Teresinha Landeiro: “El fado es una tradición oral y si haces muchas fusiones puede perder su esencia”
Teresinha Landeiro | cantante
La artista participará mañana en el Festival de Fado de Sevilla
Ofrecerá un concierto en el Espacio Turina en el que presentará su nuevo trabajo ‘Para dançar e para chorar’
"Se nota que vivimos en un tiempo de muchas contradicciones y conflictos"
"No estamos dispuestos a todo por triunfar. Tenemos una vida"
Desde la temprana edad de doce años, Teresinha Landeiro (Azeitão. Portugal. 1996) comenzó a mostrar un especial interés por cantar, siendo en su fiesta de ese cumpleaños la primera vez que lo hizo en público. Fue por entonces cuando escuchó por primera también vez el fado en Alfama, de la mano de sus padres, a los que a ninguno de los dos les gustaba mucho, a diferencia de ella, a quien después de escuchar un disco de Ana Moura, se le metió en la cabeza que también quería ser cantante de fado. Desde entonces comenzó a participar y ganar innumerables certámenes del género durante los tres años siguientes, cuando su incipiente carrera tuvo el empuje del presidente de la Cámara de Comercio Luso-Brasileña, que la invitó a cantar en la cena de celebración del centenario de esta institución en Río de Janeiro. Un año después, en 2012, comenzó su carrera discográfica, como parte del Projeto Saudade no Futuro, junto a otros nueve jóvenes cantantes de fado, y se convirtió en una de las fadistas residentes en la casa de fado Mesa de Frades, en Alfama, donde aprendió y desarrolló su interpretación. Con el lanzamiento de su primer disco en solitario, Namoro, en 2018, su nombre quedó impreso en el llamado nuevo fado, confirmando su talento, sello personal y preponderancia en el género con el segundo de ellos, Ágora, estrenado tres años después. Ya con un nombre firme en el fado contemporáneo, Landeiro está presentando su nuevo disco, Para dançar e para chorar, en el que la joven intérprete y compositora enriquece el fado con influencias del pop y el folclore de su país a través de un enfoque propio, pero con el mismo respeto por la autenticidad y la coherencia de alguien que, aun a tan temprana edad, lo comprende tan bien.
Mañana estará en nuestra ciudad, participando en el Festival de Fado de Sevilla, que en su edición de este año rinde tributo a la libertad, resaltando la profunda conexión entre el fado y este valor, que ha marcado la historia de Portugal, en especial tras la Revolución de los Claveles. Teresinha Landeiro lo abrirá con un concierto en el Espacio Turina, para el que están disponibles las localidades, al precio de 16,80 euros, en la web del ICAS.
-No es la primera vez que participa usted en este festival. Ya estuvo en la edición del 2019. ¿Qué recuerdos tiene de aquello y qué espera de este nuevo concierto?
-Fue un concierto maravilloso. El público fue muy cálido conmigo y les gustó mucho el concierto. Ahora vengo a presentar mi nuevo disco y, si me animo, tal vez pueda cantar alguna canción en castellano.
-¿Quiénes van a acompañarla en el escenario?
-Vendré en una formación de cuarteto, con Bernardo Couto a la guitarra portuguesa, André Ramos a la viola de fado y Francisco Gaspar al bajo acústico.
-¿Qué siente usted cuando canta fado?, ¿qué le hace meterse en esa tristeza que dicen que tiene el fado?
-Es cierto que el fado tiene una gran tristeza, pero creo que también tiene alegría y cosas buenas, porque el fado es lo mismo que la vida y la vida tiene de todo: tristeza, amor del bueno, amor del malo… por eso este nuevo disco es para reír y para llorar, mezcla un poco de tristeza con alegría. Por ese motivo me gusta tanto cantar fado, y más que la tristeza, me atrae la nostalgia; eso que en portugués llamamos saudade, una palabra muy importante en el fado, para describir cómo sentimos la falta de algo o de alguien.
-Tengo una amiga que canta fados y me dijo que la voz se vuelve más gruesa al cantarlos. ¿Por qué ocurre eso?
-Yo no sé si es por eso, pero la emoción puede engrosar la voz. No sé si en español significará lo mismo, pero en portugués decimos que ese sentimiento embarga la voz, la transforma.
-Sé que se inició en el fado con Ana Moura, pero ¿qué otros referentes tiene usted?
-Ella fue a la primera que escuché, sí; después escuché a Chaínho, a Camané, a Amália Rodrigues, por supuesto; ella es una inspiración para todo, porque escribe muy bien, canta maravillosamente. Por eso Amalia es mi gran inspiración; luego están Pedro Moutinho, João Braga, Celeste Rodrigues, María da Fé, tantos nombres que podría decir.
-No sé si en el fado ocurre como en el flamenco, que se cantan muchas letras tradicionales, antiguas; no tantas composiciones propias de los artistas que las cantan. ¿En el fado tienen también ese peso las tradiciones?
-Sí, sí; nosotros cantamos mucho letras tradicionales y antiguas. Pero creo que ahora existe la innovación de escribir nuevas letras con nuevas palabras para los fados, de forma que los más jóvenes las comprendan.
-Siguiendo el paralelismo con el flamenco, los cantaores, además de teatros y grandes escenarios, cantan en las peñas flamencas; en el fado ocurre con las casas de fado, una especie de equivalente a estas peñas flamencas. ¿Dónde es más difícil cantar? ¿Dónde pesa más la responsabilidad?
-Para mí es más difícil en el escenario, porque en las casas de fado estoy más cerca y consigo mirar a las personas y sentir su emoción. Desde el escenario no consigo ver las facciones de las personas ni la emoción reflejada en ellas, por eso es más complicado y difícil. El escenario me gusta muchísimo, pero prefiero las casas de fado; son mucho mejor para mí.
Más que la tristeza, me atrae la nostalgia; eso que en portugués llamamos ‘saudade'”
-A usted se la reconoce como un soplo de aire fresco en el fado, que trae la tradición al presente. ¿Por esa razón ha traído a su nuevo disco canciones de compositores ajenos al fado?
-Sí; traje a otros compositores para hacer canciones en este disco porque sentía que debía tener otras letras sobre otros asuntos, con otro color. No les pedí que escribieran un fado, solo que eligieran si querían cantar sobre reír o llorar con total libertad; ellos de por sí trajeron su firma y su música al disco, que era exactamente lo que yo pretendía.
-En el fado tradicional la mujer siempre ha tenido un papel muy de sufridora; sin embargo, gente como usted y muchas otras cantantes de fado modernas están dando la vuelta a ese papel. Pero para eso debe tener mucha importancia que escriban sus propias letras…
-Nosotras intentamos cambiar un poquito la imagen de las mujeres. Es verdad que el fado es muy sufrido, que en él hay mucho amor del que no nos hace bien, pero las jóvenes intentamos cambiar un poquito la tradición. Para mí escribir tiene casi el mismo peso que cantar. Escribo menos de lo que canto, pero las dos cosas me dan la misma satisfacción. Creo que ya no podría existir como cantante de fado si no pudiera escribir o, al menos, cantar lo que tengo dentro. Y escribo porque siento que hay cosas que tengo que decir y quiero decirlas de una determinada manera que sólo yo sé cómo es.
-¿Cómo ha sido aceptado su nuevo disco, con ese camino divergente que ha tomado?
-Ha tenido mucha aceptación entre la gente del fado. Los otros dos discos que grabé eran muy puristas, con mucho fado tradicional, por eso creo que ahora el público ha comprendido que tenía la necesidad de hacer algo diferente. Aunque he mantenido la tradición, claro.
-¿Por qué hay tan poca fusión en el fado a día de hoy? En otros géneros se investiga más en sonoridades más modernas, pero en el fado eso apenas existe, más allá de algún pianista que lo fusione con el jazz.
-Ahora está empezando a haber un poquito mas de fusión, pero creo que el fado es más una tradición oral y si empiezas a hacer muchas fusiones puedes perder algo de la esencia, del peso de la música. Por eso creo que, aunque haya nuevas composiciones, nuevas letras, nuevas canciones, la fusión es un poco peligrosa, porque puede perderse la historia del fado. La fusión es buena si dices que es una fusión, pero si dices que eso es fado, es peligroso.
Escribo porque siento que hay cosas que tengo que decir y quiero hacerlo de una determinada manera”
-Cuando se habla del fado se le asocia enseguida al barrio lisboeta de Alfama, también, en menor medida a los de Madragoa y Mouraria. ¿En el resto de Portugal hay también reductos populares del fado, está extendido por cualquier sitio, sin una identidad concreta?
-El fado ha nacido en Lisboa; es de allí, por eso la mayoría de las letras hablan de Lisboa. Para el resto del país tenemos su folclore, otra música tradicional portuguesa.
-¿Ha sido usted una especie de niña prodigio del fado? Lo digo porque con 18 años, tras el primer concierto que dio, ya se le acercó una multinacional como Sony para grabarle un disco. ¿Fue ese un paso importante para dedicarse por completo al fado y hasta entonces veía su futuro en otro lado?
-Ese fue un paso muy importante. Yo me matriculé en la universidad en ingeniería biológica, también estudiaba economía, pero cuando Sony me invitó a firmar el contrato comprendí que cantar podría ser mi futuro. Y después de grabar el primer disco ya no lo dudé. Aunque me fue muy difícil aceptar que el fado fuese mi futuro, porque siempre he sido una persona que lo planeaba todo y eso nunca lo planeé.
-¿Dónde ve su futuro ahora?
-No lo sé; lo único que pido es poder cantar durante toda la vida.
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