‘Una perra andaluza’: nos definen los rotos

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El director Pablo Tocino estrena en Filmin una serie rodada sin presupuesto y con mucha libertad, una propuesta que filtra los dramas e insatisfacciones de la vida por el tamiz del humor

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El director Pablo Tocino, fotografiado en el Parque de los Príncipes de Sevilla.
El director Pablo Tocino, fotografiado en el Parque de los Príncipes de Sevilla. / José Ángel García

"Lo que está intacto no nos define, nos define lo que está roto", asegura uno de los personajes de Una perra andaluza, la serie dirigida por Pablo Tocino que se estrenó la semana pasada en Filmin. El onubense afincado en Sevilla firma una desprejuiciada y libre celebración de lo imperfecto: en lo artístico, con una propuesta que supone una estimulante bocanada de aire fresco, lejos de la corrección y la uniformidad con que parecen cortadas otras ficciones; y en lo humano, con una galería de criaturas en búsqueda, jóvenes entre los 17 y los 25 años, que van entendiendo que la vida quizás no sea sino un circo en el que alguien se atreve con la pirueta más descabellada –llamémosla deseo– y acaba estrellándose.

"No me interesan los personajes perfectos, me atrae más la gente de la calle, que no tiene las cosas claras y se equivoca", afirma el realizador. En sus guiones no faltan experiencias propias, detalles de su propio pasado: algunos de sus protagonistas, por ejemplo, estudian Medicina, la carrera en la que él se licenció. "Y hay situaciones que han vivido amigos, y otras inventadas, pero también frases o historias que escuchaba en un bar y que me resultaban apasionantes. El día a día es mi mayor fuente de inspiración".

Tocino y su equipo asoman a sus personajes al absurdo del deseo: en Una perra andaluza la atracción que mueve los cuerpos dinamita cualquier rastro de lógica. Marcos (Jota Palacios), aún en el instituto, gasta sus energías en adorar a un chico heterosexual que sólo le puede responder si recurre a una pócima del amor. La universitaria Sofía (Sara Perogil) presume de una larga y aparente sólida relación, pero sus fantasías, en las antípodas de la prudencia, activan una luz roja de alarma en su rutina. La serie opta por un tratamiento desenfadado del sexo y contiene numerosos desnudos, quizás porque la falta de presupuesto y el no disponer del respaldo de una televisión les permitía la libertad. "Yo mismo tuve reparos", admite el director, "pero un amigo me dijo: Aprovecha ahora, que no sabes si podrás hacer estas cosas en un futuro". Una audacia que algún espectador ha comparado con el primer Almodóvar. "Es un orgullo, aunque si soy sincero llegué a él gracias a que Xavier Dolan lo mencionaba en las entrevistas. Yo era muy joven y empezaba a ver cine más allá de lo mainstream, de Parque Jurásico. Después, Mujeres al borde de un ataque de nervios se convirtió en una de mis películas favoritas y de hecho en Una perra andaluza hay un pequeño homenaje".

El director asegura que “me inspira el día a día, la gente que te encuentras por la calle”

"Estoy contento con cómo han quedado esas escenas", continúa Tocino, "porque normalmente el sexo se trata de forma idílica, con todo medido y la sabanita bien colocada tapando lo que no se debe ver, o se enfoca de manera sórdida. Buscábamos retratar algunos asuntos de manera natural, y creo que lo hemos conseguido". El autor, que entre otros apuntes explora también la "gordofobia" en el mundo gay y en las aplicaciones para ligar, huye siempre de lo solemne: en un principio vinculaba su obra a la dramedia, ese tono entre el humor y la seriedad en el que se movían ficciones como Girls o Please like me, pero en su entorno acuñan el término dramarracha. "Dramarracha, por ejemplo, es tener tan reprimida tu sexualidad en el instituto que por no querer coincidir con otros chicos en el baño te acabes meando encima. Momentos dolorosos que pasado el tiempo puedes recordar de manera divertida, algo hardcore con lo que no puedes evitar reírte", explica Tocino, que reivindica "el humor como una forma de salir adelante".

Una escena de la serie.
Una escena de la serie. / D. S.

La primera temporada, disponible en Filmin, se rodó entre Sevilla y Cádiz, pero la segunda, en posproducción, amplía sus localizaciones a otras ciudades como Málaga, Jaén, Córdoba y Granada. "Si se titulaba Una perra andaluza, no podía ser Una perra sevillana", defiende Pablo Tocino, que entre los escenarios se aleja de los clichés de las Tres Mil Viviendas, donde regresa una chica trans y un chaval sueña con ser director de cine.

Una meta que Tocino alcanza al ver su obra incluida en el catálogo de Filmin, y con celebridades como Falete, La Dani, Cristina Medina o Maripaz Sayago entre las colaboraciones de la serie. "Yo pensaba que la íbamos a subir a Youtube y que nos la quitarían por los desnudos", bromea el director, que entre los proyectos futuros "igual pruebo con un slasher, algo distinto, pero la cosa andaluza, costumbrista, va a estar siempre en lo que haga".

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