Remontar el curso de las décadas
Cuarteto Ars Nova | Crítica
La ficha
Cuarteto Ars Nova
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Ciclo de Cámara de la ROSS. Concierto nº2. Cuarteto Ars Nova: Juan Ronda Molina y Antonio Hervás Borrull, flautas; Ramiro García Martín, fagot; Predrag Ivkovic, contrabajo.
Programa:Leipzig: Ciudad de la música en la Alemania del s. XVIII
Georg Philipp Telemann (1681-1767): Sonata en trío TWV 42:c1 [c.1740-55]
Johann Friedrich Fasch (1688-1758): Cuarteto para dos flautas, fagot y continuo en re menor FWV N:d2 [c.1740]
Georg Philipp Telemann: Cuarteto para dos flautas, fagot y continuo en mi menor TWV 43:e3 [1733]
Carl Philipp Emanuel Bach (1714-1788): Sonata en trío en re menor Wq.145 [1731]
Georg Philipp Telemann: Cuarteto para dos flautas, fagot y continuo en re mayor TWV 43:d2 [1733]
Johann Sebastian Bach (1685-1750): Sonata para dos flautas y continuo BWV 1039 [c.1736-41]
Lugar: Espacio Turina. Fecha: Domingo 3 de noviembre. Aforo: Tres cuartos de entrada
Hace décadas que resulta extraño escuchar música barroca a músicos no especialistas y con instrumentos modernos. Y hay buenos motivos para que eso sea así, no sólo por razones tímbricas (que también; en especial en los instrumentos de viento, cuya sonoridad es radicalmente diferente), sino por cuestiones que tienen que ver con la articulación y el fraseo. Por supuesto que la música admite diversas miradas, y me resulta incluso loable la actitud de quienes quieren ir contra la corriente dominante, pero al enfrentarse a un programa como este, sonatas en trío y cuartetos (quadri los llamaban en Alemania) en un luminoso estilo galante, uno podría haber esperado una mayor profundización en esas marcas estilísticas que los hacen hoy reconocibles a los aficionados: un mayor énfasis en el acento, una articulación más incisiva, en fin, unos contrastes más agudos. Desde la Sonata en trío de Telemann que abrió el recital todo sonó como esta música sonaba hace medio siglo en los grupos de cámara centroeuropeos o ingleses, con esa aurea mediocritas de lo previsible, todo contenido, moderado, equilibrado, con ejecuciones sin duda impecables en afinación, pero sin riesgos, descoloridas, sin pasión, sin emoción, con dinámicas planas y fraseo sin garra alguna. Cierto que cuando el fagot de García Martín dejaba su función como continuista y participaba en los diálogos con las dos flautas la cosa parecía animarse algo (así en el Cuarteto de Fasch), pero en ningún momento perdí la sensación de haber remontado el curso de las décadas, de estar asistiendo a un experimento en esencia retrógrado.
Una vez más se notó mucho la ausencia de programa de mano. Pasada la pandemia, las dos principales instituciones musicales de la ciudad, Teatro de la Maestranza y ROSS, decidieron que eran prescindibles, lo cual es un error descomunal y lamentable. Lo curioso es que la orquesta los mantiene en su ciclo sinfónico, por lo que supongo que pensarán que el programa sirve de algo (si no, ¡menudo despilfarro!) y que esto de la cámara es sencillamente algo menor, sin mucha importancia, y allá los espectadores que se las apañen como puedan. Los responsables usan la coartada del programa en la web (con o sin código de descarga, además aderezándolo con la excusa ecológica, imposible de mantener de forma seria y responsable), pero es que hay ocasiones en que el daño es aún mayor y más evidente. Por ejemplo, esta mañana: en la web de la ROSS figuraba un programa que no era el que al final se interpretó y además lo hacía sin detallar los movimientos de las obras que se iban a escuchar. Sólo alguien profundamente ignorante o los desahogados de rigor pueden pensar que da lo mismo, que el público no merece saber si un determinado movimiento fue marcado por Telemann o Bach como Dolce, Affettuoso, Grave, Largo o Cantabile. Lo mismo les da a ellos, que abandonan además así una de las funciones imprescindibles que justifica su actividad y su sueldo: la formación de público. Ya se nota que las lágrimas por ver el Maestranza medio vacío un día de abono sí y el otro también son de cocodrilo.
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