El bochorno nacional (otra vez)

La mala prensa del cine español entre ciertos sectores de la opinión pública suele atizar siempre por el mismo flanco de las subvenciones, el sesgo ideológico o el escaso alcance comercial que permita a la industria subsistir por sí sola. Son las falacias habituales de los ignorantes y recalcitrantes, aunque luego haya películas como Tu madre o la mía: guerra de suegras que vengan a darles la razón: una cinta que no sólo sonroja al más atemperado de los espectadores, sino que da más pasto al descrédito desde unas premisas que reproducen los peores y más viejos vicios de lo que significa hacer cine en nuestro país.

Tu madre o la mía saca pasta a empresarios e instituciones públicas de España y México con la sensación de que en la propia co-producción se ha fraguado también la estafa piramidal y la deriva ortopédica e inerte de su pírrico argumento sin desarrollo ni guerra que arda, a saber, el enésimo duelo de suegras de distinta clase, cultura y condición, ambas meras caricaturas como todos los personajes del filme, a la hora de organizar la boda de sus respectivos hijos.

Los productores del engendro (el amigueteSegura entre ellos) han debido confiar más de la cuenta en el desparpajo ordinario de Carmina Barrios como principal reclamo de un filme en el que todo es un auténtico despropósito y un insulto a la comedia. Salva Reina refuerza el efecto rechazo y del elenco mejicano casi mejor no entrar en detalles: todos mal, fuera de sitio y sin un gag, un chiste o una réplica decentes que echarse a las espaldas. El desahogo produce monstruos en forma de película y siempre hay alguien dispuesto a dirigirla. Le ha tocado aquí a la veterana Chus Gutiérrez. Ella sabrá las razones.