Las manos del (buen) maestro

Ensemble Sonido Extremo | Crítica

El Ensemble Sonido Extremo en el Espacio Turina
El Ensemble Sonido Extremo en el Espacio Turina / Micaela Galván

La ficha

ENSEMBLE SONIDO EXTREMO

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XV Festival Zahir Ensemble de Música Contemporánea. Ensemble Sonido Extremo: Jesús Gómez, flauta; Alfonso Pineda, clarinete; Javier González, saxofón; Sarai Aguilera, percusión; Antonio Jesús Cruz, piano; Beatrice Gagiu, violín; Alfonso Noriega, viola; Sara Chordá, violonchelo. Director: Jordi Francés.

Programa:

Claude Debussy (1862-1918): Prélude à l’aprè-midi d’un faune [1894] [elaboración para ensemble de Stephanie Macchi. Estreno absoluto]

Israel López Estelche (1983): Sonata, it’s alive… [2024; elaboración para ensemble de la Sonata para piano Op.1 de Alban Berg]

Franz Schreker (1878-1934): Der Wind [1909]

José Río-Pareja (1973): Estrellas variables [2015]

Carles Fontcuberta (1977): Preludio a Borís. In memoriam Modest Mussorgsky [2011, estreno de una nueva versión]

Jesús Torres (1965): Opus incertum [2018]

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 20 de noviembre. Asistentes: Unas 35 personas. 

Muchos grupos de cámara de tamaño variable –algunos en absoluto pequeños– se acostumbran a tocar sin director. A veces se nota demasiado (tenemos el reciente ejemplo de la Mahler Chamber en el Maestranza). Al revés, también. Cuando un buen maestro se pone frente a un grupo (contando los ensayos, obviamente) y aunque este no sea muy grande, puede conseguir resultados sobresalientes. Y es lo que hicieron las manos prodigiosas de Jordi Francés en esta estupenda presentación de los extremeños del Ensemble Sonido Extremo en Sevilla. Francés controló dinámicas y tempi con maestría y administró los matices con un cuidado extraordinario por que todo sonara claro, contrastado y distinguido al tiempo.

El programa estaba dividido en dos mitades claramente diferenciadas. La primera empezó de forma magnífica pues el arreglo que Stephanie Macchi ha hecho del Preludio a la siesta de un fauno de Debussy es soberbio y funcionó a la perfección.Ese juego entre lo apolíneo y lo dionisíaco que hay en el original no se perdió en ningún momento, y Francés logró una versión sensual, colorista y de agógica flexible. Ayudaron sin duda el sonido terso de la flauta de Gómez y la delicadeza de la violinista Gagiu. Siguió la elaboración que López Estelche ha hecho de la Sonata para piano Op.1 de Alban Berg, con un material que se muestra tímido en el piano y se expande tímbricamente moldeado con plasticidad por las manos del maestro, sobre todo en materia de volumen. El relieve dominó también la interpretación de Der Wind, un quinteto de Schreker de naturaleza posromántica (con un saxo en lugar de la trompa del original), en la que el lirismo rozó lo voluptuoso otra vez en el violín delicado de Gagiu .

En la segunda mitad del concierto, empezó dominando ese estilo internacional de lo textural, cercano al espectralismo, tan habitual de nuestro siglo. En Río-Pareja las oleadas enérgicas, con fortissimos enfatizados, combinaron admirablemente con los pasajes que bordean el silencio en que la obra termina sumergida. En Fontcuberta la rememoración del Boris de Músorgski es atmosférica, alada. Vuelta al dominio de lo melódico-armónico en un Torres de exquisito atractivo tímbrico, como siempre, con sus motivos, sus desarrollos, sus repeticiones y sus imitaciones... Una noche luminosa en el Turina.

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