El parqué
Jaime Sicilia
Quinta sesión en verde
György G. Rath. Director de orquesta
Es el candidato de los músicos. Ellos lo eligieron en votación asamblearia para integrar la terna de aspirantes a la dirección artística de la ROSS y del Maestranza. Director principal de la Ópera de Budapest, principal director invitado de la Ópera de Hamburgo y viejo conocido de los músicos y el público del teatro del Paseo de Colón, el maestro húngaro volvió ayer a Sevilla para dirigir de nuevo, en el segundo concierto de la temporada de abono (hoy lo hará también), a una orquesta con la que siempre ha tenido "un feeling muy especial".
-¿Qué ambiente ha percibido en la orquesta? Asumo que sabe que el final de la temporada pasada fue muy convulso...
-No he notado nada. Les he agradecido que me eligieran como uno de los candidatos en este proceso, pero también les dije el primer día: olvidémonos de eso, simplemente hagamos música durante esta semana y olvidemos todo lo demás. Y eso es lo que hemos hecho.
-¿Sabe usted por qué no conocemos aún quién es el elegido? Se supone que se iba a anunciar antes del final de agosto...
-No, no lo sé en absoluto. Yo sólo puedo decir que ojalá pudiera trabajar con esta orquesta, pero que si no soy yo el elegido también estaré muy contento de venir de vez en cuando para colaborar con ella como he hecho hasta ahora.
-Y su proyecto consiste en...
-Un día, como de la nada, recibí una carta donde me explicaban que les gustaría que yo participara en el proceso porque la orquesta así lo había pedido. Mire, es muy difícil escribir de repente algo así, porque yo he dirigido muchas veces a esta orquesta pero no sé cuáles son sus problemas, cuáles serán las condiciones económicas de la orquesta... Así que lo único que puedo decir en este momento es que tengo diez años de experiencia en la Ópera de Budapest, donde organizaba 300 actuaciones al año entre conciertos y óperas, así que tengo una experiencia bastante contrastada. Y estoy muy orgulloso de los programas que hacíamos, siendo siempre muy responsables e ingeniosos con el presupuesto porque Hungría no es un país rico y no podíamos disponer del dinero que habríamos querido.
-¿Ha sido entrevistado ya por la comisión que lleva el proceso?
-No. Me limito a esperar que ellos me indiquen cuál es el siguiente paso. Pero silencio total. Usted no sabe nada, yo tampoco sé nada...
-¿Qué le parece la programación confeccionada para esta temporada? ¿Ha tenido la oportunidad de estudiarla a fondo?
-No, no la he estudiado a fondo porque no sé si conseguiré el trabajo o no. Pero si me eligen vendré inmediatamente y trabajaré duro para entender cuáles son las necesidades del teatro, sus puntos fuertes, las líneas que habría que continuar, los principales problemas que hay que resolver... Pero para eso uno debe estar aquí, revisar a fondo los presupuestos, hablar mucho con los trabajadores del teatro, con los políticos, con la orquesta... Eso implica mucho trabajo sobre el terreno y yo estoy preparado para hacerlo, pero de momento no lo he hecho porque no sé si me elegirán o no.
-¿Conoce usted al menos algún plazo para la elección?
-No, no. Desde que recibí la carta hasta ahora no he vuelto a saber nada oficialmente.
-Hay quien piensa que el proceso está siendo demasiado opaco...
-No creo que esté siendo muy diferente a otros similares que puedan darse en otros teatros del mundo. La única diferencia es que, generalmente, si un director artístico no va a seguir, esto se sabe con tres años de antelación. El contrato de Pedro Halffter finalizó en junio... De modo que alguien debería haber sido designado hace tres años, o debería haberse iniciado entonces un concurso, que suele durar un año, y así hubieran quedado otros dos años para que el siguiente director preparara su trabajo y la siguiente temporada con Halffter. Ya es muy tarde y no se sabe nada, porque no hay director artístico y un teatro lo necesita, todos los días hay decisiones que tomar y alguien debe tomarlas. Y no se trata de tomar decisiones para cambiar la temporada ya planificada, sino para hacerla funcionar. En un teatro hay un montón de trabajo que hacer, ensayos orquestales generales, ensayos con figuración, calendarios que fijar, estudiar la disponibilidad de los artistas con mucha antelación, y todas las personas involucradas en ese arco necesitan saber qué persona está aquí haciendo ese trabajo.
-Se ha destacado como su gran baza la sintonía con los músicos. Pero también se le ha achacado un bajo perfil internacional y un repertorio muy limitado a lo clásico. ¿Qué replica usted a esto?
-Si mira usted mi repertorio verá que hago desde Bach hasta música contemporánea, casi de todo. Hay algunos compositores cuyas obras no me gustan para dirigir, lo que no significa que no me gusten esos compositores. Por ejemplo, nunca dirijo óperas belcantistas, Donizetti o Bellini me encantan, los he puesto siempre en mis programas, pero no los he dirigido yo personalmente. No creo que mi repertorio se haya centrado en un solo punto. En cuanto a mi dimensión internacional, bueno, he trabajado mucho en Alemania, en Sudamérica, en Chicago, en Italia... No creo que haya un lugar en el mundo en el que no haya dirigido. No soy [Riccardo] Muti pero... Tampoco creo que se den en este momento en Sevilla las condiciones para Muti [se ríe]. Haría falta un montón de dinero.
-Usted aceptó la invitación, pero también podría haber rehusado. ¿Por qué quiere dirigir la Sinfónica y el Maestranza?
-Yo era muy joven cuando vine a Sevilla por primera vez. Imaginaba una orquesta mediterránea normal, quizás muy entusiasta, quizás muy agradable, quizás no suficientemente profesional. Y me encontré una orquesta verdaderamente espléndida. Sentí desde el principio que me gustaba la orquesta, la gente, la ciudad. Tengo amigos aquí, buenos amigos de verdad. Y además creo bastante en el destino. Cuando me invitaron a presentarme pensé: ¿por qué no cambiar mi vida, por qué no cambiar el lugar donde vivirla? Sobre todo si el lugar es tan agradable...
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