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Crítica

Un viaje por la ocupada Cisjordania y un insólito libro sobre los usos militares de Israel nos muestran algunas claves del conflicto

Una imagen de Cisjordania incluida en uno de los libros. / D. S.

La ficha

Viaje a la Palestina ocupada. Eric Hazan. Traducción de Sandra Álvarez Pérez. Errata Naturae. 144 páginas. 18 euros


A través de los muros. Eyal Weizman. Traducción de Iván de los Ríos. Errata Naturae. 112 páginas. 15 euros

A nadie se le escapa que la nueva guerra en Gaza ha dado pie a libros y series de televisión que las plataformas airean comercialmente aprovechando el álgido momento de crisis (desde la ya frenética Fauda a la última serie en Filmin, East Side, sobre los tejemanejes inmobiliarios en clave de thriller en Jerusalén Este).

Errata Naturae publica al alimón dos libros distintos pero complementarios. Ambos nos introducen de lleno en las complicadísimas claves del avispero palestino-israelí. El médico y editor Eric Hazan (francés de padre judío y madre palestina), traza en Viaje a la Palestina ocupada todo un reportaje a la vieja usanza sobre el paisaje y el paisanaje de Cisjordania. Nos muestra cómo se vive en algunas de sus ciudades históricas, sometidas a muros de separación, colonos hostiles y continuas incursiones del ejército israelí. El otro libro, A través de los muros, del arquitecto israelí Eyal Weizman, es un insólito ensayo sobre los usos militares del ejército de Israel a partir de la adopción de la teoría crítica posmoderna formulada por sus filósofos más radicales.

El de Eric Hazan, decíamos, nos adentra en el pormenor de la vida cotidiana en Cisjordania y los territorios ocupados. Aunque fue escrito años atrás, su enfoque no ha perdido vigencia alguna. Al lector no le resultarán ajenos los nombres de estos enclaves palestinos, en lo que antaño fueron parte de la Judea histórica y Samaria. Para Hazan Nablus es la urbe de la resistencia, acaso la más peligrosa (el ejército israelí la vigila desde fuera y sólo opera en su dédalo interior en acciones nocturnas al modo de los infiltrados que aparecen en Fauda). Nablus es conocida por sus jabones y por confeccionar, sorprendentemente, paños y patrones para la ropa que visten los ultraortodoxos judíos. Casi no hay familia palestina de Nablus que no tengan hijos presos o muertos por el conflicto. El influjo de Hamas –mayoritario en Gaza desde hace años– convive en Cisjordania con la otra rama política tradicional de Fatah y la Autoridad Nacional Palestina (hoy seriamente comprometida).

Cubierta de 'Viaje a la Palestina ocupada'. / D. S.

Junto a Qalquiya, al oeste de Cisjordania, se alza el impresionante muro que separa el territorio palestino del estado de Israel, junto a la autovía que recorre el país judío de norte a sur. El muro traza su caprichoso zigzag sobre Qalquiya para poder sortear los asentamientos ilegales de colonos judíos. Hazan entrevista aquí a muchos palestinos que, en pleno siglo XXI, cuestionan el Holocausto. Lo creen un invento y, por ende, la excusa que usa Israel como justificación moral de sus excesos.

Por su parte, pese a estar rodeada por idílicos viñedos, el entorno de la histórica Hebrón, asociada al venerado Abraham, es lo más parecido al de un puesto avanzado en pleno frente de guerra (vallas, alambradas, puestos de control, blocaos, sacos terreros, rejas). Hebrón 1 (administrada por la ANP) está separado de Hebrón 2 (gestionada por Israel). Sobre un mismo lugar, caso de la mezquita de Ibrahím y la Tumba de los Patriarcas, se evidencian física y nominalmente las diferencias entre musulmanes y hebreos (para los judíos Hebrón es la segunda ciudad sagrada tras Jerusalén y es una de las cuatro ciudades santas para el islam junto a La Meca, Medina y Jerusalén). Las escandalosas provocaciones de los colonos judíos de Hebrón –originarios de Estados Unidos– envenena la convivencia en tan historiado enclave.

Por su parte, el curioso libro de Eyal Weizman repasa lo que de absolutamente insólito tuvo la estrategia militar del ejército de Israel durante la Segunda Intifada palestina a partir de 2000. Por entonces, guiados por un nuevo concepto de la guerra urbana, los soldados procedieron a la táctica militar de la “geometría inversa”. A diferencia de lo que hoy ocurre en Gaza, se evitó todo combate en calles estrechas y enrevesadas y se apostó, sorprendentemente, por atravesar el terreno a través de las propias casas, entrando por entre muros, techos, salones, habitaciones y cuartos de baño. Una familia podía estar viendo la tele en su salita de estar y de pronto, con colosal estruendo, los soldados aparecían en su interior para pasmo y terror de los inquilinos.

El peligroso ovillo de los campos de refugiados de Balata y Yenín, tan temidos por los israelíes, fueron atravesados de igual modo hacia su centro por entre las propias viviendas. La estrategia también fue aplicada en el apiñado centro histórico –la kasba– de Nablus. El alto mando israelí había reinterpretado la noción del espacio urbano y lo había deconstruido, haciendo suya la teoría del lenguaje posmoderna y posestructuralista.

Cubierta de 'A través de los muros'.

Generales hebreos como Aviv Kochavi o Shimón Naveh, se interesaron por las formas de violencia y resistencia ajenas al control de los estados. Idearon por ello sus propias operaciones de guerrilla, pero aplicando en la práctica el lenguaje de filósofos franceses como Guattari, Deleuze o Guy Debord (“diferencia y repetición”, “entidades rivales sin forma”, “terroristas nómadas”, “maniobra fractal”).

De hecho los generales releyeron el libro Mil mesetas de Deleuze y Debord (patentador este último del llamado Juego de la guerra, inspirado en la teoría bélica de Carl von Clausewitz). Ambos pensadores señalaron dos tipos de territorialidad (uno jerárquico, cartesiano y rígido, y otro flexible, liso y móvil). Toda la teoría estudiada (organizaciones sociales, su variedad polimorfa y difusa de redes operativas), la asumió el alto mando israelí como idea militar, tan transgresora como altamente lesiva, que incluso rozaba el concepto de crimen de guerra.

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