Arcos de la Frontera. "Lo escuché en alguna parte. La poesía es un don. Y el poeta es un don nadie". Es el colofón para una selección donde la pasión se expresa con franqueza y la compasión y la ironía ayudan a sobrellevar los desgarros del tiempo.
También te puede interesar
Salir al cine
Artistas bajo la carpa: perplejos
Pequeño Salto Mortal | grupo musical
"No estamos dispuestos a todo por triunfar. Tenemos una vida"
LA ORQUESTINA | CRÍTICA
Nostalgias parisinas de Pasión
Oddity | Crítica
Interesante terror gótico y bizarro
Lo último