El pellizco de C. Tangana desata la locura en Sevilla
'El Madrileño' ha cerrado en la capital su exitosa gira invitando a los 18.000 espectadores que lo esperaban entusiasmados en la Plaza España a un excitante fiestón de ritmos latinos, trap y mucho flamenco
Sevilla/Como esas noches improvisadas en las que se acaba comprando un lote en el Kebab de la zona para presentarse en casa de no sé quién, contarle tu vida a un desconocido y bailar y cantar hasta el amanecer clásicos selectos junto a éxitos petardos, C. Tangana apareció ante los 18.000 espectadores congregados en la Plaza de España para despedir su exitosa gira Sin cantar ni afinar Tour invitando a un fiestón excitante y frenético con el que desató la locura.
Así, el público sevillano, que había agotado las entradas en tiempo récord desde que se anunció la incorporación del cantante al cartel del Icónica Sevilla Fest, recibió entusiasmado a El Madrileño, entre vítores y oles, agradeciéndole que convocara este mágico encuentro que desde los primeros acordes prometía precisar de hidratos y analgésico para paliar la resaca de energía y talento del día siguiente.
Consciente de que la mejor forma de romper el hielo es ir a por todas, el polifacético artista apareció con el explosivo tema Still rapping El Milagro, ya vestido de gánster de la periferia, con su habitual actitud de malote y preparado con las gafas de sol, que descubren a los trasnochadores. De esta forma, disfrutón, participativo y cercano, Antón Álvarez se dejó llevar y ofreció un suculento menú de entrantes, primeros, segundos y postres, aunque a más de uno le pareciera poco las casi dos horas de espectáculo.
En este sentido, "el puto monstruo", como le gritaban, propuso un show de impresionante despliegue técnico y musical, con proyecciones cinematográficas, casi una treintena de músicos, una escenografía a medio camino entre los casinos de las películas de los setenta y los tablaos flamencos madrileños y una atmósfera teatral donde hasta el camarero, de el barrio de El Porvenir, tiene su protagonismo. Como cuando avisa al cantante de las copas que llevan y éste le propone rebajar la cuenta dejándole cantar una canción: en este caso Llorando a la limo, que en un guiño a su concepto artístico de autotune pide poner por bluetooth.
Entre chupitos, copas, cigarrillos y bailes improvisados, Pucho fue actuando de maestro de ceremonias de esta juerga y animando el cotarro con una entretenida, canalla y original playlist en la que se mezclaron sus famosas canciones con versiones que fueron homenajes a la música que le conmueve. Desde el Corazón Partío, de Alejandro Sanz, No estamos locos, de Ketama, Mala, malita, mala, que popularizó la Marelu, Alegría de vivir de Ray Heredia o Noches de Bohemia de Navajita Plateá al Aunque tú no lo sepas de Enrique Urquijo.
En este ambiente distendido y natural el músico encadenó canciones de su último álbum (el disco más vendido de 2021 con el que ha superado los cinco millones de reproducciones en menos de 24 horas, convirtiéndolo en el mejor debut de un artista español en la historia y merecedor de tres premios LatinGrammy) como Te olvidaste, Comerte entera, Nominao, Ingobernable o Demasiadas mujeres, coreados con ímpetu y a la perfección entre los asistentes.
Junto a estos, sonaron otros éxitos suyos como Te venero (que cantó junto a Rita Payés a la que el gran público conoció en la última gala de los Goya), el aplaudido Ateo (al que lo acompañó Lucía Fernanda), Antes de morirme (junto a Marina) o Tú me dejaste de querer, que interpretó con La Húngara y el Niño de Elche, quien se sumó también entregado en la despedida con Un veneno o Al di lá, con la que todos acabaron descorchando la botella en un multitudinario brindis final.
Acompañado de una impresionante y cómplice orquesta de metales, vientos y cuerdas un increíble elenco de artistas jondos, que lo arropaban y hacían sentir como en casa, Tangana puso así de manifiesto sus múltiples referencias (trap, rap, folk, rock n roll, R&B, rumbas, bachatas y hasta marchas procesionales) y sorprendió a los presentes sentando a la mesa (en su tiny desk) a invitados de lujo como Kiko Veneno (Los tontos) y Antonio Carmona (Me maten), con quienes regaló algunos de los momentos más emotivos, aunque se esperaba la presencia de más nombres en este fin de gira.
Entre palmas y guitarras, y con un derroche de compás, pellizco y "Spanish quejío", el madrileño pareció demandar un sitio en esta Bienal del presente en la que lo suyo entronca por ese espíritu de flamenco de extrarradio que tan bien representa él y quienes lo acompañan. Sobre todo el guitarrista Yerai Cortés y el cantaor sevillano Ismael de la Rosa ‘El Bola’, imprescindibles en el concierto. En este sentido, lo jondo tuvo un especial protagonismo en el repertorio y hasta en los jaleos: "¡Viva tú! ¡Cántate algo para Sevilla!", le animaba el elenco.
Y es que, además de un espectáculo dinámico, provocador y coherente, lo interesante de este triunfador artista, que gustó igual a las jóvenes, los puretas y las abuelas, es que ha sabido construir un discurso musical urbano y fresco, que recupera la canción popular española y latina sin complejo y reivindica lo quinqui, lo cani y hasta lo hortero. Lo inconfesable. Y es ahí, quizás donde radica su maña. La que le ha permitido llenar los más de treinta conciertos "cuando me decían que no iba a poder hacer ni el primero", afirmó.
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