La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
Diana Peñalver. Actriz
"Reír no sólo alarga la vida, también ayuda a aligerar la carga". Optimista hasta al arquear las cejas, Diana Peñalver (Sevilla, 1965) regresa a los escenarios de su ciudad natal para mostrar en La Fundición, de jueves a domingo, Carrera de obstáculos. La actriz, que se hizo célebre con roles televisivos como el de Charo en Chicas de hoy en día e hizo cine con Peter Jackson (Braindead), Chávarri, Trueba, Garci o Vicente Aranda, está de gira con este catártico montaje escrito y dirigido por Teresa Calo sobre los apuros y retos de la mujer del siglo XXI.
-¿Qué tiene esta obra para que se haya lanzado a producirla?
-Carrera de obstáculos es una comedia sentimental, un medio que me gusta para expresar cosas que me interesan de una forma divertida pero no frívola. La estrenamos en mayo de 2011 en Madrid y se ha visto sobre todo por el País Vasco, donde sigue siendo posible hacer teatro. Es un montaje sencillo e intimista con sólo dos actrices, Vita Rogado y yo. Nuestros recursos materiales son muy económicos pero los emocionales son múltiples. El teatro nunca es poco ambicioso: nos habla de la soledad, de la vida y la muerte, de las cosas importantes. El punto de partida aquí son dos actrices contratadas por una escuela de guionistas.
-¿Qué le atrajo de la sala La Fundición, donde estará cuatro noches?
-Este es un montaje para salas de unos 200 espectadores y La Fundición resulta ideal por su tamaño y porque tiene un proyecto cultural maravilloso, que apoya a los creadores y a los productores. Me da un vuelco bonito volver a actuar en Sevilla. La última vez que lo hice fue con el Grupo Tiempo en el Lope de Vega hace 30 años. Montamos La casa de Bernarda Alba.
-En los años 80 y mediados de los 90 era un rostro habitual del cine y la televisión. ¿Echa de menos esa popularidad?
-Mis inicios fueron explosivos. Tenía 16 años y me comía el mundo. Coincidí con gente muy buena, como Ramón Resino y Sofía Aguilar, de la que aprendí muchísimo. Fue el vínculo que necesitaba para sacar esas inquietudes que tenía y ratificarme en ellas. Y aquí sigo, 30 años después, aunque mis últimos papeles en televisión (como en la serie El comisario) no han tenido relevancia. En cambio, en mi juventud, cuando empecé, cada papel era muy importante: pasaba de rodar El año de las luces con Trueba a trabajar con Luis García Berlanga, con Peter Jackson... Eso sí, ahora me he permitido el lujo de hacer un corto en Málaga con Norberto López Amado [director de ¿Cuánto pesa su edificio, señor Foster?]. Tengo dos hijas y, cuando nació la mayor, la profesión pasó a un segundo plano. Estoy bastante olvidada.
-Su padre es el célebre pintor Santiago del Campo aunque eligió como apellido artístico el de su madre, que es escultora. ¿Se siente parte de una gran saga artística?
-Me fui de mi casa con 18 años y podría decir que me hice a mí misma en Madrid pero no es verdad porque cada pensamiento que tengo siempre me remite a mis padres. Mi padre nos dio siempre una educación especial basada en la libertad, en la importancia del ser, en el respeto a uno mismo. Nos enseñó a valorar la sensibilidad y a estar muy orgullosos de lo que sentimos en lugar de avergonzarnos por ello. Todos mis hermanos son artistas pero yo soy la única que cambió el apellido Del Campo por el de mi madre. Alejandra es pintora, como Salomé, aunque hace ahora fotografía y vídeo. Claudio es fotógrafo y Aquiles es profesor de música en el conservatorio y toca el saxo como Gautama, que firma la música original de Carrera de obstáculos. Por la parte Peñalver también hay mucho talento, como mi primo Guillermo, flautista de la Orquesta Barroca de Sevilla.
-¿Cómo le afecta la crisis y qué relación debería mantener lo público con el teatro en estos tiempos?
-Me gustan las crisis porque creo que zarandean a la gente y la hacen ser mejor. Pero me preocupa cuando no se encauzan como deben y sirven para quitarle a la gente educación, cultura, sanidad, investigación... Es erróneo seguirle el juego a los bancos. La crisis ha sido culpa de ellos. No pienso dejarme contagiar por el pesimismo general porque lo único que hace es volverte tonta e imbécil. Me gusta que la gente tenga rabia, estudie, luche y tenga dinero para hacer sus carreras porque ha costado mucho lograr lo que se había conseguido. Como soy de Sevilla y muy optimista no voy a caer en el pesimismo para nada, no quiero que el recuerdo de la infancia de mis hijas sea ése. En cuanto al teatro, debe haber de todo, pero también un teatro público que apoye a genios como Miguel del Arco y le dé material para realizar sus sueños. Acabo de ver De ratones y hombres y es increíble. Sin apoyo estatal nunca hubiera podido sacar ese proyecto adelante.
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