El tiempo, la familia y la infancia marcan la nueva novela de Máximo Huerta
'Adiós, pequeño', galardonada con el Premio de Novela Fernando Lara, se presentó este miércoles en la Cámara de Comercio de Sevilla
Sevilla/El pasado 12 de mayo, en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla, se concedió el Premio de Novela Fernando Lara al escritor y periodista Máximo Huerta (Utiel, 1971) por la obra Adiós, pequeño, la cual ha sido presentada en la sede de la Cámara de Comercio de Sevilla, en un acto organizado por la Fundación Axa y la editorial Planeta -editorial encargada de la edición-. En Adiós, pequeño, Huerta “se zambulle” en “la más dura de sus narraciones, la de su propia vida”, construyendo un relato con dosis de autoficción y de retrato generacional. Temas como el papel de la memoria, las relaciones entre los padres y los hijos, el amor familiar o la muerte discurren por las páginas de una obra calificada de “conmovedora, intimista y valiente”.
En el acto de la presentación intervinieron Javier Tena, director territorial de Axa Seguros, y Ana Gavín, directora de relaciones editoriales del Grupo Planeta, quien destacó que la obra ya se encuentra en “una cuarta edición”, e indicó que es un relato que “se lee de maravilla”. Javier Tena, por su parte, reseñó la capacidad de Huerta para recrear el mundo de la infancia, trasladando a los lectores a aquellos años de una España no tan lejana. Una vez finalizadas estas breves intervenciones, fue el turno del periodista Jesús Vigorra, quien presentó el acto, conversando con el autor de la novela galardonada.
En esta última novela, Máximo Huerta “se abre en canal”, apuntó Vigorra, quien repasó la trayectoria del escritor, mencionando todos sus títulos publicados hasta la fecha. Huerta confesó, nada más empezar su intervención, que “no hubiera escrito esta novela si mi familia hubiera sido feliz”, una frase que entronca con una de las citas más duras del relato, la cual da comienzo a la historia, y dice “mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido”.
Entre los principales asuntos de la novela, Huerta mencionó, con especial interés, el silencio. El silencio sobre el que se construye una historia familiar y personal. Aquello que no se dice tiene un papel relevante en el desarrollo de la narración. Porque, para el autor de la novela, las familias también se hacen en todo lo que callamos. “Casi todas las familias acumulan silencios para evitar episodios difíciles de afrontar. La novela hace alusión a los tabús familiares y a aquellos momentos que no se mencionan por miedo a remover el pasado”, se nos aclara.
Otro aspecto sobre el que el autor reflexionó en la presentación de su libro fue acerca del rol de la mentira en nuestras vidas. Pues, aunque la mentira puede tener una connotación negativa en nuestro día a día, para Huerta es una actitud “que nos salva”, como “salvó a mi abuela”. El autor de Adiós, pequeño manifestó que “la mentira es necesaria” para sobrevivir y para hacer sociedad. Además, concluyó Huerta, “la mentira la construyes tú”, pertenece, por tanto, a quien la dice.
En Adiós, pequeño los lectores encuentran un testimonio generacional, desde un enfoque en el que “lo particular” es “lo universal”. Los detalles personales y biográficos del autor son un espejo en el que se reflejan los lectores que se acerquen a conocer esta historia sobre el paso del tiempo, el legado familiar y la infancia. Sobre este último tema, el de la infancia, Huerta reprochó que muchas veces se cuenta, en nuestra literatura y en nuestra cultura, con un tono “naíf”. “Hemos construido una infancia como de Disney”, reflexionó.
En la conversación entre el presentador del acto y el autor del libro surgió otra de las cuestiones centrales de la novela: el amor familiar. En concreto, el matrimonio. Huerta, en este sentido, rememoró aquellos años en los que el matrimonio era “un peaje sin salida”. Aquellos años en los que un embarazo determinaba una vida en común para siempre. Con sus pros y con sus contras. Con una sociedad en la que tantos hombres y mujeres construyeron una familia en torno a los azares, a la improvisación, y lo que en muchas ocasiones se derivaba de esta coyuntura: relaciones sentimentales frías, infelices, grises, la incomunicación. En el matrimonio de esta novela “hay un reflejo de esa época en la que yo nací”, declaró el autor.
Pero el libro también “tiene humor, tiene sentido del humor”, replicó Vigorra. Un humor que fue el registro con el que Huerta abordó su paso por el ministerio de Cultura, un episodio que también salió a relucir en la presentación. “A mí no me humillaron”, respondió el novelista, quien tan sólo se lamentó del “chiste fácil” con el que se le trató.
No fue “Adiós, pequeño” una novela que se escribió “para ser publicada”. Sino para un ejercicio de desahogo personal del escritor, quien ha elaborado una historia ambientada en su pueblo natal, y en la que se narra “la idiosincrasia y las viejas costumbres de una España de pueblo”. Con el hilo conductor de la familia, de los tíos, abuelos, padres. Con una recopilación de hechos, de lo personal a lo universal, que comienzan en un país que poco o en nada se parece al país que hoy día conocemos.
No hay comentarios