Aquel arte que soñaba cambiar el mundo
Exposición en Caixafórum | Construyendo nuevos mundos
Una muestra muy ambiciosa con fondos de la colección del IVAM recrea en Sevilla la escena creativa de las primeras décadas del siglo XX
Sevilla/Entre las dos sangrientas guerras mundiales numerosos movimientos promovieron un giro en el concepto de creatividad. El surrealismo, el futurismo, el constructivismo ruso o el dadaísmo contagiaron con su energía el arte de esas primeras décadas del siglo XX. A través de técnicas muy diversas, como la pintura, el collage, la fotografía, la escultura o el diseño industrial los artistas quisieron cambiar el mundo, o al menos el modo de entender la vida cotidiana. Y así, imbuidas de un espíritu utópico y radical, las vanguardias históricas plantearon una modernidad atrevida cuya influencia sigue rastreándose en la creación actual. Por eso la exposición que acoge Caixafórum es un homenaje al legado de los grandes maestros que, como Duchamp, Picabia, Rodchenko o Goncharova soñaron con mundos más libres y democráticos en contextos convulsos marcados por las crisis económicas y el auge de los fascismos.
No es habitual que llegue a Sevilla la producción de este período crucial, infrarrepresentado en nuestras colecciones públicas, y menos que lo haga con la calidad de la muestra Construyendo nuevos mundos. Las vanguardias históricas 1914-1945 en la colección del IVAM. La Obra Social La Caixa y el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) pusieron en pie esta colaboración que acerca hasta el 4 de noviembre a la Isla de la Cartuja una selección "de la que es, junto con la del Museo Nacional Reina Sofía, la mejor colección española sobre el movimiento moderno", según detalló la directora de exposiciones de la Fundación Bancaria La Caixa, Isabel Salgado.
Figuras tan atractivas como Man Ray, Josef Albers, Frances Picabia, Paul Klee o Joan Miró protagonizan un conjunto que toma como punto de partida el legado del escultor Julio González y abarca los movimientos y las personalidades más representativos del arte europeo entre 1914 y 1945.
Las creaciones poéticas y oníricas relacionadas con el dadaísmo y el surrealismo, las obras que experimentan con la forma y se adentran en la abstracción, y el arte político y comprometido que lanza un grito contra las injusticias bélicas -con obras maestras de George Grosz, Josep Renau y John Heartfield- componen el núcleo central del proyecto, que reúne más de 370 obras y ha podido verse ya en Palma y Zaragoza.
Comisariada por Josep Salvador y Miguel G. Cortés, la exposición se enriquece con 32 piezas de la colección Alfaro Hofmann, referente del diseño industrial, que aporta creaciones tan curiosas como un cenicero concebido por Marianne Brandt en la Bauhaus o una radio alemana cuya carcasa está realizada con baquelita y que retransmite un discurso de Adolf Hitler. Este núcleo incluye también un frigorífico, una estufa, una cafetera y una silla diseñada por Mies van der Rohe para subrayar el valor del objeto como símbolo de progreso, libertad y desarrollo.
"Son obras completamente contemporáneas que nos siguen conmoviendo, provocando e interrogando, que son las funciones del arte", consideró en la presentación de estos contenidos José Miguel Cortés, director del IVAM, museo que sigue apostando por la intensidad conceptual de sus fondos y adquiriendo obras de las vanguardias históricas. Por su parte, Isabel Salgado avanzó que La Caixa renovará su colaboración con el IVAM. "Esta muestra nos ha dado numerosas alegrías y está siendo la mejor valorada por escolares y docentes de la temporada".
Para el comisario y conservador Josep Salvador, quien esta tarde a las 20:00 ofrecerá la conferencia inaugural que puede completarse, previa reserva, con una visita guiada, "esta exposición ofrece un relato diferente del período de entreguerras, una época donde se aceleró todo, y por eso hemos evitado el discurso cronológico para centrarnos en diez capítulos temáticos".
El primer ámbito, dedicado a la experimentación y las sombras, arranca con la actitud irreverente de Duchamp y presenta sus discos ópticos (rotorrelieves) de los años 30 junto con las fotografías experimentales y subjetivas de Man Ray, entre muchas otras piezas.
Las proclamas futuristas destacan en la sección El dinamismo espacial, donde se reúnen ilustraciones de Joan Miró y Juan Gris para libros y revistas. La influencia de Freud puede rastrearse en la sección Cuerpos soñados, en la cual los artistas intentan crear mundos paralelos como respuesta a una realidad desquiciada. Entre los hitos, el retrato de André Breton, creador del surrealismo a cargo de Benjamín Palencia o las oníricas fotografías de Grete Sterne.
La fascinación por las máquinas da testimonio del acento personal que a la fotografía, el cine, el diseño y la tipografía confieren artistas como El Lisitski, Valentina Kulagina, Gustav Klucis o Alexander Rodchenko. La transformación de la vida cotidiana siguiendo el espíritu de la Bauhaus alemana (activa entre 1919 y 1933 hasta que la cerraron los nazis), el modo en que la Revolución de Octubre de 1917 transforma a los artistas rusos en cabecillas del cambio social y la tentación del movimiento continuo -ejemplificada con obras donde Sonia Delaunay y Moholy-Nagy desdibujan las fronteras entre arte y ciencia- son otros capítulos de la muestra.
Los ámbitos finales analizan El misterio de las formas poniendo el foco en la abstracción y el arte geométrico; la inestabilidad del equilibrio y, por último, la poesía que Kurt Schwitters encontró en los despojos de la realidad al encajarlos en los collages cargados de belleza que cierran la sección Experiencias fragmentarias.
Al abordar un momento histórico en que la mujer se incorpora de forma plena a la escena artística, de Rusia a París, es muy gratificante encontrar aquí representadas con voz propia a creadoras tan diferentes, de Olga Rózanova o Claude Cahun. De esta última vemos uno de sus enigmáticos autorretratos donde socava la supuesta objetividad del medio fotográfico y se anticipa a las reflexiones sobre el género con una pose que funde los rasgos masculinos y los femeninos en una ambigüedad laboriosamente trabajada.
Walter Gropius, Alexander Calder, Joaquín Torres-García, Constantin Brancusi, Hans Richter o Naum Gabo son otros nombres estelares que el visitante encontrará en el recorrido expositivo, que entre los diversos registros que atiende, incluidos el diseño de escenografías y material para ballets, concede un amplio protagonismo al cine. Se proyectan diez filmes, con títulos tan reconocidos como El ballet mecánico (1924) de Fernand Léger, Un perro andaluz (1929) de Luis Buñuel, Tiempos modernos (1926) de Charles Chaplin o El Acorazado Potemkin de Sergei Einstein. El cartel que para esta película realizó Rodchenko en 1926 es otro hito en una exposición tan fascinante como didáctica.
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