Tim Burton: ser raro mola
'El universo Tim Burton'
La pintora Irene Mala publica con Lunwerg una deliciosa aproximación al director de 'Eduardo Manostijeras' y 'Ed Wood', un enamorado de los monstruos sensibles y los solitarios
"El señor Burton tiene muchos admiradores, personas de todo el mundo que esperan con ansia sus nuevas películas y, por qué no decirlo, que se sienten tremendamente identificadas con las historias y los personajes que presenta el director", dice la artista e ilustradora Irene Mala en la introducción de El universo Tim Burton (Lunwerg), un volumen que describe el cine del director como un espejo en el que se han reconocido inadaptados, fantasiosos y todo tipo de seres peculiares. "¿Eres tú un marginado, un outsider, un monstruo sensible, un alma incomprendida? Si haces dibujos raros, tienes debilidad por lo macabro, y la oscuridad te llama, puede que debas pasar al Otro Lado", invita Mala (Sevilla, 1978) en el prólogo de su libro.
La obra reivindica así la filmografía de Burton como un curso de aceptación, lleno de inventiva, humor negro y lirismo, para quienes no se amoldaban a los patrones de lo normal y fueron señalados por ello. El excéntrico y perverso Bitelchús, los carismáticos villanos de Batman y Batman Returns, el chaval de dedos afilados de Eduardo Manostijeras, el cineasta imposible de Ed Wood, la pintora de Big Eyes o los huérfanos de El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares celebran, en opinión de Mala, que "ser rarito mola". El mundo de Burton, ese niño "que desentonaba en la urbanización californiana en la que se crio y al que le aterrorizaban las cosas normales de la vida como podían ser los familiares o ir al colegio", da la razón a los solitarios, a los frikis: los buenos, defiende la autora, son "los que se esconden detrás del flequillo, los calladitos (..), los que leen a Poe, los parias que fueron rechazados por la sociedad".
"El cine de Burton", asegura Mala a este periódico, "se ha caracterizado por defender la rareza, por dudar sobre qué es lo normal y preguntarse por qué hay que serlo. Revisando su trabajo te encuentras con temas de mucha actualidad, tratados desde un punto de vista naíf, un tono de cuento. Habla de una sociedad diversa y presenta al diferente , al monstruo, como un ser excepcional. Muchas series dan hoy voz a los marginados, pero él fue pionero en eso".
Desde sus comienzos en Disney, donde no encajar le llevó a "hacer cosas raras, como arrancarse muelas y llenarlo todo de sangre" pero donde parió sin embargo sus cortos Vincent o Frankenweenie, hasta su innecesaria revisión de Dumbo, el libro analiza una filmografía tan reconocible como irregular. "Es cierto que con trabajos como Bitelchús, Eduardo Manostijeras o Ed Wood hubo una especie de explosión, nos atrapó su magia", valora la artista. "Y después su carrera ha tenido subidas y bajadas, con proyectos que no parecen ni de él, como El planeta de los simios. Él dice que acepta una película según estímulos, que no sabe si un guión es bueno o malo, que se guía más por lo que le provoca... Y eso no siempre se ha traducido en la misma calidad", expone la autora, "feliz" con el "reto" que le propuso Lunwerg. "Hay muchos libros que analizan y reproducen escenas de sus películas, yo las reinterpreto. Digamos que paso a Burton por mi filtro".
Mala ha estructurado su libro con analogías propias de la galaxia para cada capítulo, por aquello de adentrarse en el universo del realizador. Así, los Meteroritos serían las influencias que ha tenido y que van desde el expresionismo alemán a Vincent Price; Energía oscura [en ciencia, el 68% de la masa del universo] detallaría elementos constantes en su obra como el humor negro, los cementerios, los experimentos o la relación padre-hijo, un tema que frecuentará Burton. "Habla mucho de él en sus personajes, en sus películas. Se ve que no se llevó bien con sus padres, o al menos con su padre, y eso se refleja especialmente en la historia de Big Fish".
En las Constelaciones, Irene Mala repasa la lista de sus actores fetiche, como Johnny Depp, Winona Ryder, Michael Keaton, Christopher Lee o la que fue su pareja Helena Bonham-Carter, que siempre quería “ponerse vello en la cara, harapos o una dentadura podrida. Es ella la que lo demanda. Quiere ir lejos, aparecer horrenda y atreverse con todo”. Algo que conectaba con la mirada de Burton, que "piensa que si le colocas un disfraz, una máscara a alguien, lo liberas. Por eso adora Halloween".
La pintura de Irene Mala, autora de diversos libros ilustrados para niños y adultos, está habitada por "solitarios que rozan el absurdo", una definición que bien podría encajar con la galería de criaturas de Burton. "Me han llegado a decir, con perdón, que puteo a mis personajes, que los pongo tristes o feos. No me interesa la belleza convencional, me atraen los solitarios y los que no entran dentro de lo establecido. En cierto modo, podrían hacer pandilla con los outsiders de Burton". Al final, bien lo sabe el cineasta, los raros y los desclasados son legión.
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