La temporada casi idílica de Tomás
Desde Manuel Benítez 'El Cordobés' ningún torero había sido un seguro de garantía para la taquilla: 20 corridas de toros, 20 carteles de 'No hay billetes' · El madrileño ha cortado un total de 42 orejas
Tras su reaparición en la temporada 2007, en la que concitó la máxima expectación, pero no toreó en plazas de primer orden, José Tomás debía demostrar en la presente edición que su retorno iba en serio; es decir, que debía triunfar en plazas de primer orden y fundamentalmente en Las Ventas, donde estuvo a punto de no actuar por discrepancias en las negociaciones.
Una vez resuelto su contratación, el torero de Galapagar regresó la tarde del 5 de junio a la plaza de Madrid tras seis años de ausencia y dictó lección de buen toreo ante la cátedra, donde le premiaron con cuatro orejas en una de las tardes que, según recogió de manera unánime toda la crítica, fue histórica.
El día 15 retornó a la Monumental madrileña y ante dos toros casi ilidiables dio la talla de torero épico, rozando por momentos la tragedia, en una actuación de un valor a prueba de bombas. Cortó tres orejas; una de su primero, que le cogió y las dos del otro astado, que le propinó una cornada en la cara interna del muslo derecho que le impidió salir en hombros; aunque el torero se mantuvo en el ruedo hasta recibir los trofeos, en medio de una ovación estruendosa.
Su paso por Madrid desmontó los postulados de sus detractores, que, entre otras cosas, le acusaban de no enfrentarse al toro-toro y de que su toreo únicamente se basaba en el valor, además de ser torpe.
José Tomás inició la temporada el 28 de febrero en Castellón, abriendo la Puerta Grande; en Valencia cortó una oreja el 13 de marzo. El Domingo de Resurrección, 23 de marzo, toreó en Málaga, donde consiguió tres trofeos y no pudo salir en hombros porque fue herido por el segundo toro en el muslo izquierdo. Tras ese triunfo toreó en otra plaza andaluza, Jerez, el 3 de mayo, donde también cortó tres orejas y se rozó la tragedia, con una cornada que su segundo astado le propinó en la base del cuello. El 24 de mayo volvió a dar otro aldabonazo: cortó tres orejas y un rabo en Granada. Cuatro días después cortó dos orejas en Córdoba, donde no se libró de una fuerte paliza. Tras su paso por Madrid, ya reseñado, donde cayó herido, reapareció en Santander el 23 de julio, donde cortó una oreja. El mes de agosto lo inició en Pontevedra, el día 2, donde salió a hombros, tras cortar tres orejas. El día 10, en El Puerto de Santa María, en uno de los carteles de más expectación de este siglo, en mano a mano con Morante, las cosas no rodaron bien y se marchó de vacío tras lidiar tres toros de un decepciante encierro de Núñez del Cuvillo. Se mantuvo en el ruedo desde el primer toro con una cornada recibida en el glúteo derecho y otra en la axila derecha. El 20 de agosto reapareció en Málaga, donde cortó tres orejas y abrió la Puerta Grande. Cuatro días después toreó en Cuenca, donde cortó tres orejas y sufrió un puntazo de 3 centímetros en la base del pene. En Almería cortó una oreja el 27 de agosto. El 29 de agosto salió en hombros en Linares.
El mes de septiembre lo inició en Valladolid, el día 11, cortando una oreja. Cinco días después abrió la Puerta Grande de la plaza de La Glorieta de Salamanca. Y el día 19 también sale a hombros, en este caso en Murcia. El cierre de la temporada del diestro madrileño, el pasado domingo en Barcelona, fue apoteósico. Cortó una oreja a su primer toro y fue premiado con las dos y el rabo simbólico de su segundo, Idílico, de la ganadería de Núñez del Cuvillo. Hay que remontarse al 9 de julio de 2000 para encontrarse con el anterior indulto en la Monumental, del toro Zafiro, de Torrealta, a cargo de Finito de Córdoba. En la temporada 2008, una de las imagenes más de bellas de la singular temporada de José Tomás quizá sea la de llevarse al toro Idílico hasta los toriles de la Monumental, toreando, sin simular tan siquiera la suerte suprema, y meterlo con un pase de pecho. Fue un cierre magnífico, de una temporada casi idílica; si bien los toros, con sus cornadas, se encargaron de que no todo fuera maravilloso.
Las heridas en ambos muslos, el cuello, un glúteo, una axila el pene... son la huella en un torero que no vuelve la cara ante los toros más complicados y que llega hasta las últimas consecuencias en todas las plazas, como sucedió en Las Ventas. Un hecho que enloquece a sus partidarios y que desprecian sus detractores. Pero lo más importante es que José Tomás, por encima incluso de lo que hace en el ruedo se ha convertido en un fenómeno social que trasciende el mundo taurino sin necesidad de vender otra cosa que no sea su toreo.
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