El teatro necesario
El vacío del espejo | Crítica de teatro
La ficha
*** ‘El vacío del espejo’. feSt Festival de Artes Escénicas de Sevilla. Teatrapadas. Dramaturgia: Trini Ferrera. Dirección: Alicia Gómez del Castillo. Intérpretes: Trini Ferrera y Myriam Osuna. Escenografía: Alicia Gómez del Castillo y Paloma Márquez. Iluminación: Antonio Villar. Vestuario: Belén Cobos. Música: María González y Guillermo Gómez del Castillo. Diseño Gráfico, fotografía y audiovisual: Paloma Márquez. Lugar: Sala Cero Teatro. Fecha: sábado, 12 de octubre de 2024. Aforo: Agotadas las localidades.
‘Teatro para el cambio’ es la leyenda que acompaña a la compañía Teatrapadas creada en 2020 por la actriz y dramaturga Trini Ferrera y la directora y escenógrafa Alicia Gómez del Castillo. Desde su primera producción, Sujetas, en la que abordaban, entre otros muchos temas, la cosificación del pecho femenino, entraron de lleno en el teatro documento que ahora vuelven a desarrollar en la pieza que han estrenado esta semana en el feSt de Sevilla El vacío del espejo, una profunda investigación sobre uno de los males de la sociedad del siglo XXI, la salud mental, que, poco a poco, se va haciendo un hueco en las conversaciones, en los medios de comunicación y que, tímidamente, va entrando en los programas de los partidos políticos.
Trini Ferrera vuelve a hacerse cargo de la dramaturgia en esta obra que nos cuenta la relación entre dos hermanas, una diagnosticada de esquizofrenia y la otra que se convierte en su cuidadora. Dirigida con mucho acierto por Alicia Gómez del Castillo, la obra no rehúye ninguna de las situaciones que, desde la infancia, viven Daniela y Eva, la muerte prematura del padre y la depresión soterrada en la que vive la madre o el uso de drogas por muy blandas que sean que potencian el desequilibrio.
El vacío del espejo, desde su comienzo tiene el empaque de la obra hecha a conciencia en la que todos sus elementos están encaminados a conseguir una obra completa, la interpretación de Trini Ferrera y Myriam Osuna, la dirección sutil de Gómez del Castillo y una escenografía, muy simple, pero poderosamente efectiva, un panel plegable que sirve de pantalla donde se nos ofrecen documentación constante e imágenes creadas por Paloma Márquez y que enmarcan el problema que aborda la obra con continuos datos que dejan claramente expuesta la grave situación en la que vive una sociedad como la española que tristemente lidera el primer puesto a nivel mundial en el uso de tranquilizantes.
Ferrera, como autora, sabe medir los tempos para introducir el humor que sirve de bálsamo para poder acompañar a Myriam Osuna, con un papel más difícil porque tiene que transmitirnos los miedos, las inseguridades, la depresión, la desazón de Daniela, la chica esquizofrénica, y del que sale realmente airosa marcando todas sus etapas, sus derrumbes, su soledad. Por su parte, Trini Ferrera dota de la energía suficiente a su papel de cuidadora, muchas veces, al borde de la caída. La directora, más allá de la documentación aportada, de la denuncia social del abandono al que están sometidas las víctimas de las enfermedades mentales, ha creado una maravillosa historia de dos hermanas que se quieren, se complementan y se necesitan.
La música de María González y Guillermo Gómez del Castillo, un sello de la casa, sirve para que las actrices se liberen del texto y profundicen orgánicamente en sus personajes con unos bailes casi rituales donde muestran sus estados de ánimo.
El público abarrotó la sala en el segundo día de su estreno y se palpaba en el ambiente una comunión muy cercana que hacía sentir un abrazo que emanaba de la sala hacia el escenario. Un trabajo excelente, una escritora a la que seguir la pista capaz de abordar un tema social sin abandonar en ningún momento la realidad teatral. Entre todas, es innegable, que detrás hay un grupo nutrido de mujeres, consiguieron, anoche, conmover, enseñar y hacernos disfrutar.
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